Revista Dedal de Oro N° 68
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 69 - Año XII, Invierno 2014

LINTERNA-TURA

EL ZAR
MARISOL LARENAS NAVARRETE
Hombre con traje negro y lentes oscuros.

La luz que entraba pacífica por los inmensos ventanales se hacía poco a poco más débil. El hombre detrás del inmenso escritorio sostenía una carísima lapicera Mont Blanc con su mano izquierda. La espalda rígida apoyada en el amplio respaldo y la vista fija en el infinito.

Había ordenado a sus colaboradores no ser molestado por espacio de tres horas. Una orden difícil de acatar en los días que se están viviendo en el norte de Europa. El conflicto con Ucrania se hace cada vez más insostenible. Los ojos del mundo están sobre el segundo líder más poderoso después de Barack Obama.

Cierto es que el hombre de 61 años que ha pedido no ser molestado es uno de los candidatos para el Premio Nobel de la Paz 2014, junto al papa Francisco, el valiente Edward Snowden y la joven Malala Yousafzai.

Pero es cierto, también, que a pesar de su inmenso poder y apoyo del pueblo ruso, es un hombre muy frío y poco carismático. El Premio Nobel de la Paz, ayudaría muchísimo a su imagen.

Su rostro se mantiene incólume, quien lo observara jamás podría adivinar qué está pensando. Se pone de pie y avanza por la inmensa sala, la postura altanera, los brazos cruzados en la espalda, la vista fija, mira con desprecio los muebles que parecen, torpes, cruzarse en su camino.

Su silueta delgada ha sido formada desde la juventud con descuidado esmero. Tres horas de natación cada dos días y la práctica diaria del zambo (lucha rusa) hacen que la imagen de este hombre de escasos 1,68 metros sea realmente llamativa. Su cabello perfectamente corto, su impecable traje gris claro y su expresión fría… Imagen fría que muchas veces sus asesores han intentado cambiar de cientos de formas distintas; instándolo a sonreír más de la cuenta o creando situaciones, como la ocasión en que el primer ministro de Bulgaria Boyko Boisob le obsequió un cachorro frente a la cámaras de televisión y Wladimir recibe la mascota con una gran sonrisa, la abraza y la besa. Más tarde el animal se pierde solitario entre los jardines de la mansión y nadie nunca más lo vuelve a ver.

No es fácil para los asesores de imagen cambiar a un hombre que vivió gran parte de su vida bajo el régimen del comunismo, odiándolo. Alguien que vio morir a sus hermanos y quedar lisiado a su padre, mientras se debatía por sobresalir en un barrio obrero. Alguien que había logrado absolutamente todo lo que se había propuesto en la vida. Había llegado a ser un eximio abogado, un destacadísimo espía para la KGB y un feliz padre de familia.

Entonces, ¿importaba que el primer ministro de Rusia no fuera tildado como una figura pública cercana a su pueblo? Al parecer no. No era un impedimento que despreciara a los gays, que encarcelara a empresarios contrarios al régimen y menos importaba el desagradable episodio con el grupo musical Pussy Riot. Después de todo, Rusia ama a los zares.

El hombre que eliminó a las guerrillas del Cáucaso se detuvo frente a los ventanales que daban al inmenso y cuidado jardín. A lo lejos observó dos siluetas, dos hombres altos con aspecto de jardineros conversan de pie sobre el césped. El primero parece ser algo mayor, se nota molesto, parece reprender al segundo individuo, bastante más joven. Este mantiene los hombros caídos y la cabeza baja, la espalda encorvada.

Refleja una humildad conmovedora, casi lamentable.

El líder se pregunta sobre qué están conversando. ¿Habrá, el joven, cometido un error? Quizás el más joven es un aprendiz poco diestro y distraído.

Al instante, el hombre mayor parece enfurecer, grita y gesticula. El joven intenta calmarlo pero solo consigue seguir siendo increpado, a lo que reacciona con inusitada mansedumbre.

-Debe ser un estúpido -piensa el exitoso político-. ¿Qué clase de hombre permite ser denostado de esa manera? ¿Acaso su error fue tan garrafal como para permitir algo así? Pobre infeliz sin carácter.

Al fondo del jardín dos hombres y una mujer, también jardineros, parecen burlarse a lo lejos. Observan la situación entre risitas.

Dos tímidos golpes en la puerta lo desconcentran del ridículo espectáculo de los jardineros. Sabe quién es. Sabe que algo ocurre, algo importante que necesita su atención. Es imposible pasar unas horas consigo mismo; solo eso es posible, al parecer, cuando está dormido. Aunque sus sueños siempre son referentes a su gobierno y las relaciones internacionales, especialmente las relaciones con Estados Unidos. Se ha despertado gritando pero jamás le cuenta a nadie sobre sus procesos internos. Hace ya meses que siente palpitaciones en momentos de tranquilidad, tampoco se lo ha mencionado a su staff médico y no lo piensa hacer.

Los golpes ya se hacen más fuertes pero los ignora… no puede más. El corazón comienza a agitarse otra vez, una punzada leve se hace más fuerte en su sien izquierda. Se pregunta qué fue ahora… ¿Es Ucrania? La luz del día ya se va… las noches eternas de Rusia. Observa nuevamente el jardín, solo queda el joven jardinero. Esta apoyado en un árbol, todos los demás se han marchado… El joven se incorpora y parece sonreír. El día de trabajo ha terminado, va a su casa, no sin antes pasar al bar del barrio a beber una cerveza con sus amigos.

El mandatario lo observa caminar con las manos en los bolsillos y silbando… él se queda detrás del vidrio, junto a las costosas cortinas, con el mundo sobre sus hombros.

 
Volver al artículo anterior de Dedal De Oro Ver Artículo Siguiente
Volver al Índice de Dedal De Oro
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.