Revista Dedal de Oro N° 62
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 62 - Año XI, Primavera 2012

ENTREVISTA

¿PA'ÓNDE ME VOY A LLEVAR LA PLATA YO SI ALLÁ DICEN QUE NO VENDEN NI PICARONES?
PALABRAS DE VITOCO MARDONES SURGIDAS EN UNA CONVERSACIÓN CON CECILIA SANDANA
EN EL CAJÓN DEL MAIPO RESTOBAR (EX TUTICUANTI) EL DÍA SÁBADO 25 DE AGOSTO DE 2012
Vitoco Mardones, Restobar (ex Tuticuanti), Cajón del Maipo.
VITOCO MARDONES, RESTOBAR (EX TUTICUANTI), CAJÓN DEL MAIPO


Don Vitoco y Cecilia conversan...
DON VITOCO Y CECILIA CONVERSAN...


La Plaza de San José en aquellos años... (Foto : Sergio Campodónico.)
LA PLAZA DE SAN JOSÉ EN AQUELLOS AÑOS...
(FOTO OTORGADA POR SERGIO CAMPODÓNICO.)

Yo nací en el campo, en el Morro las Tórtolas, en la piedra redonda que le llaman, en Maitenes; allá me tuvieron a mí. Un día cuando yo estaba grandecito bajó mi papá con mi mamá a caballo, y se acosquilló el caballo donde venía el papá, y ahí venía yo, y me pescó y me tiró a unas matas; me rajuñé y no me crece el pelo. Ellos venían a pasear al pueblo.

Yo nací donde el diablo perdió el poncho, el 1 de mayo de 1920, nací el Día del Trabajo. Nos bautizaron en la iglesia, éramos 14 hermanos. Nosotros más o menos 10 años vivimos aquí en Lagunillas, en tiempos de don Eduardo Barrios. Mi papá era el administrador del fundo, hizo unas casas nuevas el futre.

Raúl Barrios, el Rucio, hijo de don Eduardo, se murió; era padrino de matrimonio mío. Me lo encontré un día y me dijo: "Me queda poca vida", y así no más fue… De repente llegaba a alojar, el papá le guardaba los caballos. Nos criamos ahí. Don Eduardo vivía en Santiago, trabajaba en literatura, y aquí, en la granja El Trébol, ahí donde misia Pita Barrios. Cuando éramos niños salíamos a andar de a caballo de tiro, era linda ella, simpática.

Mi papá era de Caleu, mi mamá de aquí del pueblo. Mi papá venía a dejar ganado del fundo pa'cá y ahí se conocieron y se casaron; tuvieron 14 hijos y a todos nos dio colegio.

En esos tiempos no habían zapatos, hacíamos chalalas, ojotas, y como había ganado en ese tiempo, pasaban los cueros y de ahí de la carretilla del ganado, que es grueso, sacábamos cuero… Así cortábamos una chalala, le poníamos corriones y así a patita pelá. Así nos criamos, no había zapatos. Igual que ropa, no había de algodón, había cuestiones helás; ahora anda botá la ropa por ahí. Una camisa, unos calzoncillos; así no más había que aguantarle al frío, éramos pobres, pero nos salvábamos porque había leña.

Después de 10 años nos fuimos –del fundo Lagunillasaquí al pueblo, mi papá tenía casa, tenía cabras. A mí me tocó hacer los quesos, arremangadito. Mis hermanos estaban más chicos. Fortunato –mi hermano- era marucho de un viejito que se llamaba José Cordero, había estado en la guerra del 79'. Él arriaba, se ponían a vender leña; la cortaban y la bajaban.

Yo estuve en el colegio Parroquial y llegué hasta 3º año de Preparatoria; después tuve que entrar a trabajar, la familia había crecido. Iba a cortar leña, trabajaba en trabajo duro, llegaron años de crisis. Aquí no había pa' comer, aquí en la plaza había olla de pobre, unas ollas grandes como pa' 50 personas. En la casa, cuando no había se carneaba una cabra; a veces no había té o azúcar, pero bueno…

Trabajé en minas y me dio por casarme. Yo me casé a los 24 años, ya estaba grandecito. Nos casamos en Santiago y ahí nos vinimos a San José. Justo hicieron el alcantarillado y fui jefe, después no tenía en qué trabajar y en la casa donde vivo puse una carnicería, así es que soy matarife y cortador. Iba a Santiago a buscar ganado.

A mi señora la conocí porque venía acá a san José, venía a veranear ahí con las hijas de Luis Casanueva. Eran empleás ellas, eran 3 hermanas, ahí conocí a la Sara. Estaba muy nuevo yo. Mi mamá tocaba la guitarra y mi señora también, así es que venían las 3 hermanas a mi casa. Yo era cabro, andaba jugando y me fui avivando; nos conocimos como 4 años. Un día le di un papel, quizás qué le puse al papel, y me contestó… Pololeamos como dos o tres años. Después teníamos así un alto de cartas. Así po'h, tocaba la guitarra, a ella le gustaba venir porque el cabro asado no fallaba… no ve que teníamos ganado… Y así la fui conociendo y después la iba a ver hasta Santiago, hasta que formamos un hogar con ella. Y así nos fuimos… teníamos harto gana'o.

Iba a dejar el gana'o en las veranadas, lo cuidaba un capataz. A veces nos íbamos tres o cuatro días, yo tuve buenos caballos corraleros, así que ensillábamos, cargábamos un macho desde el vino pa'rriba y los íbamos a ver, le dejaba cortador en la carnicería a mi señora. Yo me venía desde Santiago a pie con el gana'o, en ese tiempo no habían camiones. Iba con don Carlos Collao. En una noche venía a dar aquí con un frío, dormía un rato y después a trabajar en la carnicería.

Trabajé haciendo el camino desde San Gabriel hasta El Yeso. Hicimos ese camino a pala y picota. Yo he sido hombre de trabajo; hacíamos un trato, aclaraba el día y salíamos a trabajar, hasta con noche: eran cuadrillas de 5 hombres, cuando llegaban las 12 del día ahí nos llegaba el almuerzo y descansábamos tiraditos. Descansábamos 3 horas pa' no trabajar con el calor. Yo tenía como 24 años; ahí trabajamos a trato no más haciendo el ancho del camino, ganábamos plata. Era el camino para la Argentina.

Historias de cordillera hay muchas. No hace gran tiempo atrás, hace como 7 u 8 años fuimos pa' Argentina y nos pilló una nevá, un temporal; estuvimos un mes allá con las mulas cargás porque engruesó la nieve y no podían salir los animales, pero el viento peló las lomas y por ahí nos vinimos. Cuando llegamos era el alboroto porque don Miguel Márquez había llamado para allá y le dijeron "no, aquí fue terrible, no hay nadie vivo en la cordillera…", pero llegamos, pasamos harto frío, pero hambre no. Y así yo fui 2 años; después se puso delicada la cordillera. Por ahí hay hartos guanacos y leones, llevamos 12 chuicos de vino para hacerles cariño a los argentinos, éramos 5 los que andábamos. Era entretenido, cada cual contaba una mentira, se cantaba con una guitarra y todos bajo una carpa sin penas. Hasta que un día nos vinimos a la piedra volcá que le llaman acá y veníamos tarde, y en eso se salió del camino un macho con la carga y se cayó al río. Mi hermano Fortunato lo enlazó y yo me metí hasta aquí en el agua; hacía un frío único y el machito tenía una patita quebrá, le cargamos otro macho y lo matamos pa' que no sufriera. Divisamos unos animales, eran argentinos, hay que oponer resistencia dijimos, y Carlos Aguirre dijo: "No, son chilenos porque los argentinos andan en caballos overos". Y fuimos pa' allá, pa' ver quiénes eran. Llevábamos las carabinas y si había que correr bala lo haríamos no más porque no éramos malos, pero había que defenderse. En eso fuimos pa' allá, era don Irenio Sepúlveda, el dueño de la Inesita, los Órdenes. Don Irenio no más veía, todos los demás habían quedado ciegos con la nieve. Conversamos harto, allí se les había salido todo el hollejo de la cara. Cuando llegamos aquí se habían cortado los caminos en El Volcán y un señor de apellido gringo nos vino a dejar. Cuando llegamos se juntaron como 20 ó 30 personas. Fue duro el viaje, pero después volví a ir.

Algunos me cuentan que les ha salido el diablo, pero ni una cosa. Yo he alojado con puros perros en la Laguna Negra y habían varios otros, porque han encontrado cosas de los indios y decían que penaban, pero un puro zorro me aparecía, nunca me han penado en la cordillera…

Usaba muy poco el tren para viajar, prefería andar a caballo.

A mí y a mis hermanos mis papás nos dieron buena enseñanza. Yo estuve preso una vez por pegarle a un muchacho porque me robó unos animales, nos agarramos a coscachos y me demandó. Estuve preso 7 días, pero lo pasé bien, me encerraron con unos que estaban convalecientes de hambre y con unos gallos diablos, pero yo conversaba con ellos. Como castigo mi papá me mandó como 15 días al campo a cortar leña. Todos éramos honrados, gran educación no tuvimos pero somos capaces de trabajar.

Mi vida fue dura pero hasta aquí estamos bien, pero estoy pensando que me voy a tener que ir de este mundo y hay que irse. Me gustaría vivir sano porque fuerza ya no hay, yo pescaba 140, 150 kilos. Cargábamos los machos, ahora no me puedo ni 50 kilos, pero no falta qué hacer.

Pasaban muchos arreos de ganado desde Argentina. Los señores Groiman, ellos traían 100, 200, tremendos animales pasaban por aquí y los llevaban a la feria; había mucha gente de aquí que iba a trabajar con ellos. Yo nunca quise ir, le tenía miedo a la cordillera, había que andar bien abrigado. Un hermano mío fue y de tanto frío descueraba un animal y se aforraba en el cuero, hacían unos fríos enormes.

Aquí soy feliz porque no ha faltado el trabajo.

Le poníamos al vino bien enfiesta'o. Pa'l 18 ponían fondas bien enfiesta's y después a trabajar otra vez, pero este pueblo es ordenado.

Yo tengo aperos de huaso aquí. Mi señora está mal y ya tiene 96 años, soy feliz con ella, hemos pasado buena vida.

Del fundo La Marquesa mi hermano iba para allá por arreo y después traía 1.000 corderos con mi padrino Raúl Barrios, él era mi patrón. Don Eduardo Barrios administraba el fundo La Marquesa, allá en el puerto San Antonio, en Leyda… por allá.

Cuando niño era bonita la plaza y la han hecho varias veces. Cuando yo llegué se iluminaba la plaza con un señor que se llamaba Atilio, en un poste con un farol con parafina, con un éste lo prendían y en la mañana le ponían un gorrito y lo apagaban, y después quedó Raúl el foquero, le decíamos nosotros.

En ese tiempo se sembraba, cada cual hacía su chacra. Se sembraba de todo, no faltaba en el campo. En Lagunillas se sembraba, el patrón les daba a los inquilinos para sembrar, ahora nadie siembra.

A mí me dan una jubilación. Estos días tengo que ver si paso agosto.

Ahora no hay invierno. Este mes de agosto era muy complicado, ya no hay aguacero, ya no hay temporales. Pero Dios dirá.

Nosotros visitábamos los restoranes La Inesita, El Caiser, El Colo-Colo, pero ahora no hay restoranes para el hombre de campo.

Cada uno cantaba en la medida de cada uno. Aprendía tantas canciones.

Hice el servicio militar pero me salí, me les vine. Cuando llegué a la casa no me conocieron. No me gustó nunca, era la suerte. Tenía un niño, iba a todas partes con él pero lo mataron, yo estaba en la cordillera…

Había una canción que la cantaba antes:

Mamá el río junto al arroyo
Hay un ranchito de totora
Donde nace la bella encantadora
Yo la amaba con locura
Ella también me quería
Una mañana de invierno
Que nevaba sin cesar
ella emprendió el viaje eterno
para nunca más volver
Llora guitarra mía como lloro yo también
Y ahora que ya no existe esa bella encantadora
Mi corazón está triste
Como el ranchito de totora.

Hay muchas canciones de a caballo… Esa que dice:

Busca la uva la corriente
El nubla'o busca el mar
Busca el viento donde pasar
Y el arroyo su vertiente
Busca visión la gente para poderlo pasar
Busca el bruto donde pastar y el loco su desvarío
Pa' pasar divertío busca el cabro donde jugar
Busca guitarra el cantor
El minero busca mina
Busca este clavo las niñas
El veleidoso traición
Busca el guapo su opinión hasta encontrar enemigo
Busca el pobre un buen alivio hasta encontrar la fortuna
Busca el estudiante el libro y el muerto la sepultura.

Yo era joven, bien vestido y chistoso con las damas. El amor es un caballo y el que lo sigue es burro… No, señor, es muy bonito el amor porque uno solo sería un bruto. Uno tiene que tener compañera y trabajar uno pa' ella y pa' uno. Ahí juntamos los monos y después compramos esa casita que es pa' ellos –los hijos- porque ¿pa'ónde me voy a llevar la plata yo si allá dicen que no venden ni picarones?

Volver al artículo anterior de Dedal De Oro Ver Artículo Siguiente
Volver al Índice de Dedal De Oro 62
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.