Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 57 - Año IX, Invierno 2011
DIARIO DE UNA JOVEN TUBERCULOSA
El diario de Lucía
EL DIARIO DE LUCÍA MANTEROLA GONZÁLEZ (15.01.1903 – 14.05.1927) CONTIENE LA EXPRESIÓN ESCRITA DE UNA JOVEN TUBERCULOSA LLENA DE FERVOR HACIA LA VIDA. ES LA ESCRITURA DE UNA MUJERCITA QUE, TAL VEZ SIN DARSE CUENTA, EN ALGUNAS DESCRIPCIONES ALCANZA EXPRESIONES POÉTICAS DE ALTO VUELO. DAMOS A CONOCER ALGUNOS PASAJES DE SU DIARIO. EN EL PRIMERO -DE ABRIL DE 1921- ANUNCIA SU IDA A SAN JOSÉ DE MAIPO PARA INTERNARSE EN LA CASA DE SALUD; EN OTRO PASAJE –DE ENERO DE 1923- SE REFIERE AL DESALOJO DE ESA CASA, QUE ACONTECIÓ EN ESAS FECHAS PARA LLEVAR A LOS ENFERMOS AL HOTEL FRANCIA (HOY, SANATORIO LAENNEC); Y EN OTRO -DE MAYO DE 1925- ESCRIBE MUY SENTIDAMENTE DE SU ENFERMEDAD, EN LÍNEAS EXTRA-ORDINARIAS, ESPLÉNDIDAS, COMO SUSPENDIDAS EN TOQUES GENIALES DE SURREALISMO. CADA PASAJE AQUÍ PRESENTADO NOS CUCHICHEA ALGO AL OÍDO, Y ASÍ ES SU DIARIO ENTERO. CUANDO LUCÍA TENÍA 24 AÑOS DE EDAD, LA TUBERCULOSIS APAGÓ SU VIDA. SIN EMBARGO, HAY LUCES QUE NO SE APAGAN, LUCES QUE PERDURAN. PRÓXIMAMENTE, DEDAL DE ORO EDITORA PUBLICARÁ EL DIARIO DE LUCÍA ÍNTEGRO.
1° Abril Santiago

Escribo sentada en el salón de tía Elena i al lado de la Marta. Llegamos ayer después de mil trajines i sin dolor dejé Los Andes... ¡No sé si querer u odiar ese pueblo donde dejé perdidos tantos años de mi vida! Cinco años de reposo que, según veo, no lo fueron bastante para mi salud i en cambio sobraron para envejecerme el alma; ¡ el que me recordaría mi juventud está tan lejos! A Los Andes no puedo amarlo: he dejado atrás tantas lágrimas perdidas, tantas penas, tantas ilusiones destrozadas en la corta o larga estada en esa; he soñado tanto i he sido tan poco comprendida; sin embargo como es mejor siempre querer lo querré pues aunque eché mis rezongos allá me he formado mujer i a Río Blanco debo el haberlo conocido, a ese gringo de porquería que no sé por qué me acuerdo aún de él.

El 3 nos vamos a San José de Maipo i aunque me han entusiasmado mucho no tengo la menor curiosidad o interés por ir. Ojalá lo pase bien.

San José - 4 Mayo

Llegué hace ya un mes i un día. Llegué con un frío horroroso; cuando en la estación pregunté donde estaba la «Casa de Salud», me dijeron: Allá. La impresión que tuve fue horrorosa: me hizo el efecto de una prisión blanca donde me encerraría para siempre: un chalet blanco prendido en un cerro i rodeado de un bosque de pinos. Es una cárcel, no para salud del alma sino del cuerpo. Mi o nuestra piececita (pues estoi con mi madre) es mui dije i alegre i aunque he llorado en ella mucho (el primer día lo lloré sin parar) también ha oído mis risas.

17 - Mayo.

Sentí un Bumrum, señal de que el motor de la luz eléctrica empezaba a funcionar, entonces apagué la vela que me alumbraba i al medio minuto se dio la luz. Estoi sola. Mi mamacita fue a pie al pueblo. No tengo nada que escribir; nada que contar. Vida inútil ésta. No, no debo quejarme: queda el pensamiento. El pensamiento libre, i señor del tiempo i la distancia, que se complace en ir donde más lejos i más hermoso i que cuando vuelve nos trae unas gotas del Nilo, unas piedrecitas de Jerusalem, un perfume oriental: dolor, alegría, ensueño, que recibimos gustosas i de rodillas como en un altar. La vida también nos da todo esto pero bruscamente: el dolor, a cuchilladas i la alegría a carcajadas: el pensamiento dulcifica los contornos, los suaviza i aunque hiere más adentro aún pone un algodón perfumado: la resignación.

3 Junio - 1921

Debemos contribuir todos con algo a la vida. Unos con el talento, otras con la hermosura, en otras la simpatía, la bondad, la alegría, la poesía; otras, las más, simplemente siendo madres i haciendo de cada hijo lo mejor que sea posible. ¿Las otras? ¿Las que nada tienen o tienen demasiado tesoro en el corazón, tesoro que es necesario repartir entre muchos seres? Se hacen monjas de la caridad. ¡Recién lo comprendo! Yo decía, mucho más útil es una persona buena en el mundo que no encerrada en un convento. ¡Sólo ahora lo comprendo! Solos no podemos hacer nada en este mundo: nos apoyamos unos en otros, nos levantamos el ánimo, nos consolamos. I así vivir por vivir ¿vale la pena? ¿no es un egoísmo? Si yo fuera capaz escribiría un libro lleno de optimismo, para los tristes i desesperados. Si fuera hermosa serviría de adorno. Si pudiera echaría a volar estrofas melodiosas, pero no puedo... Si alguna vez escribo algo... son como los copos de nieve que se quedan enredados en las zarzas, unos lejos de otros, que de lejos parecen flores i que al querer juntarlos para formar una bola luminosa, se deshacen al calor de la mano.... de la crítica. No puedo, no sirvo. Si tuviera uno (...)

3 Junio - Noche

Esta mañana no concluí de escribir i en este momento (10.20 hs) tengo una sensación tan deliciosa, que ¡adiós filosofía i buenos propósitos! No puedo seguir escribiendo en el mismo estilo. Nos hemos llevado payaseando, yo ya en cama, pues con la nevazón hacía un frío horroroso, i M Reyes, Rojas i ...FB. Se llevaron payaseando i todos riéndonos, pues estuvimos desarrollando una película; al pasarle esta a B yo sentí el calor de su mano i me sentí roja i me pasó no se qué, ni sé donde. M.R me ha dicho que B le contó que quien le gusta soi yo. ¿No será pitanza? Sería una lástima, pues a mí me ha sucedido lo mismo. Fue curioso: desde la primera vez que nos conocimos fuimos francos i espansivos (cosa rara en mí) i hablamos cosas de mui hondo i nos dimos a conocer mutuamente. Si fuera pitanza sería una lástima, una gran lástima... Estaré alerta... ¡Ayúdame, Señor...!

7 Noviembre
(…)
Desde la galería-

Reposamos. Son las 2 P.M. Un sol de verano casi llena de luz la galería, a pesar de los esfuerzos que hacen las cortinas de tela para no dejarlo pasar. Viene de Santiago una neblina intensa, azuleja, que suaviza los colores fuertes de primavera del paisaje. Hace calor. Azul en el cielo i en los cerros lejanos. Verde, café i oro se extiende en el valle tan suavemente que dan deseos de soñar. Las piedras redondeadas hacen la guardia al borde del camino i los álamos sin hojas aún peinan los rayos del sol con el vai-ven del viento. En un extremo de la galería reposa una niña jovencita, casada; más acá una señora viuda i anciana; más cerca, una monja; después yo i casi al otro extremo, en la puerta de su pieza, Laurita Dorlhiac. Algunas dormían, pero las voces un poco fuerte que salían de la jentes de abajo las despertaron i ahora piensan, ¿en qué? A través de la reja de madera del balcón veo el río barroso, brillante i sonoro. Cantan los sapos ininterrumpidamente i de cuando en cuando se oyen los trinos de un zorzal. Es primavera. Los caminos están manchados de verde i los duraznos con sus flores rosadas adornan las casitas pobres que nunca supieron de hermosura. No pienso en nada. Mi pensamiento se ha dormido, sólo vela la mirada que vuela hasta mui lejos i me trae estas noticias. Voi a recostarme, a mirar i a gozar. La señora anciana, del IV° 8, ronca desaforadamente.

28 Noviembre - 1922

Durante años hemos vivido en la casa grande de la Avda P. Montt en Valp. Yo hace ya 3 años que no voi, pero siempre era esa nuestra casa, puesto que en ella vivía mi padre i Benjamín. Hace ya 7 años, en estos días ha que yo la dejé buscando la salud, a los pocos días de haberse comprometido María con Eduardo. ¡Cuantas cosas han sucedido de entonces a acá! Después de mi partida, fui por primera vez al matrimonio de ella, día de felicidad. Después volví, siempre con mi madre: para ver sufrir i morir a María, mi hermana. I por mí siempre nos separamos i separé a mi padre de mi madre, cuando necesitaba más de su cariño. Después se fue abuelita Elena i la casa quedó más sola i más triste. ¿Ahora? Sucede algo bien sencillo i común: mi padre tiene que dejar la casa. No parece nada i sin embargo ¡cuánto queda ahí! Cuantos aspectos de la vida que no podemos evocarlos sin que se destaquen sobre las vidrieras del hall, en los dormitorios, tras visillos de una ventana, entre las plantas i los cuadros familiares. Todo cambiará, i cuando de nuevo nos juntemos en otra casa, ¡ahí sí que tendremos la certitud de que ellas nos han dejado! El piano en un rincón del hall, junto a él la silla de balance. Los muebles de pegamoide i a los pies la gran alfombra blanca con flores verde pálido. ¡Todo se deshará, todo lo que ha pasado en los siete años que cuesta mi vida!

1° Diciembre - 1922

He estado contemplando el río i lo he comparado con las almas, con mi alma. Se abre camino entre las piedras o entre las flores i otras veces se desliza sereno i parece dormido. Después se deja caer de una altura, sonoro. Si canta o llora nadie lo sabe. Nadie sabe tampoco de el frío que hace, de las flores que humedecen en él sus raíces ni de su dolor de arrastrarse sobre las piedras, que con el dolor de su roce se van suavizando... A veces, después de nacer en la montaña, mezcla a otro río sus aguas i cantando muere en el mar. Otras, va solo de la vida a la muerte. Pero... cantando o llorando tenemos que llegar al fin... ¡Señor! Yo no sé del sabor ni del rumor de otras aguas que de las mías, pero quiero que sean dulces i que su canto arrulle a los niños desvalidos. ¡Señor! Yo quiero que el río de mi alma, aunque nadie lo vea, sea azul i que en la noche refleje a las estrellas de Tu cielo i que en el día refleje el sol, las nubes, todo lo que nos muestras Tú desde arriba: Arroja Tú semillas buenas i fragantes a la orilla, entre las piedras, para que cuando al Fin vaya, vayan mis aguas perfumadas.

Y: ¡no me olvides, Señor! Acuérdate que el río viene de la montaña, de lo Alto i que por las trasformaciones que tú permitas vuelve siempre a la Montaña convertido en nieve, i yo, yo debo volver a Ti. Y recíbeme bien, Señor. Que cuando a Ti vaya, sea yo nieve perfumada por las flores que cultivo i pura, filtrada a través de las piedras del dolor i que entonces (nieve eterna) ¡pueda quedarme Arriba adorándote!

15 Enero - 1923

Hoi cumplo 20 años i han venido a recordármelo 2 telegramas, firmado uno por “Benjamines” i el otro por Carlos Griffin. ¡Es divertido! Ayer no más se fue i ¿de dónde se le ocurrió telegrafiarme? I es gracioso que ahora que todo se acaba escriba aquí ese nombre, que está mezclado a tantas bromas i recuerdos del invierno que acaba de pasar. ¡Aquellas noches o tardes pasadas en mi pieza, todos riendo o embromando, i aquellos días de sol: fotografías...!

Todo se ha acabado. ¿Que ha pasado? Simplemente que una tarde avisaron que al día siguiente vendrían unos señores de la H. Junta de Beneficencia, de quién es esta Casa. Efectivamente llegaron; pero antes de verla, ya dijeron: “la Casa se cierra”. Han sido inútiles los artículos, protestas, empeños, que cuando a un hombre se le mete algo en la cabeza nadie se lo saca. Y tenemos que salir...

7 Febrero - 23

Y salí. Pero antes de esa fecha, 16 de Enero, se enfermó mi madre. Estuvo mal, pues ésta es demasiada altura para ella. Estuvo en cama varios días i sólo se levantó para irse a Valparaíso, con su maleta hecha como pudo. Yo también me levanté para irme i me costó harto trabajo el guardar todo lo que tenía que guardar, pues fuera de que lo hacía de mala gana no me sentía bien.

¡Ah! Digo: me vine, pero no digo que al hotel del pueblecito este.

Estuve 15 días sola, acompañada por Juanita, la enfermera del Sanatorio. Estuve con ella hasta que mi madre volvió el 1º del pte. ¡Ojalá nunca hubiera vuelto! Estuvo tan enferma, tan enferma que creí que ahí donde se acostó se quedaría para siempre. Pero Dios es grande, como ella dice, i se sostuvo con las inyecciones que le dio el doctor Vega i ahora está otra vez para siempre en Valparaíso, con mi padre i Benjamín.

Yo pasaré el invierno sola i es triste i frío aquí el invierno. ¿Pero qué hacerle? 7 años me ha acompañado mi madre. ¡Es bastante! Le han costado casi su vida, ¿i yo? ¿Por qué he estado así rodeada de tanta abnegación i soi lo que soi? ¡Oh, cómo quisiera ser buena! Dios me dio el don de la oración, ¿cómo no paso orando i dando gracias por todo lo que en todo momento nos proteje?

28 Mayo - 23

Aún no me he levantado i por la puerta cerrada de mi pieza llega suavemente la música de Wagner favorita mía: “Los maestros cantores”. La silba G. i por su suave silbido lo “siento” bajar el cerro camino al pueblo desde la Casa de Salud. No es la primera vez que le oigo silbar ese tema bajando el cerro, aún más, otras veces desde mi silla le he visto. I una vez me quedé soñando: en el cerro había un castillo donde vivía un príncipe que era mi novio i todas las mañanas él bajaba entonando esa dulce canción que yo prefería. Nos amábamos i él, tímido, permanecía horas junto a mí, que reposaba en una linda silla. I antes de verlo lo sentía ya, por su entonación, que sabía a mí era dirijida. ¡Oh, los sueños!
LUCÍA NIÑITA, ANTES DE ENFERMAR




SAN JOSÉ DE MAIPO EN 1904.
DIECISIETE AÑOS DESPUÉS LLEGARÍA LUCÍA.


CUANDO LUCÍA SE REFIERE AL «HOTEL DEL PUEBLECITO ESTE» HABLA DEL HOTEL FRANCIA, HOY SANATORIO LAENNEC.
(FOTO DEL ARCHIVO DEL EX-ALCALDE ALBERTO ARAVENA, GENTILEZA DE PERLA ZAMORA.)


DIARIO ORIGINAL.


(Noche) Estoi escribiendo en mi cama, junto a la lámpara eléctrica. Dentro de mi pieza es una noche como todas; pero afuera la luna llena lo ha transformado todo. Poco veo desde mi cama, pero la imajinación me habla tantas cosas, tantas que he deseado rebelarme i arrancar a alguna locura o sentarme en la ventana serenamente, mirando el efecto de la luna en la calle. Alcancé a levantarme, pero al llegar al ropero para sacar mi abrigo oí un “reflexiona Lucía” de mi madre, que no sé cómo había quedado olvidado dentro de mí. I aquí estoi, resignada... tratando de creer que él “nunca” es dulce...

¡Oh, noche! La música de Pagliacci, de Carné, de Vuelve a Sorrenti, etc., llega hasta mí i la siento llegar a través del aire transparente i de los árboles que se cuajan de plata bajo la luz de las estrellas...

I mientras solloza mi alma por el dolor del “nunca”, G. silbando me hace pedazos todo el manto de resignación con que había cubierto mis sentimientos... ¡Oh, noche que pudo ser serena!

6 Junio - 23

¿Por qué no duermes, Corazón? La luz del crepúsculo suavemente rojiza, tú la viste esfumarse tras los tules de tu cuna. Has visto como bajaba i envolvía todo, en sus alas negras, la noche. Se hizo el silencio. ¡Duerme, Corazón! Yo te contaré un cuento de hadas o te cantaré una canción divina; ¡pero duerme, Corazón! ¿Por qué estás alerta a cada ruido que pasa? Tú me dices: si hubiera silencio, dormiría”, pero es entonces cuando estás más despierto, los ojos abiertos en las sombras i los oídos en tensión, tratando de oír si alguien viene, deseándolo. I si ves pasar una sombra a través del tul de tu cuna, le sonríes i cierras los ojos como si durmieras, engañándose, i una vez te vi sonreír i tender los brazos... ¡Duerme, Corazón!

Descansa esta noche, que es la mitad de tu vida. ¡Duerme! Tú sabes bien adónde iremos cuando llegue el alba. Tú lo sabes... Tomados de la mano iremos al altar del sacrificio. I la cuesta es áspera, i el sol es fuerte; i tu eres débil. ¡Descansa, Corazón! Mira que mañana llegará mui luego i es necesario que borres en ti hasta el último recuerdo. ¿Para qué esperas i aún deseas? ¡Dios permita que el Amor se pierda en la noche oscura i no pueda venir a buscarte! Yo lucharía hasta morir por defenderte, pero i si quedo vencida, ¿qué harías llorando junto a tu cuna vacía? ¡Duerme, Corazón! No escuches los pasos suaves i el murmullo de voces. Reza tu oración de la noche, cierra los ojos, cúbrete los oídos. Yo te quiero como un hijo i como lo que más quiero iré a ofrecerte en sacrificio. Aprovecha este silencio i duerme como un niño, que mui luego llegará el alba i comenzaremos a subir alegres la Cuesta penosa... ¡Duerme!

San José - 27 Octubre – 24

Desde mis más antiguos i lejanos recuerdos soi igual al niño que describe E. Barrios en Un perdido. Ese capítulo que se me dio a leer me ha impresionado. Desde que recuerdo, tengo esa impresión de haberme sentido distinta de los demás, de los de mi casa, de mis primas, de mis amigas; una diferencia que a veces me hacía sentirme superior i otras veces empequeñecida. Si porque hubiera hecho algo malo se me castigaba, yo no sentía arrepentimiento, sino esta impresión: “no me quieren, porque si me quisieran no me habrían castigado”. I entonces pensaba que yo no era hija de ellos: seguramente era una chica recogida como tantas otras, ¡por eso era tan distinta! Pero desde pequeña, desde que recuerdo, tuve gusto por lo bello; i leía mucho, a veces sin comprender, pues la narración me sonaba como una música; i siempre gocé con los cuadros que habían en mi casa i con los paisajes hermosos, i los crepúsculos de fuego, i con las noches plateadas por la luna llena; i siempre gocé con el silencio que buscaba hasta en la fiesta más entretenida. ¡Cómo era de distinta! A los 10 años yo pensaba i sentía esa necesidad de comunicar mis sentimientos, pero el pudor me lo impedía; además sentía que sería ridiculizada si contaba lo que llevaba adentro, esa alegría intensa de vivir, de amar las cosas, de soñar imposibles... Comencé por leerle a mi madre trozos de “Corazón”, el admirable libro de Amicis que mi padre me regaló al cumplir los 9 años; pero eran tantas mis lágrimas que las letras las veía desfiguradas i la voz no me pasaba de la garganta: no era pena, era emoción, era enternecimiento; mi madre me escuchaba mientras cosía, pero aunque gozara de mi lectura no sufría ni gozaba tan intensamente como yo. I aun cuando esa tarde me dijo: “mui bien, hijita, así debieras siempre leerme algo”, no lo hice más, pues sentía la tortura de no haber sido comprendida. Ya había olvidado esa idea de haber sido una niñita recojida, pero me sentía siempre distinta, lo cual era lo mismo. Luego, aquella parte en que el niño de la narración va a asistir a un baile de fantasía, es igual a lo que a mí me sucedió ya más grande, al entrar a la Vida. ¡Qué alegría la de llevar puesto un traje de colores alegres, de poder reír bajo una máscara de cartón, de decir chistes finos i ser celebrada! ¡Qué alegría la de asistir a esa fiesta i vivir i reír! Pero llegó el día de la fiesta i comenzó el sufrimiento: el traje era feo, la máscara ridícula; sentía la impresión de que todos me miraban i de que todos se burlaban de mí; i los chistes eran feos i yo callada, sin alegría; hubiera querido arrancar de allí; i me aislaba cada vez como ese niño que se arranca de la fiesta al jardín solitario. Los chistes que decían eran toscos; yo habría dicho otros mucho más finos, pero no tenía esa lijereza de pensar, pues los pulía dentro de mí: cuando el chiste ya era perfecto había pasado el momento i quedaba llorando dentro, ¡como tantas otras cosas! El traje de fantasía me iba mal, i era mi cuerpo; la máscara era ridícula, i era mi cara; pero yo sentía unos deseos locos de gritarles: ¡si esto no soi yo, si lo mejor lo llevo aquí, dentro del pecho! Pero mi cara no manifestaba nada en su rôle de máscara i nadie tampoco se hubiera interesado por mi grito. Pero la fiesta me había resultado torturadora, i al preguntarme ¿haz gozado?, contestaba un “sí” -como todos- “pero me duele la cabeza”...

21 Mayo - 25

Es curioso: estoi yo sola en mi dormitorio i hai alguien enfermo. ¿Quién será? Yo no, pues tengo el pulso bien bueno i siento en mí un gran bienestar. Toso, es verdad, pero ¿cuándo no he tosido? En el tiesto en que desgarro hai sangre; ¿de quién será ? A cada rato vienen a preguntar cómo sigue el enfermo; han recetado cloruro de calcio i han traído recados tranquilizadores... Es tanto que a ratos siento un vago susto. ¿En realidad seré yo el enfermo que escupe sangre?

Mi pieza tiene un número afuera. Esta mañana temprano han traído un aparato hecho con 4 tablas, con aspecto de ataúd, que han puesto a los pies de mi cama para que yo me afirme allí i quede medio sentada... Esto se lo ponen a todo el que tiene hemorragia; son disposiciones de hospital; a mí me ha hecho el efecto de que hubieran colgado un número en mi catre: ya no soi más que “la cama 24”. Entonces, ¿soi yo el enfermo? No entiendo, yo estoi mui bien pero en el tiesto hai desgarros de sangre i todos están muy preocupados i solícitos...

Sí, es curioso, a ratos creo que soi yo el enfermo, pero llega a tal mi pesimismo que nada me sorprende. ¿No es lo más lójico i natural que siendo tísica escupa sangre? Me siento entonces elevada a la gran categoría de los casos interesantes... I si esto aumenta, ¿vendrá detrás escondida la Muerte? Al fin i al cabo sería lo más lógico i natural... Pero no puedo enternecerme, pues siento en mí un gran bienestar, pero la idea de que en mi cuarto hai un enfermo me preocupa. ¿Quién será? ¿I el doctor qué dirá cuándo lo sepa?

Tarde.- El doctor vino i me ha dejado, según él, llena de precauciones, pero según yo, muerta de susto; únicamente sí me muevo mucho se me rompe otro vaso de los muchos que tengo en mi pulmón; si toso, si hablo, si respiro mui fuerte, ect., puede romperse el vaso i venirme una gran hemorragia... Me ha dejado con harto susto. Los desgarros continúan rojos i yo no se qué hacer, pues mal no me siento.

Como yo no hablo los pocos que entran a mi pieza se contajian de mi mímica i tampoco hablan... Entran i salen pisando despacio. En realidad, ¿el fin de este libro irá a ser el fin de mi vida?

29 Mayo - 25

¡Quién pudiera echar los brazos al viento i se fueran danzando!

¡Quién pudiera echar los pies al viento i que se fueran danzando!

¡Quién pudiera echar su cuerpo, sus ojos, sus labios al viento i que se perdieran danzando!

¡I quién pudiera lanzar al viento el corazón para que se lo llevara en una danza! I no volviera nunca...

¡Quién pudiera perderse en un horizonte marino i no ser más que la raya blanquizca que separa el cielo del mar!

¡Quién pudiera, siendo un pájaro, volar mui alto i después bajar vertiginosamente con las alas cerradas i hundirse en el mar!

¡Quién pudiera, después de haber sufrido todas la emociones, todos los dolores, toda la hermosura del mundo, tenderse i no ser más!

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