asombroso fenómeno observado en las playas de Tongoy en febrero de 1980, que fue apreciado en toda la costa hasta la Zona Sur, según lo comentaba la prensa al día siguiente de que esto ocurrió. Se veía en el firmamento una gran luz en forma de delta que de pronto se desplazó rauda hacia el sur perdiéndose de vista. Trataremos de obtener el dato de la hora en que esto se observó en cada punto del litoral y si fue preferentemente visto desde esta perspectiva, y con ese antecedente podríamos conjeturar conclusiones bien concluyentes sobre su naturaleza. También fuimos testigos de dos puestas de sol simultáneas, en el mismo momento, navegando por el Estrecho de Magallanes y ubicada una en posición diametralmente opuesta a la otra.
Tan reales son estas manifestaciones del orden natural (*1), que se han generado grupos de estudiosos que con mucha seriedad tratan de buscar una explicación sobre estos fenómenos. Más allá de los numerosos “ufólogos” que se sumergen en estas observaciones en forma independiente o asociados con otros en verdaderos cónclaves, existen organismos nacionales e internacionales, citados en el trabajo sobre fenómenos aéreos publicado en Dedal de Oro del verano de 2011, los que con ahínco buscan la forma de demostrar la realidad de la presunción que sostienen como auténtica y veraz. Pero pese a su acuciosidad no han llegado a explicar científicamente el fenómeno. Por el carácter de sus estudios nos sentimos comprometidos a respetar sus convicciones. Al fin y al cabo, casi todo nuestro conocimiento sobre la Historia y el Universo está basado en la creencia en algo sin que hayamos podido comprobar fehacientemente su autenticidad, porque ello no está a nuestro alcance. Por eso debemos considerar la validez de su aserto, sin que ello signifique manifestar que solidarizamos con sus ideas respecto al origen y realidad del fenómeno observado. Asimismo, pueden ser respetables nuestras apreciaciones.
Sin ánimo de polemizar, aunque sí de intercambiar ideas con esos estudiosos, desde una perspectiva que nos parece razonable, queremos volver sobre un planteamiento que hemos expuesto en estas columnas en relación con estas mismas conjeturas o incertidumbres.
En 1947 (*2) estaba el mundo viviendo un periodo de post guerra, en el cual había que aprovechar todo lo positivo que la conflagración mundial había dejado. Entre esos valores estaba el desarrollo tecnológico, lo que significaba un avance extraordinario en el decurso de la Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Para poder utilizar todo lo que el conflicto bélico había obligado a crear con otros objetivos, la industria existente no podía detenerse, y tuvieron que dedicarse a fabricar bienes de consumo empleando el conocimiento técnico y científico que se había ganado, en lugar de producir armas y otros productos bélicos.
Esta sorprendente actividad acentuó las alteraciones de carácter inmanente de la atmósfera y lo sigue haciendo. Sabemos que ésta es una masa compuesta por numerosos gases y componentes estratificados a diferentes alturas y de variables densidades y características, lo que tiene objetivos bien precisos: Permitir la generación de los vientos, hacer circular y repartir el agua por el territorio global, dar a la superficie de la Tierra una temperatura apta para cada una de sus funciones, hacer llegar a los seres vivientes los elementos que mediante el apoyo de la respiración les suministrará la vida, etc. Entre estos etcéteras está la difusión de la luz, factor vital para permitir la vida y la existencia de árboles, animales y plantas. Así, tenemos a este exultante fenómeno que es la luz, asentado en la atmósfera y sujeto a los innumerables efectos a que ella la va a someter. No está en el subsuelo bajo nuestros pies, donde las masas que carecen de superficie no necesitan ser visibles. Los fotones que impresionan nuestros sentidos son partículas de energía que se desplazan a 300.000 km. por segundo y su curso se ve alterado y congestionado en medio de su hábitat, dependiendo de la composición que éste tenga. La luz, en medio de las masas que permiten su difusión, como la atmósfera, el agua y los sólidos que no entraban su viaje, se ve condicionada por la variación que estos causan en su velocidad. Basta con observar una regla semisumergida en un recipiente con agua.
Por el momento, volvamos a la atmósfera, que es el lugar donde vemos los objetos voladores no identificados. No andan en otra parte. No hemos sabido que hayan descubierto un desplazamiento de naves extraterrestres bajo las aguas del mar.
El aire circundante se alteró significativamente con los procesos industriales y productivos que transforman la materia, liberando partículas que se integran a la atmósfera provocando esas condiciones diferentes que se encuentran en el trayecto de la luz. Así es como nos encontramos con el fenómeno de que ésta se refracta en virtud de las variaciones de temperatura, densidad y componentes, generando las desviaciones de los rayos luminosos que nos han llamado tanto la atención en los últimos sesenta años. Siempre estuvimos acostumbrados a observar con naturalidad la incidencia de los relieves de la Tierra, y en el horizonte veíamos sin asombro una luna llena enorme, que obviamente no es más que un efecto luminoso, como lo son esas bellezas que contemplamos en la costa para la puesta del sol, donde éste adquiere fisonomías extrañas rodeado de nubes de múltiples colores y una imagen visible del astro rey que no es más que un reflejo. Solamente lo percibimos, y entendemos que allí no hay una brizna de pigmentos sólidos con colores ni un sol que se despide, porque en ese momento ya no está. El cielo también es azul y no encontramos jamás los componentes de tal color ni nos preocupa capturarlos. Y tenemos varios otros efectos de la luz que dan origen a leyendas y creencias, como el ánfora con oro al pie del arco iris y las sorprendentes imágenes de los espejismos. Con frecuencia nos hemos encontrado con pozas de agua en una carretera en el desierto o en cualquier calzada cuando hace mucho calor. No viene al caso explicar la naturaleza de estos fenómenos, porque sabemos de qué se trata. Pero nadie ha pensado en plantear en serio, más allá de la literatura, la existencia de un punto de inicio y de término del arco iris o de las fuentes del agua en el desierto, porque los tenemos conceptualmente ahí, muy cerca. Sólo podemos concebir la idea de acercarnos a ellos, como ir a mirar por debajo la aurora polar o las fascinantes imágenes en los cielos de la Antártida. Las estrellas voladoras que traen hasta mensajes, resulta que no son más que pequeños corpúsculos errantes en el espacio, que se funden en la atmósfera, precisamente gracias a su densidad.
No podríamos dejar de asombrarnos sobre la racionalidad de los seres que tripulan esas naves para llegar a tan irrelevantes espacios del Universo, en circunstancias de que una forma de vida y un antropomorfismo de estos viajeros, nos parece inmensamente remoto, por tener presente las múltiples condiciones exclusivas que permiten el nuestro. De suceder una dualidad de este tipo en algún lugar del Universo, tendría que ser mucho más allá de lo que podamos imaginar, en cuanto a la dimensión del espacio, y siendo así, parece insólito que un punto de interés para tales viajeros investigadores, sea el que está ubicado en una ínfima porción del sistema solar, que a su vez, es imperceptible en aquella magnitud que nos cuesta concebir.
En síntesis, tengo la idea de que se trata de fenómenos luminosos en el firmamento que han existido desde la formación de la Tierra y que pueden aumentar o disminuir, dependiendo de la composición de la atmósfera y la estratósfera. Las experiencias por abducción u otras similares, pueden ser tratadas desde otra perspectiva, esta vez con criterios científicos relacionados con los fenómenos de la psiquis.
(*1) Aquí caben algunas especulaciones sobre la energía en general que podrían explicar algo respecto al tema que nos preocupa.
(*2) Hemos enfatizado en el periodo Posguerra, porque es entonces cuando se acelera el proceso de cambios en la atmósfera, y como estamos asociando los fenómenos de los ovnis a los componentes de la atmósfera y a la conducta de la luz en su medio, es en esta época cuando empiezan a aparecer estos objetos en el firmamento, y no se han detenido. Más aún, la alteración de la capa de ozono está provocando otros problemas.