Es triste y vergonzoso que nuestra población lea cada día menos. Chile ocupa el lugar Nº 43 en el ranking mundial de la lectura. En cuanto a las razones aducidas, los porcentajes mayores están radicados en las respuestas
"el libro es muy caro"; "no les gusta", "no les interesa"; "no les resulta necesario"; "por falta de tiempo"; "por falta de costumbre".
Que los libros son "muy caros" o "caros", lo señala el 80% de los encuestados. En efecto, los libros en Chile son los más caros de Iberoamérica, a pesar de que los autores se llevan el 10% de la venta y las librerías marginan el 40 o 35%. El IVA chileno, por su parte, es el segundo más alto del mundo. Durante el año 2012, el 2,5% de los encuestados de la población declara nunca haber comprado un libro.
La revista Occidente, en el Nº 438 de abril del presente año, se refiere extensamente a este tema, dedicándole 13 páginas completas. En ellas, bajo distintos subtítulos, se plantea que eliminar el IVA sería un gesto, un mensaje claro que podría provocar un aumento en el número de lectores. Del Estado se dice que percibe al libro no como un bien cultural, sino como un artículo cualquiera. Se comenta también que la situación del libro chileno se debe a la falta de políticas sistémicas que contemplen iniciativas y acciones conducentes a apoyar a las editoriales, a las librerías y a los críticos. Se necesita con urgencia de una "cultura lectora".
Se discute además que es imprescindible mejorar la gestión de comercialización del Libro, bajar sus precios buscando nuevos canales de distribución y venta, a fin de efectivamente bajar costos y ajustar márgenes de utilidad. Se habla también de las ventajas innegables del libro electrónico (lectura digital), al que se califica como un producto cómodo, accesible, versátil, perdurable y barato. Representaría un instrumento esencial para el mercado de la educación. Su problema es la piratería. Se enuncia a continuación que hay tareas "pendientes" en la enseñanza del lenguaje, citándose al respecto aunque sin mayores comentarios, a la "comprensión de la lectura" como un elemento importante en todo cambio social. Finalmente se describen sucintamente los rudimentos esenciales de la política estatal para la lectura: promoción e incentivo de ella y desarrollo de la infraestructura necesaria a nivel nacional; estímulo a la edición de obras nuevas de autores chilenos los que posteriormente se destinan a bibliotecas públicas; "bolsas de libros" para familias vulnerables; fondos presupuestarios especiales; ampliación de la red de bibliotecas públicas a lo largo de todo el país; estímulo a la formación de profesores, educadores de párvulos, bibliotecarios, familias, otros.
Llama profundamente la atención y es desilusionante comprobar que en el extenso análisis y examen que comentamos, hecho por expertos, altas autoridades nacionales de la cultura y de la educación, escritores de nota, directores de escuelas de literatura, gerentes de conocidas editoriales, Magister en Educación y otros, no exista mención alguna al hecho de que en Chile, especialmente a nivel de la población escolar, existen muchos individuos que "leen y no entienden lo leído", como textualmente acusan los profesores. Esta situación, que también se registra en un porcentaje muy alto de adultos, se extiende también a los diarios, a las revistas y otros. Encuestadas estas personas declaran que "no les gustan los libros" y los rechazan. Su preferencia en cambio es el "consumo" masivo, creciente, alegre y despreocupado de las imágenes televisivas, cinematográficas, fotográficas y otras. Para ellos los profesores argumentan que en sus hogares por variadas situaciones, socioeconómicas principalmente, no hay libros, no hay diarios ni revistas. El fenómeno es rotulado como "falta de comprensión lectora", y para su tratamiento se "recetan libros", más libros y más bibliotecas en red, sin advertirse cuál es la real causa de él, elemento que en esencia es solo una mera consecuencia, efecto o resultado.
A juicio nuestro no se trata de contar con más libros, sino de aprender más palabras con sentido, con significado. Se trata, en suma, de aprender a leer; más tarde, conseguido este aprendizaje será bienvenido todo impulso a una cultura de la lectura y al uso de las bibliotecas.
Para nosotros es un hecho cierto y de fácil comprobación que la pésima "comprensión lectora", que día a día constatan principalmente nuestras autoridades educacionales en sus establecimientos, se debe a que los jóvenes en las páginas de un escrito solo alcanzan a deletrear sus palabras: ¡No se les ha enseñado a leer!
Deletrear es comunicar el sonido de los signos que componen la palabra (las letras), después de haberlas juntado. Leer, en cambio, es pasar la vista por un escrito y entender lo que allí se dice, por haber "traducido" (decodificado) el significado de las palabras y alcanzado el concepto que ellas encierran
Por ello al conocer de las páginas de un escrito el significado de solo una que otra palabra, dicen que "no les gustan los libros", y los rechazan.
Esta triste, no comprendida y tampoco corregida situación, condena a nuestra población a una mala calidad de vida, y al país a un subdesarrollo vergonzoso. (Los seres humanos "pensamos con palabras").
Importante sería realizar encuestas destinadas a precisar la "comprensión lectora" de los docentes de nuestro país. (Es alarmante constatar que un gran número de las personas que ingresaron a estudiar Pedagogía Básica, lo hicieron con alrededor de 350 puntos en la PSU).