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Detalles sobre la muerte del Coronel Don Manuel Rodriguez, espresados, poco antes de su muerte, por el comandante Don Jose Antonio Maure: Despues de la batalla de Maipú, el batallon Casadores de los Andes, al que yo pertenecía, en clase de teniente, acuartelado en San Pablo, se presenta allí el Teniente Zuloaga natural de Mendoza, conduciendo preso al coronel Don Manuel Rodriguez, custodiado por el Mismo Zuloaga.
El jefe del citado batallon era el coronel Dn Rudecindo Alvarado natural de Tucuman i Sargento mayor Dn José Cirilo Sequeira, natural de Buenos Aires.
Transcurridos algunos dias, el teniente Zuloaga marchó a Quillota, llevandose al coronel Rodriguez con un piquete de dose soldados y dos cabos llamados estos Pedro Aguero y Damian Balmaseda, ambos naturales de la Provincia de San Juan.
En la tarde del dia de la partida de Zuloaga, marchó con la misma direccion el batallon Casadores, con el objeto, segun se decía entre los oficiales, de reparar las bajas sufridas en Maipú.
Yo me adelanté con dos asistentes a preparar en Polpaico el rancho p' la tropa í al atravezar la Hacienda de Lirai serrada la noche, divisé un fuego en el campo i habiendome dirigido alli, encontré al Coronel Rodriguez y Zuloaga con el piquete que le servia.
El Coronel me pregunto en q punto iva a esperar al batallón, i q me encargaba un asado al uso Argentino pa' almozar al siguente dia.
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Preparando en Polpaico el rancho p' la tropa, llego el batallon i el piquete q custodiaba al coronel como a las 10 de la mañana viniendo Sequeira al mando del cuerpo, por haberse quedado en Santiago el coronel Alvarado.
Luego el coronel Rodriguez se bajo del caballo, le llevé el asado que me encargó i muy grato me convido con una copa de jeresoso vino.
Mientras el batallon comia, me llamo el mayor Sequeira a un citio reservado i dijo ¿quieres aceptar una comicion de honor? Encargandose del coronel i del piquete q le custodia p a que en el serro de esa montaña le haga ultimar, a pretesto de su fuga: porque asi conviene a los intereses de la patria. Le conteste no aceptaba la comicion, tanto pr el aprecio que me merecia el coronel, como por no ser digno de un soldado de honor. Le dije: si v. me manda fusilarlo en virtud de sentencia, lo haría llorando, pero no jamás bajo la sombra del crimen q. seria la omisión de proceso.
Me pregunto si Zuloaga aceptaria el cargo, le conteste q. me parecia imposible pr el conocimiento q tenia de su caracter. Me recomendo reserva sobre la comicion.
(Habiendo marchado el batallon en la tarde con rumbo a Quillota, el mayor Sequeira me encargo de reserva sobre la comicion q no acepte.)
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Despues de esta comicion que no acepte, se dirigio a conferenciar en reserva con el teniente Antonio Navarro, español q. se encargo del preso con su respectiva custodia, quedando Zuloaga incorporado al batallon.
Al entrar la noche Navarro se puso en marcha al interior del Cajon denominado Tiltil i el batallon marcho con direccion a Quillota, donde acampamos, sin ver al coronel, estando alli Navarro con el piquete.
La siguente noche fue invitada la oficialidad a un banquete con q. lo festejaban los vecinos de Quillota, i encontrandome yo a cargo del Cuerpo llame a los cabos Pedro Agüero y Damian Balmaseda p. q. informaran del paradero del coronel Rodriguez i me dijeron lo siguente: saliendo desde (……………..) todos a la orilla y el teniente Navarro dijo al Coronel: (……..) vamos a la altura donde se divisa aquella luz i le contesto afirmativamente. Antes de montar los caballos nos dijo Navarro en reserva que llevasemos los rifles bien preparados. Separados alguna distancia del fuego, dijo Navarro al coronel, mira que ave tan rara, el coronel miro i recibio el balaso q lo voto al suelo, diciendo Navarro no me mates, toma este anillo i con el seras feliz; pero Navarro nos ordeno dispararle 2 tiros i votarlo a una zanja ordenandonos esparciéramos: que yendo en fuga el coronel lo habiamos ultimado para capturarlo. Tal y tan criminal fue el plan consevido (xxxxxx) para ultimar al benemérito Coronel Rodriguez.