ADICTOS A LA ADICCIÓN

Dicen que los neurotrasmisores de la adicción a las drogas químicas actúan también en otro tipo de adicciones, como la adicción al trabajo, al sexo, al dinero, a la televisión, a los juegos electrónicos, al fútbol, etc. Lo mismo pasaría con aquellas conductas que no se logran controlar, como la de los compradores compulsivos y los cleptómanos. De este modo, si una persona, por ejemplo, aficionada al fútbol, quiere saber algo más sobre sí misma, debe establecer claramente lo que le provoca su comportamiento: ¿se comporta así por agrado o por necesidad? Si es por necesidad, quizás se haga necesario algún tratamiento con antidepresivos y ayuda psicológica. En fin... si juzgamos por los comportamientos irracionales frente al fútbol, sería necesario un tratamiento colectivo al mundo entero, excepto unos pocos dignos.

CAMBIO DE AMANTES

Dicen que Helen Fisher, divorciada, profesora de la Universidad de Rutgers, pasó muchos años a fines del siglo recién pasado, estudiando a las mujeres de diferentes países, y que finalmente llegó a la conclusión de que la mayoría de ellas desea, en lo más íntimo de sí mismas, abandonar a su marido después de un promedio de 4 años de convivencia. La razón parece ser que los genes femeninos saben mejor que la cabeza lo siguiente: los hijos engendrados por distintos hombres presentan mayor diversidad, por lo que tienen más posibilidades de sobrevivir. Si el matrimonio, generalmente, dura más que ese periodo, es por razones culturales, aunque cada vez se hace más evidente una vuelta a lo natural: la emancipación de la mujer permite que sus genes se expresen. Este hecho no debe sorprender a nadie, dice doña Helen: prácticamente ningún mamífero hembra permanece más de cuatro años con el mismo compañero.

¿ADIÓS AL DOLOR?

Dicen que un grupo de expertos de la Universidad de Minnesota, ya hace años, descubrió un método que serviría para eliminar las neuronas encargadas de transmitir la sensación de dolor en el cuerpo humano. Se hace una operación para insertar unas "bombas inteligentes" capaces de identificar las células que deben aniquilar, es decir, las que emiten las señales de dolor al cerebro, momento en que el paciente dice ¡ay! De esta manera, se podría mejorar la calidad de vida de las personas que sufren dolores crónicos. Sea como sea, no hay que olvidar que el dolor cumple un rol importante en la vida de las personas como encargado de avisar que algo anda mal en el cuerpo.

LA CLAVE DE LA SIMPATÍA

Dicen que la neurología, ciencia que estudia el cerebro, establece que uno de los puntos principales que diferencian al ser humano del resto de los mamíferos es la capacidad espontánea del primero para simpatizar con otros de sus semejantes. En el cerebro hay un lugar preciso, del tamaño de una bola de billar, gracias al cual uno puede empatizar o entender el humor de quien está frente, sus ironías y el uso del doble sentido, lo que determina lo esencial para relacionarse con otros. Esta zona se encuentra en el lóbulo frontal derecho del cerebro, y es clave para la forma en que uno se contacta emocionalmente. Por ejemplo, en caso de algún conflicto en el matrimonio, es esencial, si se quiere encontrar soluciones, la capacidad para ponerse en el lugar del otro, lo que se llama empatía. Las personas que han sufrido algún daño frontal son incapaces de hacerlo.

LOS OBESOS BUSCAN PLACER

Dicen que la dopamina, una sustancia química del cerebro que produce sensaciones de satisfacción y placer, puede ser la causa por la que las personas obesas se aferran a la comida, de igual forma como los alcohólicos se aferran a la bebida y los drogadictos a las diferentes drogas. Hace un par de décadas, investigadores del Laboratorio Nacional Brookhaven del Departamento de Energía de Estados Unidos, en Nueva York, revelaron que las personas obesas tienen menos receptores de dopamina en el cerebro, y que es posible que coman más para estimular los circuitos cerebrales del placer.