Revista Dedal de Oro N° 65
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 65 - Año XI, Invierno 2013

LINTERNA-TURA

EL ZORRO Y EL MINERO
Cuento originario de CECILIA SANDANA GONZÁLEZ
Profesora de Historia y Geografía, cajonina desde siempre.
ILUSTRACIÓN DE EL ZORRO Y EL MINERO POR ONII PLANETT.
ILUSTRACIÓN DE EL ZORRO Y EL MINERO POR ONII PLANETT

A la llegada de los españoles, nuestras tierras estaban pobladas por indígenas de variadas tribus, con diversas costumbres a lo largo de todo el territorio. El asentamiento español buscaba principalmente riquezas minerales, en especial el mineral del color del sol, siendo el cobre y la plata minerales plebeyos que tenían una categoría inferior, no sólo por su valor sino también por el trabajo para extraerles.

Con el paso del tiempo, indígenas y españoles se terminan mezclando (muchas veces a través de terribles vejaciones a las mujeres) dando paso a un nuevo grupo: los mestizos. Y van a ser ellos la nueva mano de obra que trabajará en los campos y las minas.

Hacia 1692 un minero de profesión y cateador de oficio llamado Pedro Ruiz de Aguirre, dicen que da a conocer la primera mina de plata de Chile, llamada San Pedro Nolasco, en las faldas montañosas del Cajón del Maipo. Dicen que sólo la explotaban 4 meses, a raíz de los crudos inviernos en la alta cordillera. A partir de la explotación de este mineral es que se funda el pueblo con el nombre de Villa de San José de Maipo en 1792, con el fin de dar paradero a quienes habitaban la zona, teniendo como eje la explotación del mineral, pues llega a entregar una gran cantidad de dinero a la Corona Española.

La historia de nuestro pueblo cuenta que los trabajadores de la mina hacían las labores en terribles condiciones, había escasa alimentación, las viviendas eran puros ranchitos, no había ni vino para pasar las penas, a no ser que un guachuchero pasara a venderles alcohol, porque la Ley Seca no permitía que los mineros se embriagaran. Y así se la pasaban, acarreando el mineral en sus hombros para ser bajados desde las faldas cordilleranas a lomo de mula. Cuentan que los viejos se embrutecían en este lugar, nadie quería subir a trabajar, pero muchos no podían decir que no; la pobreza no dejaba opción. Algunas noches las almas en pena los visitaban para recordarles que ellos eran quienes estaban vivos...

Los mestizos soñaban con un día ser ricos y mandar a la cresta al patrón, y dejar atrás el trato como animales que llevaban…

Uno de estos mineros era apodado Juanucho -dicen que desde chico le decían así por lo largo y flaco-, y vivía en San José junto a su vieja madre, que muchos hijos había parido, pero cada uno ya había tomado su destino. La pega escaseaba en el pueblo, de manera que con el dolor de su alma agarró las pilchas y a su fiel compañero -un perro patas cortas-, y se encaminó hasta la mina.

La pega era terrible, los hombres que llevaban mucho tiempo ya ni hablaban, el aire helado le congelaba las orejas, la piel sangraba con la sequedad, pasaba hambre y frío, ya no podía más; se echaba a su perro en los pies para no congelarse.

Después de la pega, al lado del fuego tomaba mate y miraba las estrellas hasta que la llama se apagaba, y terminaba hablando con su perro, que era al parecer el más cuerdo de todos los que allí estaban. Los hombrones le habían dicho que a veces por las noches pasaba el diablo a visitarlos, pero él no los tomó en cuenta porque era muy católico el Juanucho.

Cada noche, a cada estrella fugaz que transitaba por el cielo, el joven le pedía salir de allí, le pedía otra vida y hasta se le ocurría pedir riquezas… Una de aquellas noches, cuando el diablo se paseaba por la mina, dicen que escuchó las peticiones de Juanucho, y sin esperar, el demonio mismo se convirtió en zorro, sigiloso se acercó al campamento, y con la trompa le tocó la espalda al muchacho, que de puro susto casi se cae a las brasas, y el patas cortas le mostraba los dientes pero terminó aullando y tapándose los ojitos -porque los animales reconocen a los espíritus-. El Juanucho estaba asustado, pero era solo un zorro… y mientras sacaba un cuchillo, el zorro tomó asiento y le dijo:

-Yo estoy aquí para darte lo que estabas pidiendo hace muuuuchasss noches, te haré rico Juanucho, ¡qué opinas!

El hombre se cayó arriba de unas piedras, y trastabillando retrocedía como podía...…Entre garabatos se acordaba de su mamacita, de diosito y la virgen del Carmen… El zorro, cagadito de la risa, le volvió a preguntar si era lo que quería, él se lo cumpliría, pero a cambio, en 27 años más su alma debía ser para el demonio, que incluso le tenía una pega lista, nada más y nada menos que el cuidado para siempre de la mina San Pedro Nolasco. El Juanucho, pasmado, no podía creer lo que oía, se agarraba el pelo, se restregaba los ojos, era todo increíble… Estaba callado mientras miraba a ese ser… Terminó por sentarse y escuchar con calma. La idea no parecía tan descabellada, después de todo sería rico por 27 años, que no era poco tiempo.… Humm… pero pasar toda la eternidad cuidando esa mina era espantoso…

El diablo se empezó a aburrir, además tenía mucho trabajo esa noche, así es que decidió desaparecer…

Nada de lo que había sucedido podía ser real, se acostó al lado de las brasas, abrazó al perro y lloró sin saber qué hacer.

Al siguiente día, el zorro se le apareció de nuevo, buscando una respuesta… Juanucho, cansado de la pobreza, de la miseria, aceptó el trato, y el diablo le entregó un saco llenito de oro, y le dijo que jamás se le acabaría, hasta que llegara el día del trato.

Pero los años pasan rápido. Juanucho fue el hombre más rico de todo el pueblo, de toda la región, y aún sus descendientes disfrutan de sus tierras, pero no hay deuda que no se pague y así fue.…A las 12 de la noche el hombre lloraba solo bajo el parrón de su gran casa, y el zorro no tardó en llegar. Dicen que se sintieron en el pueblo unos aullidos desde el más allá y el grito del Juanucho, al que se llevaron en cuerpo y alma… Y dicen también que hasta hoy en día a la gente le cuesta dar con la mina, porque el Juanucho está acostumbrado a estar solo, y a quien quiera dormir cerca, el cuidador lo expulsa tirándole piedras calientes.

Porque es así: cada mina la cuida un ser del demonio hasta el final de los días...

 
Volver al artículo anterior de Dedal De Oro Ver Artículo Siguiente
Volver al Índice de Dedal De Oro N° 65
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.