Un sueño realizado.
No se puede saber cuándo, en qué momento nace un sueño, pero sí sabemos cuándo se realiza. El mío quizás nació al escribir, de manera obligada, las primeras composiciones en la escuela parroquial "Rafael Eyzaguirre", o cuando bajo el ojo atento de mi padre debía leer las noticias en el periódico los domingos antes de desayunar. Hoy pienso que desde aquellos lejanos días he amado lo escrito, el olor a tinta fresca sobre el papel, el apagado y suave ruido del lápiz a mina trazando signos sobre una esquela. La suavidad de la escritura y el misterio del trazo dejado sobre una blanca hoja, me han incitado siempre al placer de escribir, al dolor del recuerdo y a la euforia del resultado, una vez puesto el punto final a un escrito. Aun cuando ese punto se prolongue en el tiempo y el espacio y no sea más que un ligero accidente en el ejercicio del que escribe.
Mis primeras letras las aprendí en este pueblo cordillerano bautizado San José de Maipo. En aquellos días, lejos en Europa, se ponía término a la Segunda Guerra Mundial. En este idílico rincón del mundo, nosotros éramos demasiado pequeños para darnos cuenta y comprender el drama de una guerra y la estela de sufrimientos y destrucción que siempre deja. Mi vida transcurría plácida y sin mayores sobresaltos, pues sólo al terminar los estudios primarios nos encontrábamos ante un incierto futuro por la falta de establecimientos escolares secundarios.
A nuestra casa de adobes, construida en La Cañada Sur esquina calle El Volcán -propiedad de la antigua familia Rojas y construida al inicio del poblado en el año 1792- llegaban cada día jueves, en uno de los bolsillos de la chaqueta de mi padre, José Ángel Rojas Robles, la revista Okey y El Fausto, que él devoraba. A mí ya no me interesaba mirar solo "monitos", quería saber lo que decían. Fue esa motivación la que me llevó, me indujo a convertirme en un asiduo lector, costumbre que junto a mi esposa Myriam transmitimos a nuestros dos hijos, Sergio y Claudio, y a nuestra hija nacida exiliada en la capital del Reino de Bélgica, Bruselas.
Mi sueño ha sido siempre escribir y escribir. Fui detenido en noviembre de 1973 por ser dirigente sindical. Jamás se me pudo probar ni robo ni asesinato ni traición alguna. En mi recorrido por siete lugares diferentes de terror y tortura, busqué siempre poder dejar un trazo escrito, transmitir mis pensamientos en papelitos, escritos por pequeños trozos de lápiz a mina que nos distribuíamos de manera solidaria y también, muchas veces, debimos ocultar de la mirada de los guardias. Salvar y hacer llegar esos trozos de sentimientos a la esposa, madre, hermano o a algún familiar era toda una odisea. El odio uniformado no admitía palabras, menos lo escrito, pues éste es un testimonio que debía ser sepultado. Lo escrito es peligroso para aquellos y aquellas que quieren a toda prueba ocultar la verdad.
El sábado 18 de febrero del presente año a las 19 horas, en mi pueblo, en el restaurant de Rubén Castillo he cumplido una parte de mi sueño. He presentado ante nuestros amigos y amigas, colegas y camaradas de aventura, mi primer hijo literario "Tiempos y Memoria", un humilde poemario editado en la imprenta artesanal "La justa media de Judith". Todo escrito tiene un valor. Este poemario no escapa a esta máxima, más aún si el prólogo ha sido escrito, a mi pedido, por el "literalmente amigo más antiguo" que tengo, Camilo Marks. Otro valor es que he podido editar versos que fueron creados en los duros y dolorosos momentos en que la dictadura de Pinochet amordazó, con su ola de asesinatos y terror, al pueblo chileno, que ha sido por siempre amante de la libertad.
Este poemario es una prueba más de que la palabra escrita es más fuerte y profunda que cualquier bala o golpe de luma. Con este poemario sustento la idea de que ninguna sociedad basada en la iniquidad mercantil actual puede acallar la voz de las letras.
Mi pueblo cordillerano debe volver a ser lo que ha sido por siempre: un lugar paradisiaco, pero para que así sea y volvamos a tener niños y niñas sanas de espíritu, una juventud soñadora, debemos crear los lugares necesarios para esa expansión como son las bibliotecas y las aulas libres y laicas que siempre han existido en una República moderna.
Sergio "Michimalonco" Rojas
Cantera La Sambre
Bruselas.