A fines de octubre, tuvo lugar en Valparaíso su ya tradicional Festival de Cine Patrimonial Recobrado, gracias a la tenacidad de sus pioneros, encabezados por el gran Alfredo Barría, su director y principal impulsor, que cada año debe sortear impensados obstáculos para brindarnos la esencia del cine. Acompañado por un puñado de colaboradores incondicionales, junto con manifestarnos en imágenes sus convicciones, nos brindan la posibilidad de reencontrarnos con las imágenes en movimiento de películas "mudas", acompañadas por música interpretada en vivo, junto al gran telón, por cultores de este arte que cruzan el océano, como es el caso de Günter Buchwald, pianista, violinista, director y compositor, que desde Alemania, cada año, acude al festival, regalándonos su sentir, su virtuosismo y su arte. Desde Limache y con los mismos pergaminos musicales, llega también al festival Gastón Soublette, quien por muchos años ha cultivado este arte en un estilo propio, difícil de alcanzar. Observar a Jaime Córdova como niño grande preparando de manera prolija la proyectora de 16 mm., en la sala de DUOC, o montando con manos diestras los rollos de 35 mm. en el Teatro Municipal, es encontrarnos con la recreación misma de oficios casi perdidos que, gracias a estos cultores, nunca desaparecerán, estoy seguro. Esto es lo que hace al festival porteño diferente a cualquier otro. Único en su género en Chile, tiene en Valparaíso, con su entorno patrimonial, ese asiento preciso y mágico que siempre inspirará a los cineastas para embarcarse en aventuras de rodaje o anhelos de restauración con vista al horizonte o a los cerros que lo abrazan. Gracias por Octubre, el mes del cine patrimonial recobrado en el Pacífico.
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