A propósito de las pasadas fiestas de fin de año, confieso que desde que atendí al (sin) sentido que se le viene dando a la Navidad en nuestro país, cada diciembre se me hace más insoportable esta celebración. Desde hace ya varios años he ido observando cómo la mayoría de la gente, siguiendo la tradición, se prepara para recordar el nacimiento de Jesús. Lo primero, comenzar a comprar desesperadamente en un lado y otro, corriendo y sudando la gota gorda, atestando tiendas, picadas de "a luca", centros comerciales y, por supuesto, las ya institucionalizadas ferias navideñas. Esto para acaparar cuanto haya, porque no olvidemos que nada es más importante que expresar el amor endeudándose y adquiriendo muchos regalos... La idea es que no se note pobreza (material). Y para qué hablar del día veinticuatro, en vísperas de aquella "Noche de paz"… codazos van… empujones vienen, filas y filas interminables en las cajas de supermercado, como si el mundo se fuera a acabar.
Pero como el asunto del Palabreando no es venir a dármelas de "el Grinch", abordaré algunos conceptos relacionados con la Navidad desde la perspectiva que más me gusta, la de las palabras. Así nadie se enoja.
Noche de paz: ¿Imaginan el origen del famoso villancico Noche de paz? Según el libro de José Luis Comellas «Historia de los cambios climáticos», la erupción del volcán indonesio Tambora, en 1815, provocó en los años inmediatamente posteriores un importante enfriamiento en muchos lugares de la Tierra (incluida Europa), destacando lo ocurrido en 1816, que en la historia de la climatología es conocido como «El año sin verano». Dentro de los fenómenos relatados por Comellas aparece el anecdótico origen del popular villancico Noche de paz.
Se cuenta que en Austria las bajas temperaturas inutilizaron el órgano de la iglesia de San Nicolás en Oberndorf. Cuando llegó la Navidad, nadie había querido ir a esas montañas para reparar el instrumento, de modo que el párroco, Josef Mohr, escribió un villancico y recurrió a su amigo Franz Xaver Gruber para que le pusiera una música capaz de ser cantada sin acompañamiento por un coro. Así nació Stille Nacht (que nosotros conocemos como «Noche de Paz»), sin duda la canción de Navidad más conocida en el mundo entero.
La «luca»: Hace unos días me preguntaron si sabía por qué razón al billete de mil pesos chileno se le llama "luca". Alguna vez creo habérmelo preguntado también, pero al rato me olvidaba del asunto. Investigué y de entre los posibles orígenes el que más me convenció fue el encontrado en El libro de los porqué de la vida diaria, de Héctor Veliz-Mesa. En él este autor sostiene que la palabra luca, probablemente encuentre su origen en la voz "pelucona", denominación coloquial que, antiguamente, se daba en España a una moneda de oro en la que los monarcas de la casa de los Borbón aparecían con una gran peluca. Con los años, la locución pelucona se fue abreviando, primero a "peluca" y luego a "luca" y se le terminó equiparando a una peseta.