Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 58 - Año X, Primavera 2011

FIN DE UN PARADIGMA

2012 y El Libro Rojo de Jung

GASTÓN SOUBLETTE

EL oculto Libro Rojo de Carl Gustav Jung se ha publicado cincuenta años después de su fallecimiento. El pidió a su familia que el libro no fuera publicado sino al cumplirse un largo período de ausencia. Esto se debe a que Jung nunca estuvo en buenas relaciones con la comunidad científica mundial. Se le reprochaba justamente investigar la psique humana de un modo no científico y poner en jaque los principios de la legalidad científica, entre ellos el principio de causalidad. Y se entiende que él quisiera estar ausente cuando se publicara este libro. Se trata de un «incunable», libro enteramente hecho a mano, en hojas de pergamino en escritura gótica manuscrita y lleno de ilustraciones dibujadas y pintadas con vivos colores por el propio Jung, cuyo texto es autobiográfico y testimonial, bordeando a veces el estilo profético. En suma, no es un libro científico, sino un libro de mensaje personal de un psicólogo que trasciende las fronteras de la ciencia para comunicar al mundo algo que él cree de vital importancia para el futuro de la sociedad humana.

Su temática es muy variada y está dividido en numerosas secciones separadas por espacios debidamente acotados por ilustraciones, cambios de estilo en la escritura, áreas vacías y bloques de caligrafía. Es imposible abordar su amplia temática en el reducido espacio de un artículo, de modo que en este breve ensayo sólo daremos cuenta de lo que Jung avizora como crisis terminal de un modelo de civilización.

El saber de dominio, con sus verdades verticales y excluyentes, que caracteriza a esta civilización -que Jung califica de «heroica» en el mal sentido de la palabra-, según él se ha adquirido al precio de clausurar la mayor parte de nuestra psique. Se vive sólo en el yo reforzado por un intelecto utilitario. En flagrante conflicto con su época el psicólogo declara: «He aprendido que, además del espíritu de este tiempo, aún está en obra otro espíritu, aquel que domina la profundidad de todo lo presente. El espíritu de este tiempo sólo quiere oír acerca de la utilidad y el valor (monetario). Sin embargo, aquel otro espíritu me obliga a hablar más allá de la utilidad y el sentido». En su largo proceso de autoconocimiento, Jung descubrió que en gran medida él mismo estaba dominado por el espíritu de este tiempo y procedió a rechazarlo. Así dice: «El espíritu de la profundidad sometió en mí todo el orgullo y toda la altanería del juicio. Me quitó la fe en la ciencia, me robó la satisfacción de explicar y clasificar y dejó que se extinguiera en mí la entrega a los ideales de esta época. Me forzó a bajar a las cosas últimas y simples. Tomó mi entendimiento y todos mis conocimientos y los puso al servicio de lo inexplicable y el contrasentido. Me robó el habla y la escritura para todo lo que no estuviera al servicio de esto, es decir, de la fusión del sentido y el contrasentido, de lo que resulta un suprasentido».

Para Jung, el sentido del acontecer actual nos lleva al colapso del orden social. El contrasentido se refiere a todo lo que hemos excluido de nuestra mente y del mundo para construir este modelo de civilización puramente material (técnico-financiero), el cual, según él, está siguiendo sin darse cuenta la aventura de Ícaro, hijo de Dédalo, personaje de la mitología griega que voló hacia el sol con alas de cera, las que en la proximidad del astro se derritieron provocando su caída al mar. Narración simbólica referente al castigo de la soberbia y la insensatez.

Jung prevé por esto que Dios, que habita tanto en lo alto como en lo bajo, se manifestará a los hombres de hoy obligándolos a enfrentar todo lo que odian, temen, y aborrecen. Y eso ocurrirá, según él, «el día de su deshonra». Su texto continúa diciendo: «Tu voz (la de Dios), la armonía menos frecuente, será oída en el tartamudeo de lo desordenado, lo desechado y lo condenado como sin valor. Tocarán tu reino con sus manos aquellos que penaban en la más profunda bajeza, y cuyo anhelo los impulsó a través de la corriente fangosa del mal.»

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En suma, este gran psicólogo, en textos como éste, está haciendo el psi-coanálisis de nuestra historia moderna, anunciando algo que podría parecerse a un juicio final. Porque ciegos los hombres de hoy a todo lo que no sea poderoso, grande y triunfante, la contraparte de eso, lo que ha sido excluido o negado, incluido en ello la desmedrada condición de las grandes masas anónimas que poco o nada tienen que ver con lo bello y exitoso, vendrá a ocupar el hueco de que fue expulsado.

A juzgar por lo que se ve, las movilizaciones sociales de estos últimos años parecen dar la razón a Jung, pues si bien tales movilizaciones obedecen a causas puntuales, tales como la reforma educacional en Chile, la deuda externa en Islandia, la corrupción en la India, y otras similares en España, Francia, Bélgica y Medio Oriente islámico, todas parecen unidas por un mismo eje de sentido: es la humanidad que está diciendo ¡basta! Es el fin de un «paradigma» o modelo de organización social y concepción del mundo. Por eso, la reciente aparición del Libro Rojo de Carl Gustav Jung parece configurar una coincidencia significativa con la proximidad del año 2012, previsto por el Calendario Maya como el tiempo de una renovación radical de todo.

Pero Jung no sólo predice lo que él llama el «día de la deshonra» de nuestra arrogante civilización. Él, como psicólogo, prevé también el advenimiento de la maduración psíquica de hombres que lograrán realizar en sí esa totalidad del alma que él llama SI-MISMO. Según él, el modelo que el occidente tiene del sí-mismo realizado en su totalidad es Jesucristo. Por eso, él retoma el ideal cristiano, pero renovado. No hace un llamado para que los cristianos sean mejores cristianos, sino iguales a Cristo, como modelo hacia el cual encaminar la conducta.

El ya había formulado su teoría referente al sí-mismo encarnado en Jesucristo, en su libro AION, pero en este Libro Rojo, su obra póstuma, su exhortación, por primera vez en sus escritos, adquiere un estilo evangelizador.

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