Por:
Juan Pablo Yáñez
Barrios.
La
idea de hacer una revista me rondó desde mi juventud.
Era un sueño, no un proyecto. Desde los tiempos de la
universidad tomé la costumbre de inmiscuirme en lo que
tuviera que ver con publicaciones y que estuviese al alcance
de mis posibilidades. Primero lo hice en una revista rebelde,
"Ranquil", en la escuela de ingeniería de la
Universidad de Chile, en los años en que el idealismo
ingenuo lo tienta a uno a conquistar el mundo a golpe de fuegos
fatuos. Posteriormente, cuando ya había madurado un tanto,
esa actividad, a raíz del golpe militar, me pasó
la cuenta: 20 años de exilio.
Esa
etapa de mi vida la pasé en Hamburgo, Alemania,
donde también tuve que ver con publicaciones,
sobre todo con "Franja", una revista de exiliados
chilenos que se editaba en Bélgica y que, poco
a poco, fue independizándose del tutelaje político
que en un principio tenía. Esta nueva actividad
terminó por alejarme definitivamente de todo
aquel idealismo sin frutos que había dominado
mi vida: decidí seguir escribiendo libremente
en la independiente "Franja" antes que ceñirme
a las pautas estrictas que mis compañeros políticos
me... dictaban. Yo había salido de una dictadura
y me di cuenta de que no estaba dispuesto a caer en
otra. Por segunda vez, mi colaboración en una
revista cambiaba mis horizontes.
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Juan
Pablo Yañez Barrios, director de DdO
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En 1993 regresé a Chile y poco después comencé
a escribir en la revista "Uno Mismo", actividad que
desarrollé durante varios años. Ya mis experiencias
en Alemania habían cambiado radicalmente mi visión
del mundo, que ahora era menos estrecho y asfixiante que antes.
Sin meterse en aguas profundas, yo diría que la visión
del mundo cambia cuando uno deja de mirarlo sólo con los
ojos del intelecto y se hace capaz de añadirle los ojos
del espíritu.
A
todo esto, el sueño de hacer una revista seguía
allí, como utopía. Sin embargo, un día
en que la vida me llevó a un callejón sin salida
en relación a mi vida financiera me dije "ahora",
y me decidí a fundar "Dedal de Oro". Comencé
absolutamente solo, y ya hoy, somos un pequeño equipo
que trabaja unido y con entusiasmo.
Quiero
terminar estas líneas llamando la atención sobre
el hecho de que el pensamiento perdurable puede lograr concretar
en la realidad física algo que antes sólo existió
en la llamada imaginación. Hay dos cosas que se suelen
decir, pero que difícilmente son aceptadas como verdades:
que cada cosa tiene su tiempo y que la fuerza de la mente tiene
el poder de proyectarse en el plano de la materia, lo que en
otras palabras significa que todo sueño es realizable
cuando, sin vanas insistencias, se ha encontrado el camino y
el tiempo adecuado para plasmarlo en lo concreto.
LA
FLOR DEDAL DE ORO
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Hay Dedales
de Oro amarillos, otros naranjas, y de vez en cuando se puede
encontrar algunos blancos... En verano, cuando el sol pega fuerte,
lo común es ver por los caminos, por los cerros, por
los campos del Cajón del Maipo y otros lugares de Chile,
alfombras vegetales de esta flor de oro. Complace verlas, y
sorprende constatar que el sol hirviente no mata a esa pequeña
y aparentemente frágil florcita. Por el contrario, ella
parece revivir en la luz quemante cuando se abre a los rayos
del sol.
La flor
Dedal de Oro llegó a Chile desde California, hace muchos
años. Allá se la llama La amapola de California,
y, según cuentan, es una flor cultivada para la decoración.
A Chile, dicen los que recuerdan, se la trajo con la intención
de plantarla a lo largo de las líneas férreas,
pues su raíz es tan profunda y vital que da firmeza al
terreno en que crece. Y, en efecto, se la puede ver agitarse
al paso veloz de la poderosa locomotora y los enormes carros
del tren, para después aquietarse a los rayos del sol
y la brisa. Es que la flor Dedal de Oro nunca muere. En invierno
se esconde profundo en la tierra para revivir con el calor de
primavera y verano. Aquí en Chile, la flor de oro arraigó
y dejó de ser una florcita de decoración. Se hizo
poderosa como el tren que quiere pisarla. Se hizo silvestre.
Se puede
decir, entonces, que en nuestro territorio esta flor evolucionó
en sí misma para hacerse resistente, creando su propia
fortaleza, extendiéndose por los campos. Quizás
sea esa la mejor prueba para demostrar sus propiedades intrínsecas.
En efecto, la terapia floral dice que su esencia apoya con fuerza
a quien la ingiere con el propósito de crecer, de comprender,
de evolucionar, logrando que la persona se vuelva hacia sí
misma y aprenda a escuchar su propio saber interior, de donde
surge la construcción de una personalidad justa y vital,
base para que el individuo despliegue todas sus capacidades
creativas espirituales.
Dedal de
Oro, la flor, simboliza así las pretensiones de Dedal
de Oro, la revista: arraigo en la tierra y evolución
del espíritu.
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