Revista Dedal de Oro N° 68
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 68 - Año XII, Otoño 2014

MITOLOGÍA

EL DIOS PAN
Ilustración de un fauno de Cassandra Stewart, 2005.
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Una de las versiones de la mitología griega dice que Pan es hijo de la ninfa Dríope, a quien Hermes, mientras pastoreaba el rebaño del padre de esta, habría poseído en posición de carnero. Otra tradición cuenta que Penélope, durante la ausencia de su esposo Odiseo, tuvo innumerables amantes, quedando encinta no se sabe de quién. De esta manera habría nacido Pan, nombre que significa "el hijo de todos". Hay otras versiones del nacimiento del dios Pan, pero, sea como sea, lo excéntrico en él comienza ya desde su concepción. Pan nace con sus miembros inferiores en forma de macho cabrío y el resto de su cuerpo como el de un hombre. En la cabeza lleva dos cuernos y tiene una barbilla sobresaliente. Su cuerpo está cubierto por una capa de pelo. Sus patas de cabra son las que le dan su enorme agilidad. Corre como el rayo y escala los riscos y quebradas con la facilidad de una cabra e imitando las posiciones de estas.

Después de nacer, Pan, con el tiempo va transformándose en el dios de los pastores y rebaños, de la fertilidad y la sexualidad, de lo salvaje de la naturaleza penetrando en el instinto y despertando fantasías y deseos. Pan es enamoradizo y juguetón. Vive en Arcadia, en sus zonas más secas y agrestes, en cuyos bosques se dedica a perseguir y seducir a ninfas, pléyades, hembras crecidas y no tan crecidas, que deambulaban por los campos en amaneceres, atardeceres y anocheceres. Persigue a todas las hembras, incluyendo a las cabras, hasta conquistarlas y aparearse con ellas, aunque muchas intentaban escapar entre horrorizadas y fascinadas. Su potencia le daba una gran resistencia de persecución, hasta que la presa caía rendida en sus brazos, llena de temor pero al mismo tiempo embelesada por el empecinamiento de Pan. Él no se andaba con miramientos y no perdonaba nada que tuviera aspecto femenino, de modo que a menudo hasta los muchachos sucumbían a sus irresistibles impulsos cuando les daba alcance después de una excitante persecución.

De este modo, el dulce terror que Pan provocaba afectaba a todos, grandes y chicos, humanos y bestias. Y todos callaban y guardaban en secreto la vergüenza de haber sido placenteramente violentados por Pan, intentando disimular la conciencia de haber conocido el placer y la violencia en una sola embestida. Los que habían sido cautivos de Pan alegaban haber sido víctimas del terror, disimulando el estado de bochorno y anhelo en que se encontraban.

De este modo, Pan representa lo salvaje de la naturaleza. De la potencia de Pan surge en otros el miedo a los fenómenos naturales y por eso de su nombre deriva el vocablo "pánico". Su deseo es tan imparable como los rayos y truenos de la tempestad, y le gusta exhibir el vigor de su desnudez al igual que los relámpagos desnudos de una noche de tormenta. Dice la leyenda que las hembras, al verlo, se entregan a sus instintos naturales y son presas de deseos y fantasías de ofrecimiento, pero al mismo tiempo de un irrefrenable miedo, por lo que huyen arrebatadas por el "pánico".

A Pan también le gustaba cazar, ahuyentar a los machos que pisaban sus dominios y hacer música con la conocida flauta de Pan o flauta dulce, también llamada Siringa. El nombre Siringa viene de la ninfa que, según la leyenda, es el origen de la flauta. Ella era una náyade (ninfa acuática) tan hermosa como tímida, aficionada a la caza con un arco de cuerno. El día en que el dios Pan la vio, se enamoró de ella y partió en su persecución. La pléyade, sin embargo, resistiéndose a la tentación, se lanzó al río Ladón, donde otras ninfas acuáticas, compadeciéndose de ella ante la inminente llegada del dios Pan lleno de energías y con sus patas de relámpagos, la convirtieron en un cañaveral. El dios, quizás arrepentido de su persecución, ante las cañas mecidas por la brisa, cortó algunas de diferentes grosores y largos, las ató unas a otras según una inspirada disposición y creó así una flauta que se convirtió en la fuente de cautivadores sones musicales, cuyos tonos ayudan a pastorear, a recibir abundante leche de las cabras y a entregarse con ardor al amor. Esto es un nexo natural que une la sexualidad con la música dulce y el sentido poético.

Pan acostumbra a dormir al mediodía. Hace su sagrada siesta entre los rebaños o en el corazón del bosque, cerca de las fuentes naturales. No se lo debe despertar, porque el que lo hace se ve envuelto en una feroz persecución. A quienes osan interrumpir su sueño, Pan los lleva a un estado de miedo pánico. Pan es incontrolable, imprevisible, espontáneo, vagabundo, más allá de todo control y de toda voluntad, pero al mismo tiempo es ardiente y travieso; es un dios que con su correr estremece el bosque, con su aliento hace remecerse los follajes y con su arrojo provoca el desenfreno general...

 
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