Cuando en febrero de 2009 tomé conocimiento de la existencia de este increíble documento, estuve de acuerdo con Soledad Manterola Bade -sobrina de la autora del textoy con Juan Pablo Yáñez Barrios –director de la revista Dedal de Oro-, quienes me pidieron hacer gestiones para su publicación por intermedio de organismos de la Salud. Entonces nos abocamos a contactar a quienes pudieran sentir la misma emoción y que tuvieran –al mismo tiempoacceso a los medios que permitieran lograrlo. Así se iniciaron las gestiones para conseguir la publicación del Diario. Finalmente, al cabo de casi tres años, se cumple el sueño, y el "Diario de Lucía Manterola" pudo ver la luz en diciembre de 2011, poco antes de Navidad.

Un "diario" íntimo de una joven -escrito entre los 15 y los 23 años- que nos narra maravillosamente -con una escritura ágil y de muy buena calidad- las vivencias y penurias por las que va pasando con el transcurso de su enfermedad. Pero no sólo es eso. Es también un documento muy valioso para conocer el vivir cotidiano en los incipientes sanatorios que recibían a los enfermos de esa terrible enfermedad que era por entonces la tuberculosis. Y, por añadidura, aporta datos históricos que no hemos encontrado en los documentos oficiales, como lo que podemos leer en las páginas correspondientes a enero de 1923, en referencia al cierre de la Casa de Salud y el traslado forzoso de los enfermos al entonces Hotel Francia, más tarde Sanatorio Laennec. Primero, lo relata en carta a su hermano Benjamín:

"San José, 10 Enero 1923: ¡Nos echan! Yo he rabiado mucho, pero ya estoi mas calmada Créeme que he estado enferma a causa de esto. Cuándo se está ya instalada i bien instalada (cuesta instalarse), cuando se va mejorando, que vengan unos tontos a echarnos i de la manera que lo hicieron. Fíjate que después de anunciar el Miércoles en la noche por teléfono la visita de unos señores de la H. Junta, se descolgaron de sus lujosos autos el Jueves a las 8 o 9 A.M. Venían dispuestos a cerrar la casa «inmediatamente». Y cuándo se les manifestó que eso era imposible, por muchas razones, entre ellas el estado de los enfermos, se adelantó un tal Echenique i dijo: No. ¿Han almorzado, muchachos?, como Prat, sino: «Si los enfermos están mal se los saca en camilla i si se han de morir se mueren en su pieza». ¿Has visto algo igual? ¡Hemos protestado, hablado, mandado una larga nota firmada por todos; se han escrito artículos en los diarios, por reporteros que vinieron el Domingo, pero nada! Se dan su gusto i nos vamos. Nuestra bajada será el Viernes o Sábado, si volvemos a subir todo estará mui distinto."…

… "El doctor Lenck nos acompaño a almorzar hoi i con él hablamos de estas cosas. El cree que la Casa se reabrirá luego. Esta duda es una broma, pues siempre seguimos en el aire, es decir sin poder hacer ningún proyecto definitivo. Saliendo del Sanatorio, todo lo demás, hotel, pensiones, etc., es igualmente inferior i podríamos buscar algo que no fuera el hotel, algo mejor, pero como éste es lo más seguro a él nos vamos. Nuestra dirección será Hotel i después diré que más."

Luego, en el Diario se lee:

"15 Enero 1923: "Todo se ha acabado. ¿Que ha pasado? Simplemente que una tarde avisaron que al día siguiente vendrían unos señores de la H. Junta de Beneficencia, de quién es esta Casa. Efectivamente llegaron; pero antes de verla, ya dijeron: "la Casa se cierra". Han sido inútiles los artículos, protestas, empeños, que cuando a un hombre se le mete algo en la cabeza nadie se lo saca. Y tenemos que salir..."

Hemos revisado los documentos de La Junta de Beneficencia y de la Caja del Seguro Obligatorio –dueños de los sanatorios- y no existe referencia a ese hecho. Sin embargo, la Casa de Salud permaneció, efectivamente, cerrada hasta 1929.