En la Feria del Libro 2011 de Santiago había un contenedor relacionado con la campaña Un libro por la reinserción, del Ministerio de Justicia, que invitaba al público a donar libros con el objetivo de crear bibliotecas para jóvenes y niños dependientes del Sename y Gendarmería de Chile, niños que pasan sus días privados de libertad por estar "en falta" con la sociedad (¡niños «en falta» con la sociedad!). Estos contenedores estuvieron al alcance de los ciudadanos en diferentes centros educacionales y culturales por un mes, a fines del año recién ido, a lo largo de este país llamado Chile.
La Subsecretaria de Justicia, Patricia Pérez, coordinadora de la campaña, dijo en su momento que el llamado era a sumarse a esta noble iniciativa, que busca apoyar a jóvenes que han tenido momentos muy difíciles, han sufrido el abandono y no han tenido acceso al mundo de la cultura. Por su parte, el Director del Servicio Nacional de Menores, Rolando Melo, afirmó que es muy importante que entendamos que la reinserción no es tarea exclusiva del Estado, sino que de toda la comunidad…
El objetivo de la campaña es que una parte de la población menor de edad pueda leer, instruirse, culturizarse, acercarse al arte, a la literatura, al saber intelectual y espiritual -que son cosas que suele entregar la lecturacon el noble fin de que se reinserten en la sociedad. Este objetivo no sólo es interesante por su noble fin, sino también porque evidencia una realidad: la carencia de recursos para lograr ciertos objetivos, de modo que hay que acudir a la supuesta generosidad (léase caridad) de la gente para intentar, en este caso, otorgar condiciones de educación más dignas a los niños "en falta".
Por su propio peso, surgen algunas preguntas. ¿Por qué, además de pedirle libros al ciudadano de a pie, no se le pide colaboración, solidaridad, fraternidad, a bancos, empresas, industrias, casas comerciales (a La Polar, entre otras), farmacias coludidas, consorcios internacionales presentes y actuantes en Chile, y a una larga lista de organismos que no carecen precisamente de riqueza material, sino más bien de filantropía? Esto tendría un doble objetivo, con el cual absolutamente todos saldrían ganando: los que no tienen libros tendrían algunos libros, y los que no tienen filantropía ganarían algo de ella.
Yo, como parte de la comunidad y como director de esta revista que se financia con esfuerzo y constancia, respondo a las palabras del Director del Servicio Nacional de Menores donando algún libro y, sobre todo, con las ideas expuestas aquí.
Entonces, propongo:
-que se recurra –más que al ciudadano de a pie- a quienes tienen de más para que entreguen algunas migajas (libros), y si es un queque entero (biblioteca), mejor.
-que de una vez por todas se sea inteligente y se reconozca que el libro hay que ponerlo al alcance de todo el mundo –no sólo de menores ya necesitados- si el objetivo es tener un país mejor, con menos delitos (tanto de encapuchados como de encorbatados) y más sentido de humanidad y amor al prójimo. Si tuviéramos un país así, es de apostar a ganador que tendríamos muchísimos menos niños "en falta".