Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 54 - Año IX, Primavera 2010
PARANGÓN
APOYO A MINEROS RESCATADOS
Y CASOS DE TORTURADOS
JUAN CARLOS EDWARDS

Conversando con Luis Berger, en su parcela de San José de Maipo, coincidimos sobre el diferente trato recibido por los protagonistas de ambas situaciones indicadas en el título de esta crónica: mineros rescatados y víctimas de torturas. Circunstancias importantes de analizar.

El exitoso y afortunado resultado del rescate más grande de mineros en la historia de la humanidad, lleva el sello de la acertada y humanitaria decisión del Presidente Sebastián Piñera y del Ministro Laurence Golborne y sus colaboradores, a los que se suman los equipos técnicos dirigidos y coordinados por el ingeniero de Codelco, Andrés Sougarret. Sin escatimar gastos y esfuerzos, todo Chile trabajó y/o pidió por ellos. Es el triunfo de la solidaridad, valor e inteligencia, que honran a Chile y a todos los ciudadanos de nuestra Patria. Es también importante resaltar que esto ha sido posible gracias al apoyo psicológico e instrucciones de preparación física a los mineros -coordinados por el Ministro de Salud, el médico Jaime Mañalich, con el propósito de evitar crisis de pánico y alteraciones del sistema sanguíneo- y a tantos otros/as que desde el anonimato pusieron su grano de arena.
 
El mundo entero sigue pendiente de las consecuencias y secuelas de esta experiencia y los mineros serán protagonistas de invitaciones, entrevistas, regalos y farandulación de su epopeya, fuera de los análisis médicos respectivos para sacar enseñanzas sobre las reacciones del organismo humano tras tan prolongado "entierro". Les deseo éxito, felicidad y progreso junto a sus seres queridos. También equilibrio, de manera de que la presión mediática o los dineros que lleguen, no los saquen de su centro.

Este trato, muy justo, difiere diametralmente del que reciben las víctimas de torturas en el mundo entero, incluido los casos chilenos. Un amigo estuvo preso el año 1973, enfrentado a simulaciones de fusilamiento y otras caricias y en un encierro de meses, sin saber cual sería su destino. Muchos/as "no tuvieron tanta suerte" y los/as que sobrevivieron a torturas y violaciones, cambiaron su visión y forma de vida para siempre al ser vejados/as, quedando con secuelas que la autoridad y sus colaboradores de la época no intentaron mitigar. Todo lo contrario, era la manera de apartarlos para siempre del acceso al poder, intentando rebajarlos y castrarlos moral e intelectualmente.

La tortura aparece junto con el ser humano, la única especie que hasta disfruta con el dolor del enemigo o condenado, que inmovilizado e indefenso, queda a merced de la imaginativa crueldad de su verdugo. En Asiria, Babilonia y Persia, se usaba principalmente el empalamiento y el desollamiento, adoptados por el Imperio Otomano y por Vlad Tepes, nuestro conocido Drácula. Las culturas semíticas agregan la lapidación. Los romanos adoptan del Oriente la crucifixión y la usan con entusiasmo. Otros la hoguera. Pero antes de llegar al último suplicio, la mayoría de las veces el condenado ha sido destrozado en los días que anteceden, con diversos refinamientos que reflejan la maldad que anida en la índole del ser humano. La Historia se repite en nuestros días. Terroristas, narcotraficantes, soldados de potencias en guerra, fanáticos, simples asesinos y sádica pornografía, descuellan en crueldad para torturar a sus semejantes. Y Chile en su historia reciente, ha comprobado la realidad de esta aseveración.

Lucha entre el Bien y el Mal. En nuestra mente y en nuestra alma, nos disputan un Ángel y un Demonio, tratando de convencernos cómo debemos actuar. Salvar o matar en nombre de Dios, del Emperador, del Tirano, de la Envidia, de la Codicia…. Entonces, debemos reflexionar en el cómo remediar errores cometidos y sacar una conclusión del ejemplo que nos ha dado la unión de todo un país ayudando a sus compatriotas mineros. Esta acción esta exenta de divisiones religiosas, políticas u odiosidades de cualquier tipo. Hay un solo Norte: ayudar al prójimo, rogar por él, entregarle nuestra solidaridad.

Sean cuales sean los motivos que lleven a un enfrentamiento y sean quienes sean los iniciadores y presuntos culpables, nada justifica la brutalidad y la tortura. La condenan Herodoto, Platón, Pitágoras, Buda, Jesucristo…. Los que la sufrieron y sobrevivieron, en algunos casos recibieron compensaciones que jamás logran una justa reparación al daño recibido. Es distinto el enfrentamiento entre soldados en guerra, en que la muerte va y viene dentro de las reglas del juego, aunque esperamos que estas también terminen con su secuela interminable de odios y revanchas. También las circunstancias que rodean un accidente minero están dentro de los riesgos de estas faenas. Y el Destino nos reserva un fin del que nadie puede escapar. Pero el ser que cae prisionero/ a y sufre la tortura, suma a la destrucción física el aniquilamiento del alma, cayendo su dignidad, su autoestima y deteriorándose para siempre parte de su mente.

¡Cuanto vale la vida de los 33! Un Mundo entero emocionado por el rescate de estos valientes. ¿Y piensa la gente cuánto vale la vida de un solo ser, que fue acunado por sus padres, alimentado y educado por ellos y en el que depositaron sus esperanzas y anhelos de un futuro feliz y próspero, asesinado vilmente? En el entorno de cada ser hay un bosque de parientes, amores, hijos, nietos, amigos, trabajo, esfuerzo, ilusiones. Sin embargo, se siegan vidas como si fuera maleza dañina, sin pensar en el sufrimiento de los que quedan ni en el futuro trunco que iban a construir. Por eso, los torturados/as y los vilmente asesinados, son los/as grandes olvidados/as, que vieron quebrarse la copa de cristal en la que los seres humanos guardamos las ilusiones, la dignidad y las esperanzas. Cristal que, soldado nuevamente para permitirles seguir viviendo a los que sobrevivieron, nunca ya será el mismo.

En estas horas de unión y alegría, acordémonos también de ellos/as y ojala algún día, para siempre, las maldades jamás se repitan. Les recuerdo los versos del poeta inglés John Donne (1572-1631), que inician el libro "Por quien doblan las campanas", de Ernest Hemingway:

Nadie es una isla, completo en sí mismo;
cada hombre es un pedazo del continente,
una parte de la tierra;
si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos,
o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque estoy ligado a la humanidad;
y por consiguiente,
nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas;
doblan por ti.

John Donne

Y mi hijo Juan Santiago, ingeniero y cristiano observante, leyó esta crónica y me envió el siguiente correo:

«Papá, me parece muy buena la reflexión, me gustó. Te agrego los que nos pide Jesús:

El gran mandamiento (Mt 22.34-40):

28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó: -¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29 Jesús le respondió: -El primero de los mandamientos es: "… Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". Este es el principal mandamiento.

31 El segundo es semejante: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay otro mandamiento mayor que estos.

32 Entonces el escriba le dijo: -Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de él; y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: —No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevía a preguntarle"

JUAN CARLOS EDWARDS VERGARA
SAN JOSÉ DE MAIPO, OCTUBRE DE 2010

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