Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 54 - Año IX, Primavera 2010
PREAMBULO
Diga 33: es un simbolo
JUAN PABLO YÁÑEZ BARRIOS

La única arma contra las dificultades de toda clase es la lucidez mental, esa que permite vislumbrar que la posibilidad de salir airoso de cualquier difícil situación siempre existe. Si no, pregúntele a los 33 mineros atrapados bajo tierra, que, con su conducta, le han dado al país y al mundo una lección de humanidad. Esta lucidez mental está relacionada tanto con el entendimiento como con el instinto y los sueños: el deseo de realizar lo que parece imposible, en este caso, conservar la vida.

La energía que nace del pensamiento es el primer paso hacia la creación. Cuando la gente imagina, sueña, siente, está emitiendo energía que motiva
 
una acción creadora de cosas que se pueden palpar. La vida diaria construye la vida misma. La conducta de los 33 mineros, la de los familiares desde antes de saber que sus parientes estaban vivos, la de las autoridades, rescatistas y gente en general, sirve para confirmarlo: todos se salvaron. Eso no es casualidad, es fuerza mental.

Somos nosotros mismos los que construimos nuestra vida. Nosotros hemos construido esta sociedad chilena en la que nos desenvolvemos, nosotros somos los responsables de doscientos años y más. Al construir este país que tenemos, todos juntos hemos construido las desigualdades, las postergaciones, los privilegios, las penas y las alegrías. También hemos construido las épocas de paz y de guerra, los gobiernos de algunos y los gobiernos de todos, el autoritarismo vertical y la participación ciudadana horizontal. Hemos construido los cambios climáticos (con la ayuda de más allá de nuestras fronteras, lo que no nos resta responsabilidad); hemos construido todos los estamentos de poder: gobiernos, iglesias, empresas, sociedades, clubes sociales, deportivos y de un cuanto hay; hemos construido y seguimos construyendo escuelas buenas y escuelas malas, niños con horizonte y niños sin horizonte; construimos también los accidentes, los robos, las violaciones, el irrespeto, la arrogancia, la prepotencia, la injusticia, el temor y… el abuso de unos sobre otros, que permite, por ejemplo, que trabajadores queden atrapados en la profundidad de una mina. También construimos el buen pasar, la confianza, el respeto, la humildad, la justicia, la bondad y la fraternidad (pero poquito, para desgracia de nosotros mismos).

Nosotros hemos decidido que la violencia es magnífica, porque de mil maneras se la mostramos cada día a los niños por TV e Internet. En todo caso, hemos decidido que mostrar violencia es decididamente más sano que mostrar, por ejemplo, sexualidad: hemos decidido que la sexualidad debe evitarse, en vez de decidir que lo que debe evitarse es la violencia. Censuramos un aspecto del amor como pecado y damos la pasada a la violencia como legítimo pasatiempo. Todos construimos la violencia y la delincuencia, porque las creamos al mostrarlas en todo tipo de pantallas, en vez de mostrar armonía, alegría, amor.

La manifestación del pedazo de tierra Chile –un trozo del planeta Tierra, como si éste tuviera mente- se hace evidente. Chile –como Tierra- se manifiesta con erupciones volcánicas, terremotos, tormentas y, en el caso de los mineros, atrapando gente en sus entrañas. Mientras el engranaje de las conciencias primitivas sigue funcionando sin saciar su sed de poder -dañando la mente de la gente como individuo y como colectivo e hiriendo aquello que se llama mente planetaria-, un puñado de mineros bajo tierra hace gala de su lucidez, de su conciencia y de su fe. Por decirlo de algún modo: esas mentes funcionan en frecuencia 33 y han contagiado esa frecuencia al mundo entero, confirmando lo que es difícil de creer: el pensamiento crea la vida. Estaban allí para ganarse el sustento, pero se están ganando el sentido de la vida. La repetición del 33 en distintos aspectos que tocan el encierro de los mineros tampoco es casualidad. Algo hay ahí, de modo que el 33 se convierte en un símbolo. ¿De qué? De lo que tú quieras, de lo que tú puedas, de lo que tú elabores en tu mente para el mejor entendimiento del mundo. Eres libre, tú creas lo tuyo.

Hay que abrir los ojos, hay que abrir la mente a la creación. Tener dinero, tener poder, amar con cuerpo y alma, celebrar y reír, son simples hechos, simples experiencias. Todo depende de cómo se utilice el dinero, el poder, la pasión y la fiesta, todo depende de la propia conciencia. Los círculos viciosos hay que convertirlos en virtuosos. Para eso tenemos nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma: para crear. Escuchemos ese amable susurro de la Tierra que hace de prisión, porque gritos no son. Alguien dijo que ahora que la Tierra -la Pachamama- liberó a los mineros, podemos perdonarla. Qué pocas luces. ¿Cómo podríamos nosotros perdonar al Misterio? Más bien agradezcámosle que ahora tengamos 33 nuevos mensajeros sobre el planeta.

¿Mensajeros? Aquí no hay acción del Diablo ni castigo de Dios, sino una experiencia objetiva. Toda experiencia da un mensaje, y hay algo en esta experiencia de los 33 mineros que se extiende a la experiencia de cada persona en el mundo. El mensaje no es la experiencia en sí, esa es de los mineros. Pero el mensaje es para todos, y cada cual lo recibe como puede, cada cual lo interpreta según su conciencia, cada cual lo crea de modo que le sirva a su entendimiento. Y cada cual agradece o... es indiferente.

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