Hoy, como todos sabemos, los ingresos de La Nación provienen mayoritariamente de las ventas del Diario Oficial y de la división de imprenta de la empresa, ya que ésta cuenta con un equipamiento que presta servicios a terceros, que son casi todas las publicaciones en formato tabloide. Actualmente, el diario es propiedad de una empresa constituida por acciones clase A y B. Las acciones clase B (69%) están hoy en manos del Estado. El 31% restante, correspondiente a acciones clase A, es mayoritariamente propiedad de la sociedad Colliguay S.A., compuesta por tres particulares. Hoy, los destinos de La Nación vuelven a convertirse en el laberinto de Creta para las actuales autoridades de gobierno. Que se vende, que no se vende, que se cierra, que no se cierra. Un baile de hormonas, sensibilidades y pareceres bastante agotador.
Se nos presenta como lo justo y legítimo que la parte del diario que hoy permanece en manos del Estado chileno fuera restituida a los herederos actuales de don Eliodoro Yáñez Ponce de León, reparándose así uno de los abusos más flagrantes de nuestra historia. Y que ellos decidan si venden, si cierran o regalan a los traperos de Emaus el viejo diario.
El fantasma de Pablo Ramírez, enarbolando su bastón con estoque y llevando un clavel verde en la solapa de la chaqueta cruzada, seguirá penando por el Ramis Claire o por el Crillón con sus “niños” y riéndose sólo al comprobar cómo “la pata de pollo” que armó hace un cerro de años, sigue ahí, como un tábano. Y se encontrará a ratos con el ánima de Yáñez, ambos más allá del tiempo y sus latas. El fantasma de Pablo Ramírez recordará de seguro esa frase de Diego Portales que reza: “En Chile, la ley no sirve para otra cosa que no sea producir la anarquía, la ausencia de sanción, el libertinaje, el pleito eterno, el compadrazgo y la amistad... De mí sé decirle, que con ley o sin ella, esta señora que llaman la Constitución hay que violarla cuando las circunstancias son extremas”. Mientras don Eliodoro repetirá en un eco: “Pongo a usted de testigo, señor notario, para que lo testifique algún día, que firmo bajo el peso de las amenazas, a la fuerza, pues el gobierno me extorsiona con despojarme de mis bienes”.
El fantasma mariconazo de la incertidumbre pena entre miles de trabajadores de este viejo diario chileno.
9 de junio de 2010, 15:23, para revista Dedal de Oro