Después de años en España, el escultor Federico Assler —Premio Nacional de Arte 2009— regresó a Chile en 1981. Al año siguiente compró una parcela en La Obra, en la que él y su esposa, Francisca Délano, viven hasta hoy, siempre fascinados por el entorno de cerros y árboles -castaños, nogales, almendros- que rodean su casa. En 1993 adquirió la antigua hostería España —en la bajada de los Caracoles, La Obra— y comenzó a transformar el lugar en su taller, llamado “Roca Negra”. Su idea es dejar este lugar como Fundación el día que — como él nos dice— “ya no esté”. Hoy, ese espacio ya constituye un verdadero museo, con sus obras repartidas tanto en la ex hostería como en los jardines. Dedal de Oro visitó a Federico en ese cuidado lugar, cuyas esculturas -las hay grandes y pequeñas- hablan por si solas de lo orgánico y de la sensualidad, afirmación sorprendente si pensamos que consisten en bloques de «frío» hormigón, material que para el escultor es extra-ordinario y duradero. Presentamos palabras y fotos de la obra de este artista grande afincado en el Cajón del Maipo, lugar en el que dejará su huella para siempre.

«De la información general que circula sobre mi persona y de la cual hizo eco el número anterior de Dedal de Oro, quisiera aclarar que mis estudios de arquitectura en la Universidad Católica de Valparaíso duraron sólo un año; tampoco estuve en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Mis estudios consistieron tan sólo en un periodo de seis meses con el pintor Hans Soyka en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, pintura y dibujo.

Mi actividad durante casi doce años fue la pintura, con diversas exposiciones individuales y colectivas y participación en bienales. Después, por diversos motivos dejo la pintura y comienzo a realizar esculturas. Hay toda una serie en que utilizo placas de madera aglomerada -años 1967, 68 y 69-, las que, por un procedimiento especial, transformo en esculturas. Fue con ellas mi primera exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes, en 1969.

Desde que me inicio en la escultura, mi propósito fundamental es que ellas no tengan pedestal, que puedan incorporarse en forma natural al espacio exterior: plazas, calles, en relación a las construcciones de la ciudad…; que emerjan directamente del suelo… Me doy cuenta de que el material no resiste el tiempo, y entonces hago algunas experiencias con hormigón, un encargo de muro para un edificio. Comienza así mi contacto con este material extraordinario, piedra actual. Posteriormente descubro los bloques de poliuretano expandido, comúnmente llamado aislapol (marca registrada de BASF, Alemania). Comienzo a hacer los moldes con este material, y trabajo así a la inversa de los escultores. Realizo las superficies que darán forma a la masa informe de hormigón, que hoy puede ser líquida. Esta técnica la voy desarrollando durante años -ya casi cuarenta- de una manera personal, propia. Ello me ha permitido construir obras de diverso tamaño, en varios países, que se incorporan a espacios públicos.

Mi reciente exposición en el Museo de Bellas Artes fue para conmemorar los cuarenta años transcurridos desde mi primera exposición de escultura, en 1969, en el mismo museo y misma sala. Mostré una escultura de ese año, diversas de años posteriores y una obra especial última que se podrá ver próximamente emplazada en algún lugar céntrico de Santiago.

FACHADA POSTERIOR DEL MUSEO.

ESCULTURA MONUMENTAL JUNTO AL MUELLE DE LOS VILOS, PARTE DEL PASEO MIRADOR DEL PUERTO, PROYECTO BICENTENARIO LEVANTADO POR LA MUNICIPALIDAD RESPECTIVA.

UN SECTOR DE LOS JARDINES DEL TALLER ROCA NEGRA CON EMPLAZAMIENTO DE ESCULTURAS .