Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro.
Nº 49 - Año VII,
Invierno 2009 |
HAN LLEGADO CARTAS |
Dedal de Oro Nº 48
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Recibí el Dedal de Oro Nº 48 (VER), de Otoño, no sin cierta emoción. Esa tapa me trae fuertes recuerdos. Algunos de ellos traté de describirlos en mi historia sobre mi abuelo Ramón en DdO Nº 37(VER). La ventana que se alcanza a ver medio escondida por el árbol corresponde a la biblioteca del abuelo, donde tenía su enorme enciclopedia y en donde pase horas y horas. Sentí el sabor de los sanguches de arrollado del Colo Colo. Estoy en desacuerdo con la historia. Los sostenes no fueron pintados, sino que eran verdaderos. Habían varias piluchas en la plaza.
Sobre la foto de «Reconoce buen conocedor» (pág. 34)(VER): La que aparece de pie a la derecha, es indudablemente mi madre. Mi abuelo era socio de Campodónico en el almacén general de calle Comercio. Las hermanas Latorre eran sus amigas inseparables, ellas deben figurar en la foto. La ocasión: fiesta de la primavera, no antes de 1920, no después de 1930. Gracias,
Gino.
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Club Andino de Chile (Dedal de Oro
Nº37)
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Estimado don Humberto:
Mucho he disfrutado leyendo su historia del Club Andino de Chile (Dedal de Oro 37) (VER), encontrada por casualidad en Internet, porque siendo yo un niño en la década de los cincuenta tuve oportunidad de conocer y escuchar mucho acerca de tan interesante institución. Subí en varias oportunidades a Lagunillas llevado por un muy querido tío político, Augusto Letelier Ruiz, quien, además de su entusiasmo por la montaña y el ski, fue presidente del Club durante un período. Lamentablemente, el año 1956 sufrió un ataque al corazón que lo tuvo al borde de la muerte. Obviamente se le prohibió volver a la montaña y no le quedó otra que cambiarla por el mar. Pero como «lo comido y lo bailado» no lo puede quitar nadie, los recuerdos, las amistades y las fotos de aquellos inolvidables días perduraron hasta su fallecimiento, en 1974. Yo continué, primero como scout y después con amigos, subiendo a la montaña, «picado» por ese bichito que sigue contagiando a muchos. Tengo aún vívido el recuerdo de mi tío «Lete», quien como cumpliendo religiosamente un ritual sagrado, cada vez que entrábamos a San José de Maipo y mientras dirigía su mirada a la derecha, hacia un alto portal de fundo, abría los brazos gritando con su tremendo vozarrón: ¡Eduardo Barrios, Gran Señor y Rajadiablos! Nunca le pregunté si tras ese inolvidable portal estaba la casa del gran escritor. Me gustaría saberlo. Hace cerca de quince años tuve que ir a San José y aún estaba, exactamente igual que entonces, aquel portal. ¿Existirá aún, dado que en este país no hay respeto por el pasado, la historia ni las tradiciones? Un caluroso saludo.
Atentamente,
Pablo O´Brien Fourniés.
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Estimado Juan Pablo,
no fue fácil dar con la revista (Dedal de Oro 47) (VER), pero la «calurosa» búsqueda valió ampliamente la pena... ¡Muchísimas gracias por la publicación! Está completísima. ¡Una combinación inteligente de los elementos justos! Y además, nos permitió conocer una publicación increíble, de las que uno no sueña aún existan… Pude rememorar a Fidel Sepúlveda, Director del Instituto de Estética de la PUC en mi época de docencia... Deleitarme con un escrito tan breve como estimulante sobre la cultura amerindia... Me quedé pensando con alegría en la gran fortuna de San José de Maipo de contar con Dedal de Oro.
Afectuosamente,
Amarilis Horta Tricallotis,
Directora Festival Internacional
de Bicicultura de Santiago.
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Felicitaciones para Dedal de Oro
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Bueno, quiero felicitarlos por su revista ya que soy hijo de un militar que trabajó en ferrocarriles del Regimiento Puente Alto. Se jubiló como suboficial: Luis Rojas Venegas. Lo lindo es colocar en uno de sus ejemplares los nombres de todos los Jefes de Estación que pasaron en todos los años que estuvo operativo el tren, con sus respectivas fotos. Ver los trenes en su revista me da nostalgia de esos años, y el nombre es muy bueno: Dedal de Oro. Los felicito.
LUIS ROJAS R.
PLÁSTICOS MALFANTI
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