Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 46 - Año VII, Dic. 2008 -Enero 2009

HA LLEGADO CARTA
BIOFERONTES

Señor

Juan Pablo Yáñez, Editor de la Revista “Dedal de Oro”.

Leí con agrado el Nº 45 de Dedal de Oro. Me llegó a través del la Librería Hispano-Americana, en Ciudad de México. Aquí es donde vivo la mayor parte del año trabajando para la universidad, y durante los meses del verano europeo me desplazo hasta la Sorbona a dar mi clase sobre mitología universal. Pero mi punto es otro: el bioferonte. Grandioso es conocer de alguien que se haya topado alguna vez en su vida con el bioferonte americano. Don Rolando Naveas L. menciona en sus “Anhelos” la edición de 1933 del Dr. George Campbell, en el Wildlife. Pues aquí la tengo frente a mí, junto a los cantos de la media luna de los bioferontes de Crain Roberts. He viajado tres veces a Sudamérica en busca de este espécimen misterioso y longo. En 1977 a las praderas de Uruguay, en 1998 a la zona central de Chile y en 2001 a la Cordillera de los Andes, también en Chile.

Infortunadamente, sin haberme encontrado con él, salvo apreciar sus huellas en unas lavas volcánicas solidificadas cerca del Volcán San José. Los cascos de los bioferontes tienen un diámetro mínimo de cuarenta centímetros y se hunden profundo en el terreno liviano. Mi preocupación en el presente es la indagación sobre los orígenes del bioferonte por el camino que señala Danielle Machaux: América y no Sudáfrica. ¿Existirán otras personas que tengan algo que informarnos sobre este misterioso animal? ¿Alguna experiencia cercana? Le ruego que difunda mi petición de saber más al respecto. Crain Roberts escribió en la Patagonia el siguiente canto: “No más miro de reojo / recojo un rayo de los ojos / en la mirada apacible / de aquel equss enviado / del cielo y su mensaje / de armonía”.

Atentamente,

 

Dr. Eldemar Salvatierra                
Arqueólogo de la Universidad Federal                
Ciudad de México                

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