Estimado Juan Pablo:
No
siendo yo habitante del Cajón del Maipo
pero sí montañista de alma, quise escribirles
cuando recibí vuestra revista en el Restaurant
Casa Bosque, un día que fuimos a caminar por
el sector de Lagunillas.
Siempre
me ha quedado una inquietud respecto del Ferrocarril
Militar, del que sólo quedan restos de líneas
en algunas partes. En un número anterior de
vuestra revista había un artículo al
respecto, más bien de carácter romántico,
muy valioso desde mi punto de vista. De ahí parten
las iniciativas y las ganas de hacer cosas. Luego vienen
las factibilidades económicas técnicas,
medio ambientales, etc.
Hace
algunos años tuve la oportunidad de visitar
Suiza y Austria. Sin ser un adulador, puedo decir seriamente
que el paisaje de nuestro Cajón del Maipo no
tiene nada que envidiar. De ese viaje rescato los desplazamientos
que hicimos en pequeños ferrocarriles de montaña,
que ascendían pendientes muy fuertes usando
cremalleras, como el antiguo ferrocarril trasandino,
llevando a montañistas, esquiadores y gente
que disfrutaban simplemente del aire y paisaje de montaña.
También estaban los teleféricos que conectaban
con el tren y te dejaban metido dentro de la montaña.
Si
nos permitimos el lujo de soñar un poco,
sólo piensen en un amante de la montaña
que se levanta temprano en su casa en Providencia,
Vitacura, Ñuñoa; toma su auto -que deja
en las cercanías de cualquier estación
del metro-, se sube y es transportado hasta Puente
Alto. Desde su llegada camina con su mochila un par
de cuadras y toma el Ferrocarril en el cual es llevado
hasta San Alfonso u otro punto hasta donde llegaba
el servicio antiguo. De ahí a las montañas
y a disfrutar. O pensemos en una familia que sólo
quiere hacer un picnic. Tendrá su lugar a poca
distancia del tendido férreo. O pensemos en
un habitante del Cajón que pretende que su familia
pueda vivir ahí y hacer la vida normal de trabajador,
empleado o estudiante, etc. Podría hacerlo sin
un tremendo gasto en bencina y tiempo.
Esto
es lo quería comentar. Dejo mis sueños
a vuestra disposición y espero que produzcan
un contagio, de manera que se comience seriamente a
hacer los análisis pertinentes para descubrir
como hacer esto viable.
Un gran abrazo y sigan adelante con la revista. Esto
es claramente un punto de partida.
Saluda a ustedes
Juan Guillermo Fuentes Gomien,
Montañista