:: MEMORIAS.
   El Guachuchero.

Por: Cecilia Sandana Gonzáles.

En Chile, en la primera mitad del siglo XX, y ante el importante consumo de alcohol mostrado por algunos sectores de la población, se implementaron medidas concretas para enfrentar el alcoholismo. Empresas mineras norteamericanas en conjunto con el Estado chileno y el movimiento obrero organizado, implantaron la ley de zonas secas y zonas de intemperancia limitada. Así, hubo sectores del país en que estaba prohibida la ingesta de bebidas alcohólicas, ya sea cualquiera de ellas o sólo los destilados de mayor potencia embriagante. La restricción del consumo de dichos productos fue vista como la única medida contra la degeneración y la multitud de problemas crónicos de las clases trabajadoras. A juicio de los administradores de las mineras, con esta medida los trabajadores asistían de forma regular a sus labores evitando hacer “El San Lunes”, con lo que se lograba una continua jornada laboral.

Esta disposición comenzó a ser aplicada en la zona norte de Chile, en momentos de inestabilidad política y social, para asegurar el rendimiento de la economía salitrera. Se aplicó también en las zonas portuarias y carboníferas. Pero donde realmente se hizo efectiva, fue en medio de la cordillera de la zona central, en el mineral de El Teniente. Esta empresa cuprífera, en manos norteamericanas, creó una rígida reglamentación interna, que prohibía a empleados y obreros el ingreso y consumo de bebidas alcohólicas, lo que serviría de ejemplo para otros centros mineros del país, entre ellos, los existentes en la zona del Cajón del Maipo, donde alternadamente se estableció la zona seca hasta la década del 50. El naturalista Ignacio Domeyko fue testigo de aquello, en la Mina de San Pedro Nolasco.

Sin embargo, toda esta normativa se vio opacada por el contrabando de licor en los campamentos mineros, tarea que recayó en manos de un personaje popular conocido como guachuchero. El nombre procede del último aguardiente extraído del orujo, un alcohol bastardo o “guacho”, que también significa “borracho”.

Los guachucheros, traficantes que normalmente trabajaban solos, aprovechaban las zonas secas de las mineras, para llegar hasta allí transportando alcohol dentro de un cuero de cabro. Para hacerlo, primero cortaban el cuello al animal y luego lo iban enrollando al revés, como una camiseta, hasta extraerlo. Así, el cuero quedaba completo. Antes que se secara, cerraban los extremos amarrando las patas con un correón, y también instalaban en el cuello un tubo a modo de “cogote de chuico”, para verter el alcohol. Asimismo, usaban cámaras de neumáticos. Las lavaban para que no quedaran pasás a goma y se las ponían en la espalda como mochila, o sobre la mula, única compañera de viaje. Iban siempre armados, puesto que eran prófugos de la vigilancia policial y de los serenos de las compañías. También debían defenderse de otros guachucheros, ya que se disputaban entre ellos quitándose el guachucho. Se dice que no mataban por profesión, pero que la ocasión o la necesidad solía tornarlos asesinos. Fueron caracterizados como pendencieros, hábiles, cínicos, testarudos y valientes. El oficio los hacía hoscos y cuidadosos, cualquier error les podía costar la vida. Circulaban por ignorados senderos del valle central, por abruptos flancos de cordillera y sólo después de varios días de camino llegaban a la cima de los cerros que sellaban los minerales casi inaccesibles. La nieve era su peor enemiga, la noche su aliada, aunque muchas veces les jugó una mala pasada, puesto que a menudo, sobre todo en verano, cuando se derretía la nieve, se encontraban en el fondo de las quebradas restos anónimos de osamentas humanas junto a un guachucho enmohecido.

Debido a la presencia de diversos asentamientos mineros, el sector del Cajón del Maipo fue circuito favorito de este personaje. De aquí pasaban por la capital hasta el mineral de Rancagua, sin ser descubiertos. Una de las rutas más usadas era cruzando el puente del Ingenio, hasta el puente del Maipo. Casi siempre hacían el viaje de noche, a pie, con el guachucho al hombro, aunque los de más rango viajaban a caballo o en mula. Por el puente Ratones pasaban hacia Rancagua y vendían a los mineros de la zona. Y los más osados llevaban mujeres consigo, recuerda un viejo arriero.

Tras el terremoto de la Melosas, que en septiembre de 1958 devastó al pueblo y los piques, se declaró zona seca al sector de El Volcán, como aún recuerdan sus antiguos habitantes. Se buscaba, de esta forma, reprimir el pillaje, pero seguramente por allí se aproximó y dejó su huella el hombre del guachucho.

El guachuchero, uno más de los personajes populares de nuestro país, nació al alero de la necesidad y la prohibición, se ganó la vida llevando un contrabando que no le reportó mayor ganancia. Pero, con sacrificio, logró lo que siempre buscó, sobrevivir.