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GENTE DEL CAJÓN.
Antonia en el Alfalfal Junto al Río
Mágico.
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Mónica
Oportot dialoga con su hija Antonia Zegers.
Historias de un río mágico en
el Cajón del Maipo.
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Por:
Mónica Oportot.
Nos
remontamos a un pasado lleno de recuerdos. Hace aproximadamente
13 años, mi hija Antonia empezó a visitar
la casa de don Hugo Miller, director de teatro y televisión,
profesor universitario. El tuvo la lucidez de comprar
tierras para su esposa -Liliana Ross- y sus hijas, en
el camino al Alfalfal. Moira, su hija menor, y
Antonia, son amigas de toda la vida. Fueron compañeras
de colegio y estudiaron en la misma escuela de
teatro. Les gustaba mucho venir al Cajón del
Maipo los fines de semana a descansar, compartir
con Hugo, jugar con él al diccionario, ya
que era muy erudito y no fallaba en dar respuestas correctas. Hacían
ensayos y venían como estudiantes a buscar inspiración.
Tuvieron días de deliciosos asados junto a
la piscina, vivieron en el jardín los primeros
amores, fueron a esquiar a Lagunillas... y así fue
creciendo el lazo con este mágico lugar que las
retenía junto a las montañas con la fuerza
del Raco, a través de sus estaciones marcadas
por la naturaleza. Este bello refugio le dio a
Antonia calor de hogar en medio de una familia
de artistas notables.
Con
esa semilla instalada en su ser, ella y su abuela soñaban
con verme por fin en un lugar fijo, ya que en esos tiempos
yo era nómade y transitaba por el mundo con los
monjes budistas Nipponzan Myohoji, caminando por la
paz. Le ofrecieron una parcela que estaba cerca de los
Miller, un lugar plano, verde, un jardín
autóctono al lado del río Colorado, un
mundo de guayacanes, espinos en flor, quillayes, litres,
tolhuenes, pimientos, peumos, maitenes y una variedad
de hierbas medicinales. Me llamó para darme la
noticia: Estoy en una parcela alucinante, y la
describió. Mi respuesta inmediata fue: Cómprala.
¡Tienes que venir a verla!, contestó. Cómprala,
le respondí. Con total certeza decidí
aceptar el lugar de sus sueños para hacer mi
refugio. Hoy, le pregunto qué siente por el Cajón
del Maipo, y me quedo escuchando su voz:
Antonia:
Mi relación con el Cajón siguió profundizándose
a medida que el lugar se iba transformando en la guarida
de mi madre, que finalmente me demostró que lo
que había en forma natural era sólo el comienzo
de lo que sería un jardín del Edén,
un lugar lleno de paz y belleza, donde mi madre se traduce
en cada rincón. Para mí es algo cada vez
más cercano, es donde he vivido cosas muy lindas,
y seguramente seguirá siendo así. Admiro
que el Cajón se haya mantenido al margen de la
ciudad, cómo se conserva la vida de campo, su sencillez
a pesar de su cercanía con una ciudad tan potente
como Santiago. Me encanta la vida que se respira en San
José de Maipo, su plaza, el tiempo tranquilo y
las miradas serenas de las personas. Otro lugar lleno
de historia para mí son lo baños Colina.
Llegué por primera vez a ese lugar también
hace como 13 años, cuando no llegaba nadie, y pasé
un par de años nuevos sin darme ni cuenta que habían pasado
las doce y entrado al nuevo año, totalmente despistada
entre la cercanía de las estrellas y el relajo
que provoca el agua del volcán. Así, puedo
decir que es un lugar que forma parte de mi historia,
y he archivado bellos recuerdos de un tipo de vida
que extraño, a veces, en la vorágine citadina.
Mónica: Sí,
es difícil verte en Santiago, porque tu vida gira
en el quehacer de las grabaciones, ensayos, reuniones...
Cuéntame sobre lo que estás haciendo ahora.
Antonia: De hecho,
por estos meses está más tranquila la vida.
Estoy ensayando «La Madre», de Brecht, dirigida
por Rodrigo Pérez, que se va a estrenar el 1º
de mayo en el teatro de la Universidad Mayor; y estoy
trabajando en Genera (www.generaenlinea.cl),
una O.N.G a la que pertenezco hace dos años. Es
un trabajo que hago por amor al arte, más bien
el amor a tratar de mejorar la calidad de vida en la ciudad.
Nos dedicamos a hacer campañas comunicacionales
de bien público con el objetivo de desarrollar
y fortalecer a la ciudadanía. Somos nuevos en esto
y recién el año pasado lanzamos nuestra
primera campaña piloto «genera poder contra
el abuso», y todavía estamos trabajando en
eso, organizando actividades. Para el 2007 deberíamos
salir con la segunda campaña.
Mónica: ¿Cómo
puedo generar poder contra el abuso?
Antonia: Primero que
nada, creo que es un proceso muy largo. Pasa necesariamente
por fortalecer el poder ciudadano, que la gente participe
no sólo en las elecciones, sino como fiscalizadores
del poder. Para eso es necesario que seamos ciudadanos
informados y participativos en la cotidianeidad. Me llamó
mucho la atención lo que está ocurriendo
en Francia en este momento, cómo los jóvenes
salieron fieros a la calle en protesta por un punto que
les parece injusto de una ley, y con esa fiereza remecen
el poder y se hacen cargo de la historia de su país.
De eso se desprende que son ciudadanos activos e informados,
que la gente en masa está enterada de lo que se
está legislando y participa de esos cambios. Bueno,
ellos tienen el triunfo de la revolución francesa
en el ADN, y me imagino que eso influye. Quizás
aquí falta un par de generaciones para despertar,
pero de todos modos me hace sentido intentar por lo menos
dejar instalado el tema.
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Mónica:
¿Existe alguna acción de levantamiento que sea
el reflejo de lo que quieren lograr en Genera?
Antonia:
Antes de contestar esa pregunta, estaba pensando que como
en Francia tienen la revolución en el ADN, nosotros,
en este momento, tenemos una dictadura de 17 años en
el cuerpo. Creo que los procesos, sobre todo psicológicos,
son lentos. Si bien hemos avanzado mucho en armar una
democracia sólida, el proceso de restaurar la
participación ciudadana es lento, y por eso digo que
quizás es necesario un recambio generacional. No lo
sé. Con respecto a tu pregunta, es bien increíble
que la gente salga a la calle en momentos tan profundos y
simbólicos como la muerte de Gladys Marín, de
Andrés Pérez, o por el triunfo de Michelle Bachelet. Lo
difícil es que los levantamientos pacíficos
y maduros ocurran en relación a temas que tengan que
ver con leyes o justicia. De todos modos, me siento bien contenta
de lo que hemos logrado, y visualizo una sociedad aventurera
y abierta de mente. Todo lo que ha ocurrido con nuestra presidenta
me llena de orgullo.
Mónica: Entonces,
¿estás trabajando con gente política
en Genera?
Antonia:
¡Noooo, para nada! Es una organización ciudadana
con gente de distintos pensamientos y disciplinas. Está
formada por sicólogos, sociólogos, historiadores,
periodistas, artistas, abogados, ingenieros, etc. Nos juntamos
a pensar nuestro país y tratar de hacer algo en lo
que a nosotros, luego de largos períodos de reflexión,
nos hace sentido.
Mónica: He visto
algunos capítulos de “Entremedias”, y tu rol es el
de una esposa joven reprimida por el marido dominante, lo
que te impulsa a buscar compensación fuera de la relación.
¿Cómo sientes esa relación?
Antonia:
Primero que nada, creo que en tu pregunta está implícito
el principal problema de mi personaje, y el punto clave del
viaje que tiene que hacer. Tú la defines primero que
nada como una esposa, no como una mujer. Quizás son
muchas las mujeres que antes de ser individuos son esposas,
que antes de reconocer y legitimar su condición de
mujer, legitiman un rol de esposa. Es muy bonito lo que
ocurre en esta teleserie con respecto a esta situación,
porque es un pasaje de la forma al fondo, que tienen que hacer
ambos personajes, Fernanda y Esteban. Es un viaje para buscar
quiénes son y qué quieren, a ratos con
mucho dolor. A mí me gustó mucho hacer ese viaje
desde la interpretación.
Mónica: ¿Cómo
se viven las diferencias del personaje que estudias e interpretas,
si es diferente a ti?
Antonia:
Es rara esta profesión, porque para actuar es necesario
olvidar quién eres tú, y el punto de conexión
con cualquier personaje siempre va a ser lo que siente, cuando
desentrañas qué emoción lo mueve. Conectas
desde ese motor y no importa cuán distinto seas, porque
la capacidad de sentir corre para todos por igual. En algunos
personajes, de todos modos, hay que caracterizar, y ese trabajo
yo lo hago desde el lenguaje, algo así como «dime
cómo hablas y te diré quién eres».
Las palabras en general hablan mucho de un contexto cultural
y social, es el universo que cada persona tiene para expresarse,
y yo le doy harta importancia a eso cuando estoy construyendo
un personaje. El otro factor son los mundos ocultos que uno
encuentra, que en general son secretos, espacios ocultos que
mueven al personaje, que casi no se ven pero que ciertamente
ayudan para construir intimidad y verdad.
Mónica: Un amigo
que vive en el Cajón, Juan Carlos Edwards, me sugirió
dos preguntas para ti: ¿cómo separas la farándula
de tu vida, de manera que no altere tus objetivos y tus principios?,
y, ¿qué influencia ha tenido en ti tu madre,
una mujer valiente que se ha enfrentado con total independencia
a situaciones que antes, más que ahora, reprimían
las iniciativas creativas de las mujeres, y ha logrado triunfar
superando los escollos?
Antonia:
Dile a Juan Carlos que mi vida es algo totalmente alejado
de la farándula. Si bien a veces tengo que ir a programas
o dar entrevistas para promocionar trabajos, es sólo
eso, espacios que sirven para dar a conocer mi trabajo. El
resto nunca ha estado a la venta. He sido fiera para defender
mi vida privada. Lo hago por respeto a mi profesión
y porque para mí lo que hago es muy profundo
y serio. Y sobre la influencia de mi madre... ¡esa
pregunta es bien grande! Mi madre me parió, y de ahí
en adelante es «la» gran influencia que puedo
tener. En todo caso, para quererla y admirarla fue necesario
romper también con todas la rigideces del vínculo,
y enfrentarme de cero a construir la relación madre-hija
con una mujer totalmente distinta, con largos tiempos de distancia,
con viajes exóticos que en tiempos de colegio me costaba
entender. Fue necesario abrir mi cabeza y mi corazón,
limpiarme de prejuicios y adorarla nomás.
Antonia
queda pensativa. Sus ojos limpios se detienen en los
míos. Le fue difícil comprender mi destino ligado
no sólo a una ciudad concreta, sino al mundo entero.
Porque ella camina en hermosura me perdona y me acepta como
soy.
Decidimos hacer una pausa y fuimos caminando a visitar
a Moira Miller en su parcela. Los membrillos están
listos para hacer el dulce. Los almendros no dieron muchos
frutos este año, por la última nevada que cayó
cuando estaban en flor. El otoño se refleja en las
hojas que van cambiando de color y la luz del sol pierde intensidad
en el atardecer.
Se hace
tarde y Antonia regresa a la ciudad. Con Moira nos despedimos
de Antonia, que se aleja por el camino del Alfalfal dejando
su vibración luminosa en el aire suave, todavía
cálido. Lentamente cae la noche. Es el fin de un día.
El silencio rodea mi pequeño templo, es el momento
de parar el mundo.
Los
Maitenes, 2 de Abril de 2006.

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