Del libro
"Cuentos sobre el poder de las esencias florales del Dr.
Bach", de Jane Baltra Horta, terapeuta floral, máster
en educación.
Cuando
era púber, tuve el primer contacto con las Esencias
Florales del Dr. Bach a raíz del choque entre el
bus en que iba y el tren, un trencito de cuentos de hadas,
pequeño y angosto, que añadía encanto
humano a las maravillas naturales del Cajón del Maipo.
Porque era así, chiquitito, no causó estragos
en el choque que hubo entre éste y el bus en el que
yo iba, pero aun así arrastró por varios metros
al vehículo destartalado que llevaba pasajeros entre
San José de Maipo y Santiago. Yo volvía de
las vacaciones de una semana que para las Fiestas Patrias
se les da a los escolares. Como el trayecto era corto, mis
padres consideraron que podía hacerlo sin compañía.
|
|
|
Además,
constituía un pequeño desafío en mi desarrollo
personal, entre los muchos y diferentes a los que fui sometida
durante toda mi niñez y adolescencia, contribuyendo a
mi manera de ser independiente, libre de miedos, que me caracteriza
hasta el día de hoy. Recuerdo que me sentía muy
importante por esta confianza de mis papás y creía
que ya estaba dejando atrás la dependencia que caracterizaba
a la niñez.
A la altura
de El Manzano, el trencito cordillerano cortaba el camino de
los autos, buses, camiones y carretelas. El chofer del bus no
respetó las luces que indicaban peligro y alerta por
el paso del tren y la colisión provocó todo un
desbarajuste... Los pasajeros caímos unos encima de otros,
y las maletas, bolsos de viaje y paquetes nos aprisionaron.
Yo quedé aplastando a una señora de edad, que
me pellizcaba como defensa personal para que yo me apartara,
pero no tenía espacio para dejarla libre, así
que tuve que soportar el sinfín de pellizcones hasta
que unos hombres rompieron los vidrios de atrás y del
costado libre del bus para ir sacando a los pasajeros de a poco.
Hubo desmayos, gritos y llantos por doquier, hasta que una señora
joven empezó a distribuir unas gotas entre los pasajeros
que habíamos sido rescatados. Era una inglesa que había
llegado a vivir hacía poco a El Manzano. En cuanto ocurrió
este accidente ella llegó con su maletín de Esencias
Florales que había traído de Inglaterra. Fui una
de las primeras en ser rescatadas, y esta señora, de
inmediato, me hizo abrir la boca y me echó unas gotas,
que después de treinta años he supuesto que eran
de Rock Rose, porque al igual que a los otros compañeros
de viaje a los que se las administró, recobramos la tranquilidad
y, con calma, asumimos una actitud de compasiva atención
para con los demás. Nos convidábamos vasos de
agua que nos trajeron los pasajeros del tren, hicieron una camilla
para una señora embarazada, y a las señoras de
edad las ubicaron en asientos cómodos que instalaron
en el suelo y con suficiente ropa para abrigarse.
Esta reacción
entre personas que no se conocían entre ellas, yo la
estimo casi milagrosa, y así se lo comenté a mis
padres. El que se rompieran todas las barreras de la individualidad
y se produjera un acercamiento colectivo de ayuda mutua asombró
a un intelecto en formación como el mío, pero
mi padre, periodista, lo estimó como la actitud propia
de la conducta humana ante situaciones de peligro, y escribió
un hermoso artículo al respecto. Pero, hoy en día
reflexiono sobre cuán maravillosa y novedosamente informativo
habría sido su artículo si hubiera considerado
la presencia de esta señora inglesa y su oportuna intervención
con las Esencias Florales del Dr. Bach, y, fundamentalmente,
entre ellas, el remedio de rescate Rock Rose, ya que siendo
válida su afirmación de que la gente se une y
ayuda ante el peligro, no lo puede hacer en situación
de desequilibrio y profundo temor. Primero es necesario recobrar
la paz, y luego, en forma naturalmente espontánea, surgirá
la actitud de ayuda solidaria.
Hoy en día
deploro que mi padre haya perdido la ocasión extraordinaria
de una primicia periodística como ésta, y que
de alguna manera la ceguera de su convicción cerrada
sobre el humanismo, que siempre prevalece entre los grandes
sustos y peligros, le impidiera conocer más acerca de
lo que verdaderamente había acontecido, impidiendo que
se hubiera puesto antes al alcance de un mayor número
de personas la acción protectora y emocionalmente reparadora
de las "esencias Florales del Dr. Bach".
Pido disculpas
por la digresión anterior y retorno el relato del accidente
entre el bus y el tren. A los pasajeros rescatados se nos pidió
información sobre nuestros teléfonos en Santiago
para darles a conocer a nuestros parientes que el bus donde
íbamos había sido chocado por el tren. ¡Para
qué decir el susto por el cual pasaron mis papás!
Me fueron a buscar al terminal de buses, y yo no llegué
en el primer grupo porque prefirieron llevar primero a las personas
mayores, pero sí pudieron informarse de que no me había
ocurrido nada grave y que sólo tenía gran cantidad
de moretones y arañazos que me había dado la señora
que había quedado bajo mi cuerpo. Recuerdo que un matrimonio
que había ido a buscar a su madre y suegra, me preguntó
si me iban a dejar a mi casa, a lo que accedí gustosa
porque el vehículo que nos iba a llevar a Santiago a
todos los restantes se estaba demorando mucho. De esta manera,
yo ya estaba en la casa de vuelta cuando llegaron mis padres
muy asustados porque yo no figuraba entre los pasajeros del
segundo grupo final. A mí no se me había ocurrido
avisar que me iba con el matrimonio que había ido a buscar
a su madre. En cuanto les salí a abrir la puerta me llevé
unos cuantos regaños por no haber avisado que regresaba
a Santiago por cuenta propia. Claro que también recibí
muchos abrazos y besos, dándome cuenta de lo mucho que
me querían mis papás.
Vine a tomar
plena conciencia de la valiosa ayuda recibida cuando hice el
curso como Terapeuta Floral de La Escuela Mount Vemon de Santiago
de Chile, y también a apreciar en toda su dimensión
individual y grupal el efecto emocional restaurador de la Esencia
Floral Rock Rose.
|