Por:
Sylvia Díaz Araya
Ingeniero Ambiental
A
menudo sobrecargamos la bolsa de compras hasta el punto
que ésta se rompe. Entonces, inmediatamente comenzamos
a adjudicar responsabilidades, como que la bolsa estaba
vieja o que el material era poco resistente y de pésima
calidad. Sin embargo, la cuestión no pasa simplemente
en observar malhumorado el desenlace, también hace
falta pensar y cuestionar un poco más sobre cuáles
fueron las causas de la rotura. |
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Así,
tal vez, sólo tal vez, nos demos cuenta de nuestras acciones
en término de sus efectos.
Si analizamos
la situación, podemos decir lo siguiente: la bolsa fue
acumulando energía debido a la presión de la masa
de su contenido. Claro, porque ella ha sido confinada a un volumen
con peso determinado. Si sobrepasamos este peso, la energía
acumulada buscará una salida provocando el desborde del
contenido, lo que para nosotros significa un desastre. Sin embargo,
según la física, todo desorden es el principio
hacia el equilibrio. Por tanto, el caos (o el contenido de la
bolsa desparramándose) es un comienzo que, en forma independiente
de su escala, intensidad y ámbito, sólo trata
de regular los cambios que lo provocan, y ello dentro de la
ley que dice que la energía sólo se transforma,
no se crea ni se destruye.
Al parecer,
no consideramos las continuas regulaciones que hace la biosfera
para mantener los ciclos naturales. Más aún, no
les damos importancia hasta cuando la situación cambia
drásticamente y nos enfrentamos a los desastres de la
naturaleza. Sólo entonces el tema cobra relevancia para
el común de los seres humanos. Pero, entonces se suele
hablar de la furia de la naturaleza como si ésta cobrara
venganza. ¿Venganza de qué? Tal vez, nuestro inconsciente
acusa nuestras responsabilidades. El caos no es otra cosa que
un montón de energía acumulada que, llegado el
momento, es liberada por la biosfera debido a la tendencia de
las fuerzas hacia el equilibrio, tal cual como sucede con la
bolsa de compras.
Todas las
cosas, tanto las inertes como las vivas, interactúan
entre sí. El universo entero se ve afectado por las fuerzas
que ejercen las energías. No podemos, entonces, pretender
no ser afectados por ellas. Sólo nuestro cuidado en proteger
y respetar la naturaleza podrá minimizar los efectos
adversos sobre el ambiente y, por tanto, sobre nosotros mismos.
Pero tal cuidado es poco consistente. Existen numerosos asentamientos
humanos que se localizan en zonas con riesgos naturales -como
inundaciones, aluviones, sismos y deslizamientos- pasando por
alto las medidas de contingencias ante un eventual riesgo. Esto,
desgraciadamente, evidencia la falta de consideración
de factores ambientales y sociales frentes a los económicos
y políticos.
La localización
de asentamientos humanos es un tema relevante que debiera ser
tratado estratégicamente, debiéndose incorporar
la dimensión ambiental y de sustentabilidad en el inicio
de la planificación, lo cual no resta que en nosotros
este la decisión final. Sin embargo, ¿qué
sucede cuando la necesidad de una vivienda pesa mucho para aquellos
que no la tienen, donde el factor de ocurrencia de riesgos naturales
no es un tema que se discuta, ni mucho menos que se exija al
momento de recibir las llaves? Se podrá justificar las
razones de estas personas, más no se puede aceptar los
errores de los planificadores cuando existen lastécnicas
y los conocimientos adecuados para no cometerlos.
Después
de un desastre natural, independientemente del dolor humano,
las funciones de la biosfera continúan, tal cual continúa
el esfuerzo de los afectados por sobreponerse, como hoy en el
Sudeste Asiático después del tsunami de diciembre
último. Esa gente mira hacia el horizonte, amparada en
esa extraña e inexplicable fuerza que la mantiene en
pie
Eso es alentador, como también lo es ver a
las personas de todo el mundo movilizándose en la ayuda.
Las víctimas y los problemas son muchos, pero reconforta
en gran forma sentirse apoyado. Dar apoyo también es
grato. Todos podemos colaborar, reflexionando y buscando la
mejor manera de lograr un desarrollo sin cortar la comunicación
entre el ser humano y la naturaleza, lo cual puede comenzar
a ser simplemente al comprender por qué una bolsa se
rompe cuando se ve demasiado exigida.
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