Hace
un tiempo, si mal no recuerdo, los vegetales de todos
los géneros, en el mundo entero, florecían
el mismo día. Éste correspondía a
un ciclo único, el cual comenzaba con unas señas.
Si mis recuerdos no me fallan, la señal se gatillaría
en el momento justo en que la luna y el sol se encontraban
frente a frente, en un punto en que el atardecer compartía
el cielo con el anochecer... Me refiero al punto donde
no existe ni el día ni la noche, donde sólo
existe una tenue combinación de luz, que por cierto
es una luz en donde sólo se observan siluetas y
formas de los objetos que realmente son (formas que a
la luz de las ciudades no son espacios por descubrir con
sus colores ocultos por el atardecer crepuscular...) |
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Las diferentes
especies
durante un tiempo muy largo siguieron esta señal, hasta
que un día un árbol muy anciano, el árbol
más anciano de la faz de la tierra, el que había
soportado las tempestades más increíbles, el
único árbol que estaba en pie de una vieja raza
de bosques ya extintos, en un atardecer, se comunicó
de una forma muy particular y oculta, a través de la
raíz, con todos sus pares, queriendo ocultarle el mensaje
a los demás seres.
Si la
pregunta que surge es: ¿cómo yo supe esto?,
la respuesta es fácil: tuve una vez una conversación
muy extensa con un árbol. Él me contó
su secreto y me obsequió un trozo de su corteza, en
el cual, según me dijo, estaba tallado por el viento
aquel discurso secreto. En el momento en que obtuve esa corteza
no vi nada, pero la respuesta no se hizo esperar... El árbol
me dijo: En tus manos tienes el mensaje, aún
no has observado nada, pero tranquilo, conserva este obsequio
porque día a día irás descubriendo cada
frase de este discurso. Nunca des lo que tienes en tus manos,
consérvalo y exponlo a todas las luces que te acompañen,
a las luces del día y de la noche... Y así
fue. Con el tiempo fueron apareciendo, de a poco, las palabras,
y es ahora, con el permiso de éste sabio, que os leeré
estos dichos:
Como
ustedes sabrán, pertenezco a la raza de los bosques
ya extintos, soy el único sobreviviente de aquella
generación, soy a la vez el más anciano, el
que para algunos podría ser el más sabio, pero
la verdad es que no lo soy... Sólo les quiero decir
que no dejen regir su floración por el encuentro de
dos astros, porque como el más viejo les digo: toda
la vida yo y los míos lo hicimos, pero la verdad es
que cada uno debe florecer en el momento en que complete sus
horas de luz; no se rijan por el encuentro de los astros ni
tampoco por el resultado que estos puedan darles a ustedes,
florezcan cuando ustedes se sientan capaces... Si alguno se
siente capaz de hacerlo toda la vida, así será,
y si alguien los poda no echéis raíces a otras
tierras, sino mantengan en alto la copa, y siempre verde.
Y cuando
el experimentado árbol les leyó su discurso
a sus pares, éstos lo escucharon con mucha atención,
y como ausentes estaban en la oscuridad. Reconociendo estar
sometidos a los astros cada uno empezó a brotar en
tiempos y lugares muy distintos, hasta que GENTE DE CIENCIA
comenzó a observar factores comunes entre ellos, y
LOS AGRUPÓ POR especie, sólo SEGREGANDO y observando
sus hábitos los clasificaron taxonómicamente
sin conocer la verdadera historia...
Al leer
el discurso de este viejo árbol entendí por
qué los árboles ya no florecen todos de una
vez y por qué algunos florecen y dan frutos todo el
año.