Hay
seres que vagan en el ocaso de la eternidad.
¿Quién
comprenderá mi locura de buscarlos más
allá de la realidad?
Oh
necios, que buscáis la racional explicación
de estas cosas,
¿por
qué no vagáis en vuestras tumbas junto
a los gusanos?,
que
esta vida es una solamente,
¡carajo
que estáis equivocados, escépticos!,
lo
sabréis cuando seáis sepultados con
vuestra estúpida incredulidad.
¡Qué
locura ésta de amar la locura y de amar a la
muerte!
Francisco
Javier Bécquer
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Hay historias
terribles que amedrentan a algunos, pero a otros no. Muchos de
los que supuestamente son valientes se burlan de los que temen.
¿Quién les da ese derecho?. ¿Por qué no respetamos
las creencias de los otros?. ¿Cómo podremos asegurar si
estas historias son reales o fantásticas? ¿Dónde
está el límite entre fantasía y realidad?.
Los escépticos no saben la verdad y no la podrán
saber por una cuestión de entendimiento. Por eso les digo
que pongan atención a este relato. No quiero obligarlos
a creer, pero sabrán que no todo lo que se cuenta en las
leyendas es mentira. Lo paranormal convive con nosotros todos
los días. ¿Cómo podemos decir entonces que creemos
en la vida más allá de la muerte, si no creemos
por ejemplo en fantasmas y en la reencarnación? ¿Cómo
algunos podemos afirmar que existe el mal y el bien, el Diablo
y Dios, si no creemos en los seres y espíritus que vagan
eternamente en nuestra supuesta realidad? Por eso quiero contarles
esta leyenda, que como una fábula dejará una enseñanza
que ustedes mismos deberán descubrir.
Un
hombre de este valle me contó su historia, el gran
secreto de su existencia. Su vida siempre había sido
el desmentir y burlarse de las personas que veían fantasmas
o que tenían experiencias que estaban más allá
de toda explicación razonable, en especial de los que
veían fantasmas. Nunca había visto algún
espíritu y no creía en la existencia de estos.
Pensaba que en el morir se acababa todo, que venir al mundo
era sólo para disfrutar de las cosas materiales y aprovechar
de sobrevivir. Un día aquellas ideas se fueron para
siempre de su mente.
Llegó
tarde a su casa, las luces estaban apagadas. Su madre no se
encontraba, pero todo parecía igual que siempre. Se
sentó en un sofá a leer el periódico,
pensando que pronto llegaría su madre o su hermana,
pero esa noche no llegó nadie a casa. Entonces, después
de horas, nuestro protagonista se fue a acostar. Cuando la
luna posó su rostro sobre la ventana de su pieza, en
la puerta apareció su madre. Junto a ella estaba su
hermana. Ambas presentaban una palidez horrible. Las retó
por llegar a esas horas de la noche, a lo que éstas
no contestaron, mirándole con tristeza.
-¡Vayan
a acostarse mujeres! les gritó, y se durmió
profundamente.
Al
día siguiente vinieron a contarle la mala noticia:
su madre y su hermana habían fallecido atropelladas
cerca de El Toyo y sus cuerpos habían sido llevados
a casa de otra hermana. Inmediatamente corrió a comprobar
si esto era cierto. Cuando supo que todo era verdad lloró
amargamente, y después se fue lejos, muy lejos. Y se
puso a pensar en todo lo sucedido.
Después
de los funerales, al llegar a su casa vio con extrañeza
que su madre y su hermana le miraban tristemente desde la
entrada de la cocina. Se quedó pálido, observándolas,
y éstas desaparecieron. Desde entonces, en la casa
de este hombre, cuya identidad no debo revelar, hasta el día
de hoy aparecen los fantasmas de las dos mujeres. A veces
no le dejan dormir, golpeando los objetos, llorando a medianoche
por el patio o los pasillos hogareños.
Algunos
saben que en las noches pálidas de luz de luna se dejan
ver, a los que pueden ver, las almas de los difuntos. Muchos
se escandalizan y horrorizan con este don especial, y niegan
lo que ven sus propios ojos o los de otros, o lo asimilan
a alucinaciones producidas por el alcohol, aunque se trate
de algún familiar fallecido que viene a participar
un mensaje importante. Así sucede en las épocas
oscuras, por ejemplo en el de la inquisición de la
iglesia. Pero la verdad siempre está viva, y siempre
surge a la realidad. Así le pasó a nuestro protagonista
en su propia leyenda familiar. Por burlarse de los muertos,
o de los que los veían, la muerte ha venido a instalarse
junto a él a través de su madre y su hermana,
que lo atormentan día y noche...

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