:: El Puente Colgante

Por: Julio Arancibia O.

Otra versión de la leyenda "LaPata del Diablo".

 

De los muchos proyectos que el alma vaga tiene uno de ellos es el único que no se cumple.
¿Será aquél que en las noches oscuras se limpia de maldades? No será así porque el aire no siente lo que nuestra alma piensa… Si vendes tu espíritu al fuego no quieras recuperarlo con dinero aunque las cruces de la cristiandad quieran expulsarte.

Francisco Javier Bécquer.

Don Ramón quería probar al mismísimo diablo, para ver quién de los dos era más astuto y así demostrarles a sus amigos la hombría que llevaba en sí. Para poder desarrollar su plan, se fue una media noche de un jueves frío y tenebroso al sector de lo que hoy se conoce como La Pata del diablo. Allí esperó al demonio para desafiarle a realizar una prueba muy simple.
El actual puente colgante (El Toyo) frente a la Pata del Diablo . (Fotografía : Francisco Andres Zavala)

a noche fría como boca de lobo le mordía los talones y el cuello, pero a pesar de esto su valentía seguía en pie, junto a su firme corazón. Cuando Satanás apareció, vestido de negro completamente, don Ramón se sacó la chupalla y con mucho respeto le dijo:

-Don diablito, yo quiero desafiarle a una prueba de valor e ingenio

El diablo, con una seguridad y frialdad propias de él, le respondió:
-¡Quieres desafiarme, tú, pobre e insignificante mortal!
-Pero no se enoje, Su Maligna Majestad…
-¿De qué se trata, gusano?, ¿No sabes que el que me desafía pone en juego su alma?
-Entonces, diablito, si yo gano me dará riquezas y poder. Si pierdo, usted se llevará mi alma.
-Está bien. ¿Pero de que se trata?
-De construir un puente colgante en este lugar.

Satanás se rió a carcajadas, y sus algazaras resonaron en los cerros de tal manera, que la misma noche se recogió en su manto de negrura para no seguir escuchando.
-Entonces mañana comenzamos –exclamó don Ramón.
-De acuerdo –dijo el demonio–, pero ya sabes: el que termina el puente primero gana.
-Como usted diga, diablillo.
-¡Y cállate, que tu alma será mía!

Don Ramón comenzó a ejecutar su plan: enterró cruces benditas por los sectores en los que el diablo tenía que cavar para construir su puente. Todo lo fue preparando con mucha cautela. Este humilde campesino estaba convencido de que el diablo caería en su trampa.

Cuando llegó el día de la construcción el diablo comenzó a cavar, pero grande fue su sorpresa y asco al encontrar cruces sembradas por todos lados. Tanta rabia tenía el señor de la oscuridad, que creciendo de una forma impresionante arrancó hacia la cordillera y dejó marcadas sus pisadas y sus manos. Al día siguiente de este suceso a Don Ramón le aparecieron dos baúles repletos de oro. En lo que respecta al demonio no se le vio aparecer durante mucho tiempo.

Dicen que cuando Don Ramón murió el diablo se apareció en su funeral con un saco lleno de cruces, que las dejó en la puerta de la casa de aquel que le había ganado en un desafío y riéndose con gran estruendo exclamó:
-¡De nada te sirvió ganarme con engaños, pobre estúpido, igual vengo por tu alma!

Desde el momento en que las nubes se volvieron negras, mi alma asolada de tristeza vagó por mundos llenos de incoherencias y falsedades de los templos de la muerte. Aquellos templos malditos en donde la cruz es usada para hacer el mal, donde la sangre inocente corre como en los tiempos bíblicos en los que se mataba en nombre del extraterrestre Yhavé. Nos han creado un falso cielo, un paraíso ficticio y un infierno mentiroso, en donde dejan su propia maldad en un pretexto para culpar al que llaman demonio. Culpáis a Satán de vuestras desgracias y yo os digo que vosotros mismos sois responsables de todo el infierno que lleváis. A pesar del alma, las nubes negras se fueron y el demonio se llevó a la doncella y al astuto que supuestamente le ganó. Lo tiene en el suplicio eterno de su alma ingenua, junto a los creadores de la inquisición. ¡Cómo reiré con vuestra caída!.