"Todo
lo que me lleva a amar la oscuridad,
está en lo que se esconde tras ella,
sangre de la muerte descompuesta,
tras la guerra de las horas,
en la que la cerda-mujer abre sus fauces,
para poder engullirte despacio
y apagar tus luces indeseables..."
(Francisco Javier Bécquer)
Recopilado
por Julio Arancibia O.
Entre
las leyendas más conocidas de este Cajón
del Maipo se encuentra aquella que habla de la cueva de
la chancha. Originaria de San José de Maipo, esta
historia corrió de boca en boca a través
de muchas personas y en diferentes versiones. Por mi parte,
la primera versión que escuché de esta fantástica
leyenda me impresionó mucho. La oí en el
colegio, cuando tenía nueve años. Mis compañeros
y yo estábamos contando historias en un rincón
del patio. Entonces, uno de nuestros compañeros
habló con voz de locutor:
"Cuentan
que en aquellos cerros que se ven hacia el este del pueblo,
más allá de las poblaciones cercanas al
cementerio, llegando a unos riscos, se encuentra la cueva
de la chancha. La cueva es enorme y muy extensa, y en
su interior moraba un engendro del diablo, una mujer-cerda
que se alimentaba de carne humana. Cada vez que alguien
ingresaba allí con linternas, velas o algún
otro instrumento para iluminar, éste se
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apagaba,
o, en el caso de las linternas, la batería se agotaba.
También se oía un lejano aullido a través
de la oscura caverna. Sólo un sobreviviente pudo contar
lo que sucedía allí. Según cuentan, vio
cosas horrendas y muchos huesos humanos sembrados al interior
de aquel espantoso sitio. De este hombre que pudo salir, la
última vez que le vieron fue en un manicomio".
Después
que oí esta versión de la leyenda pasó
mucho tiempo hasta oír otra. Era diciembre cuando me
fue contada en secreto por un señor que sabía
muchas historias y al que interrogué. Se trataba de una
versión más apegada a la realidad. Según
lo que me contó, la cueva de la chancha está habitada
aún por este extraño engendro amorfo. En las noches
de invierno se sienten sus aullidos, como los de un gato. También
me contó que la cueva de la chancha es una gran red de
grutas subterráneas que recorren gran parte del pueblo.
¿Será todo esto cierto?
Me
contó además este hombre, que esta creatura deforme
cuida un tesoro de los duendes y que fueron éstos los
que la transformaron en lo que es. La historia es la siguiente:
Algunos duendes de esas cavidades bajaron al pueblo hace mucho
tiempo y robaron a una niña recién nacida. La
transformaron mediante magia negra en un ser deforme con cara
de cerda, bigotes largos y colmillos de jabalí. Cuando
este ser creció, le encargaron cuidar el antro y los
tesoros allí escondidos por sus misteriosos amos.
La
cerda-mujer come carne humana, costumbre que los duendes le
impusieron desde pequeña, alimentándola con carne
cruda de animales y de personas que osaban ingresar a sus dominios.
Con el tiempo, este abominable ente se ocultó en las
profundidades de una gruta y esperó que los años
pasaran lentamente y le trajesen algún incauto explorador
para devorarlo.
Hasta
el día de hoy la historia de la cueva de la chancha es
relatada en el pueblo de San José y en los alrededores
de este frondoso valle del Maipo. Al estilo de todas las leyendas
y relatos que circulan por estas tierras, la historia de la
cerda-mujer tiene muchas interpretaciones que explican el origen
de esta extraña creatura. Algunas personas que salen
a cazar conejos por aquellos cerros me han contado que en las
noches a la entrada del socavón se escuchan terribles
aullidos que congelan la sangre.
Puede que en aquellas noches frías y oscuras, mientras
andas perdido por los cerros de San José de Maipo, busques
un lugar donde guarecerte. Mas no entres a una caverna oscura,
que huele a putrefacción y tierra muerta por las maldiciones
de los tiempos olvidados. No lo hagas, porque te verás
en una situación tan difícil como la que tuvo
que vivir Ulises en la cueva de Polifemo. Piensa en tu madre
y en lo hermoso de la vida, en lo que ella te puede regalar,
y no vayas a las garras inmundas de este ser, que en la oscuridad
te esperará para descuartizarte. ¡Huye, porque
ella se comerá tus entrañas con frenesí
y beberá tu sangre para apagar su incontenible sed de
vida!
Pasarán
las lágrimas y seguiré llorando junto a la entrada
de roca fría en las montañas de la perdición.
Pero no dejaré que la oscuridad traiga consigo a aquella
terrible cerda-mujer hambrienta de carne, porque la desgarraré
con mi espada de luna azul y la haré huir al hades de
su propia desgracia...
No obstante todo lo anterior, ¿no me permitirá
el bien de la vida encontrar al final de la cueva una luz proveniente
del interior del mundo que guíe mi mano temerosa para
liberar las almas de las atribuladas víctimas que padecen
los suplicios eternos?
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