Revista Dedal de Oro N° 67
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 67 - Año XII, Verano 2014

SÁMARA: SEMILLA AL VIENTO

LOS POEMAS DE LA ESCUELA

CARLOS MORENO LARA

Niños recitando un poema.




Niño con un pie sobre una silla, observa a una niña que lee bajo la mesa.

Que linda en la rama
la fruta se ve.
Si lanzo una piedra
tendrá que caer.
No es mío ese huerto,
no es mío, lo sé
mas yo de esa fruta
quisiera comer...

Probablemente todos los escolares de mi generación conocían el poema. Los niños lo memorizaban y era recitado, con sonsonete, en los eventos de los colegios primarios a lo largo de todo Chile. Imagino que antiguamente figuraba como material didáctico en los textos de enseñanza básica. Como dije, todos conocíamos el poemita, pero ¿quién era el autor? Una encuesta entre amigos y parientes confirmó lo conocido que era. Pero si pregunto por el poeta nadie se acuerda. Creo que lo mismo ocurrió durante mi infancia. He averiguado y puedo adelantar que el autor se llamaba J.A. Márquez, un poeta romántico colombiano del siglo XIX, a quien no hay que confundir con José Arnaldo Márquez, también literato decimonónico, pero nacido en el Perú. El poemita se titula "La tentación" Posiblemente fue incluido en algún texto por su sencillez, su rima fácil y por el mensaje moral, porque más adelante el niño se arrepiente de tan mal pensamiento:

No quiero, no quiero;
yo nunca he de hacer
sino lo que haría
si todos me ven.

Pareciera laudable, pero hasta cierto punto, pues hay cosas que hago en el baño, en privado, y que no haría si todos me vieran. El poema es más largo y no merece que sea reproducido completo.

Estoy viendo con la imaginación (que es una forma de recordar) aquellas generaciones de escolares chilenos declamando esas estrofas a gritos y enfatizando con gestos desmesurados, de payaso, lo que cada frase indicaba: No es mío (se niega con mano y cabeza) ese huerto. No es mío, lo sé (una mano al corazón). Mas yo de esa fruta (las dos manos, ahuecadas, sugieren un durazno) quisiera comer (a dos manos y con cara golosa come el imaginario manjar).

Algunos pensarán que exagero, pero recuerdo claramente un programa infantil de la TV chilena, en el cual una pequeñita recitaba el famoso "Romance de los pelegrinitos" con una gesticulación extremadamente aparatosa. "Pareciera que la preparó la misma profe que yo tuve en la escuela primaria", acotó mi hermana, que también miraba el programa.

Había otros versos que mis compañeros y amigos sabían de memoria, y aunque ninguno superaba la popularidad de " La Tentación", no puedo resistir mi propia tentación al citar un poema muy popular:

¡Que linda y fresca la mañanita!
me agarra un aire por la nariz.
Los perros ladran, un niño grita
y una muchacha, gorda y bonita,
junto a una piedra muele maíz.

Y así comenzaba el tropical poema de Rubén Darío. Según nuestra madre, era obligatorio que su primo Alberto lo recitara en las fiestas familiares. Sin embargo, ella hacía una fusión de estos versos con otro poema, porque decía que el recitado terminaba con las palabras.

Echo mano a cualquiera mariposa
y hago un regalo espléndido a mi hermana.

Lo que no es del poema de Darío, tampoco calza la métrica, pero así son los recuerdos de infancia. De todas maneras, debo aclarar que, para mi gusto, estos versos del gran Rubén no valen gran cosa. Como tampoco aprecio otros que este vate compusiera, aunque también dejó gran poesía; hay que decirlo. Cabe preguntar, sin embargo: si ese par de versos citados arriba no son del mismo poema, ¿de dónde vienen? Pues no lo sé. Encontré en la red un sitio en que citan un par de estrofas que los incluyen. Quién los cita en internet confiesa no saberlo. Cuando niño los aprendió de memoria porque los recitaba su abuelita. Tal vez se trata de un poeta chileno del XIX.

Y ya que estamos en los poetas románticos chilenos, quiero citar otros versos:

Junto a la gruta de las quebradas
donde las aguas alborotadas
charlan asuntos sin ton ni son,
hay una casa de corredores
donde hay ventanas, tiestos con flores
y enredaderas en el balcón.

Este poema es bastante largo; cuando tenía trece años lo memoricé completo. Sencillamente me gustaba; nadie me obligó. Su autor, Carlos Pezoa Véliz, epitomiza la imagen del poeta romántico. Hijo de un padre que abandonó a la joven madre, vivió una vida corta y desdichada. Murió antes de cumplir los 30 años y mucha de su obra proyecta la imagen trágica del autor. El poema que cito arriba, sin embargo, es alegre. Se afina el oído y se escucha el cantar del agua. Hay humor.

...mientras que enfermas de hipocondría
cantan las ranas su letanía...

Y luego:

...donde unos chinos hacen piruetas
sobre cajones llenos de té.

Agustín, un amigo del barrio, citaba unos versos aprendidos en el colegio. Supe, mucho tiempo después, que eran del mismo Pezoa y comenzaban:

Era un pobre diablo
que siempre venía
cerca del gran pueblo
donde yo vivía...

Murió el pobre diablo y en el cementerio lo enterraron de caridad. Pareciera que, de una manera metafórica, habla de su propia vida. Así, pues, acaba el poema:

Tras la paletada,
nadie dijo nada.

El contacto del estudiante con la poesía es importante. Casi todos los niños son poetas y es una pena si esa semilla se pierde. Cuando yo fui estudiante, figuraba la poesía como parte del programa literatura, pero recuerdo una profesora que se limitaba a repasar la mecánica y métrica de la composición sin énfasis en el contenido. Una soberana lata. Un ejemplo de versos con siete sílabas, lo recuerdo, tomados directamente de la crestomatía y eso bastaba...

Yo vi, sobre un tomillo,
quejarse un pajarillo
viendo su nido amado,
del cual era caudillo,
por un labrador robado.

El poema, de Esteban Manuel de Villegas, es muy malo; la rima pobre y el tema deplorable. Uno se pregunta que motivó su selección. La respuesta más probable es porque desde el siglo XVII se viene citando en las escuelas de España y Latinoamérica. Pereza, pura y simple. Hace poco, y por azar, me topé con un manual didáctico publicado recientemente en España (y con propiedad intelectual registrada en 1989). Usa este poema en una Prueba de Comprensión basado en selección múltiple. Transcribo la primera pregunta:

¿Por qué llora el pajarillo?
A. Porque tiene frío.
B. Porque le roban el nido.
C. Porque el tomillo está seco.

Dejo al lector zahorí que saque sus propias conclusiones sobre el contenido didáctico y evaluador de una prueba como esta.

Y aquí me alejo, inspirado por Amado Nervo y cabalgando sobre un dodecasílabo:

En verso de doce galopo, galopo...

Cambridge, febrero 2012.

Ilustración de un poema sobre princesas.

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