Revista Dedal de Oro N° 64
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 64 - Año XI, Otoño 2013

HISTORIA CAJONINA

DON JOAQUÍN ZAMUDIO Y EL FUNDO LAS CASAS DE SAN JOSÉ
GABRIEL PATRICIO SALAS DÍAZ
RETAZOS DE LA HISTORIA DE UNA FAMILIA INFLUYENTE DEL CAJÓN DEL MAIPO, ESO ES LO QUE PRESENTAMOS AQUÍ. UN BISNIETO LLAMADO GABRIEL SE INTRODUCE POR LOS VERICUETOS DEL PASADO PARA DAR UN POCO DE LUZ A LA VIDA DE SU BISABUELO -DON JOSÉ JOAQUÍN ZAMUDIO ASTORGA- Y SU DESCENDENCIA, A LA QUE ÉL MISMO PERTENECE. ARDUA TAREA, AUNQUE MÁS QUE ARDUA, LINDA Y NOBLE. RECUPERAR LOS VALORES DEL PASADO NO ES VIVIR EN EL PASADO, SINO ENRIQUECER EL PRESENTE. ESTE TIPO DE ACTIVIDADES -O, MEJOR DICHO, TODA ACTIVIDAD QUE RESCATA Y CONSERVA LOS VALORES PATRIMONIALES, LABOR EN LA QUE ESTA REVISTA SIEMPRE HA PUESTO SU EMPEÑO-, ES EL QUE VERDADERAMENTE DA SU VALOR Y SIGNIFICADO AL HECHO DE VIVIR DONDE SE VIVE Y EN EL TIEMPO QUE SE VIVE: ESE CADA VEZ MÁS VALORADO "AQUÍ Y AHORA", EL QUE, SIN DUDA, CONTIENE AL MUNDO ENTERO DESDE QUE EL MUNDO ES MUNDO.
Joaquín Zamudio Astorga - 2 años.
FOTO CONCEDIDA POR MARIANA DÍAZ ZAMUDIO


JÓVENES ZAMUDIO EN LA PLAYITA DEL MAIPO - ESTERO SAN JOSÉ- VERANO DE 1929.
JÓVENES ZAMUDIO EN LA PLAYITA DEL MAIPO -JUNTO A LA
DESEMBOCADURA DEL ESTERO SAN JOSÉ-
EN EL VERANO DE 1929.


MIEMBROS DE LA FAMILIA ZAMUDIO JUNTO AL ESTERO SAN JOSÉ, EN EL AÑO 1935.
MIEMBROS DE LA FAMILIA ZAMUDIO JUNTO AL ESTERO SAN
JOSÉ, EN EL AÑO 1935. ATRÁS, A LA DERECHA, SE VE EL
PUENTE FERROVIARIO SOBRE EL ESTERO, Y A LA
IZQUIERDA, LA VÍA DEL TREN EN CURVA HACIA
EL LADO DEL RÍO, EN EL PONIENTE.


Camión todo terreno de la Universidad San Sebastián.
CAMINO AL VOLCÁN, 1935, POCO ANTES DE LLEGAR AL
ACTUAL "EL CAMPITO". (LAS FOTOS ARRIBA FUERON
CONCEDIDAS POR ANITA ZAMUDIO.)


Laguna Negra, marzo de 1934.
LAGUNA NEGRA, MARZO DE 1934.


José Joaquín Zamudio Astorga, década del 30.
JOSÉ JOAQUÍN ZAMUDIO ASTORGA, DÉCADA DEL 30
(FOTO CONCEDIDA POR MARIANA DÍAZ ZAMUDIO.)



El molino en los años 30
EL MOLINO EN LOS AÑOS 30
(FOTO CONCEDIDA POR SERGIO CAMPODÓNICO).


Lechería del Fundo Casas de San José, década del 30
LECHERÍA DEL FUNDO CASAS DE SAN JOSÉ, DÉCADA DEL 30
(FOTO CONCEDIDA POR ANITA ZAMUDIO).


La Casa del Bajo, 1940. El autor de este artículo y su madre viven allí
LA CASA DEL BAJO, 1940 APROX. HOY, EL AUTOR DE ESTE
ARTÍCULO Y SU MADRE -MARIANA DE JESÚS DÍAZ
ZAMUDIO (QUIEN CEDIÓ LA FOTO)- VIVEN ALLÍ,
JUNTO AL ESTERO SAN JOSÉ.


Foto de tapa: Puente sobre el estero San José recién terminado.
FOTO DE TAPA: PUENTE SOBRE EL ESTERO SAN JOSÉ
RECIÉN TERMINADO. LOS TRABAJADORES POSAN
INMORTALIZANDO EL GRAN MOMENTO.
(FOTO CONCEDIDA POR MARIANA DÍAZ ZAMUDIO.)



Escudo de armas y datos del apellido Zamudio.

Dedal de Oro. Grato espacio donde relatar los recuerdos de familia. Intentar hacer memoria sobre las conversaciones que sostuvimos en torno a la mesa de mi abuela María Ester sobre su padre don José Joaquín Zamudio Astorga, las tradiciones de familia y la vida en el campo, implica, sin duda alguna, realizar una tarea que llena de emoción y orgullo. Para abordar una tarea de esta naturaleza, claro está que se debe acudir a fuentes formales, como contratos y registros. También es válido acompañar el relato con las anécdotas de familia y apoyarse en la memoria de los vecinos. Hoy, quizá, eso es lo que más atesoro. Esas historias que nos contaba la abuela -mientras sembrábamos perejil y alimentábamos los patossobre su padre y el campo, o las que surgían espontáneamente tomando un mate cerca de la salamandra durante las nevadas invernales ojeando un Zigzag, son, en verdad, un alimento delicioso para el espíritu. Así sazonó la abuela María Ester un poco este plato sabroso de nuestra vida al contarnos de esas historias.

Cuando el "Nano Baeza" nos contó, a mi hermana y a mí, sobre sus vivencias de niñez en la lechería del fundo de mi familia, me motivé a indagar un poco en aquellos recuerdos. Me parece conveniente acudir a esas fuentes informales, como anécdotas o leyendas, ya que otorgan una mayor comprensión de la realidad de la época en cuestión. Nos ilustran de lo cierto. De manera que las conversaciones con los vecinos -por ejemplo los comentarios directos que escucharon de su padre don Juan Olguín o su hermano el "Queno" sobre la vida del campo, e incluso sus propias vivenciasson valiosísimas no sólo para elaborar estas líneas, sino para comprender con mayor profundidad las enseñanzas de nuestros antepasados: lo que tanto nos transmitió la abuela sobre el debido respeto y amor a las tradiciones familiares del campo chileno y nuestra gente. Pienso que hay un algo de sabiduría en todo eso.

En las próximas líneas quiero realizar un relato histórico simple y cercano de la Familia Zamudio -una aproximación a su presencia en el Cajón del Maipo y especialmente a la figura de mi bisabuelo, don José Joaquín Zamudio Astorga- y entregar algunas referencias acerca de cómo se llevaba la vida en el campo.

La historia de la familia Zamudio se remonta a España

"Zamudio" procede de la Anteiglesia de Zamudio del Partido Judicial de Bilbao (Vizcaya) y es uno de los linajes que tomaron parte más intensa en las luchas de los bandos de Vizcaya. De él descienden otras muchas familias que se citan en la obra "Bienandanzas y Fortunas", de Lope García de Salazar.

Un hijo de un rey navarro fue nombrado por su padre Conde de Gaviría, en Guicúzcoa, región entonces navarra. Se llamaba Ordoño y fue padre de Galindo Ordóñez, quien, desterrado por su rey, pasó a Vizcaya, y se estableció en la Anteiglesia de Zamudio, donde casó con una nieta del conde de Noroña. Tuvo sucesión, que continuó el apellido, y entroncó con los linajes de Avendaño y Butrón.

El árbol genealógico fue completado por Pelayo Flórez, abogado e historiador, y miembro de la familia. Cuenta que ahí llegó el primer señor de Zamudio, pariente desterrado de Navarra "por revoltoso". Zamudio, en vasco, significa hombre del desfiladero; recibió ese nombre porque, como dueño del lugar, cobraba peaje para cruzarlo. De acuerdo a nuestros estudios, el revoltoso descendía, en sexta generación, de Fortún García, Cuarto Rey de Navarra, fallecido el año 905.

Entroncamiento en América y arribo a Chile

Diez generaciones después -tiempos del undécimo señor de Zamudio- algunos emigraron a Argentina. Juan de Zamudio Tellitú, nacido en Baracaldo, junto a Bilbao, fue Gobernador en Tucumán. Su hijo Juan Francisco y su nieto Juan Gregorio fueron alcaldes de Buenos Aires. Su bisnieto, Juan Gregorio de Zamudio Echeñique, fue quien pasó a Chile. Cita de Pelayo Flórez: "En el séquito de su tío, el Gobernador y Capitán General de Chile, Joaquín del Pino y Rozas", en 1799. El gobernante se fue dos años después, elegido virrey en Buenos Aires, pero el sobrino se quedó.

Otra cita: "Su hijo Nicolás Zamudio Anzorena es el que deja las primeras huellas, porque tuvo dos fundos enormes: San José de Maipo y El Volcán, lugares donde algunos aún recuerdan las últimas fiestas realizadas en las casa patronales, en 1945. En ese siglo fueron varios los presidentes que pasaron ahí largas temporadas". Antes no, porque la familia fue contraria a Balmaceda. De hecho, dos jóvenes Flórez Zamudio murieron en la Guerra del ´79. Poco después, en la revolución del ´91, mientras la Junta Revolucionaria se organizaba en el norte, sesenta jóvenes de sociedad y veinte artesanos de Santiago, con el fin de cortar el puente Maipo, se reunieron en el fundo Lo Cañas, donde las fuerzas de Gobierno les dieron muerte. Ahí cayeron otros dos primos Zamudio, Ismael Zamudio Astorga y Daniel Zamudio Flórez. Eran muy jóvenes, la impresión fue enorme para la familia y cercanos. A uno de ellos, José Joaquín Zamudio Astorga, nuestro personaje, no le llegó el caballo, y otro joven, Arturo Alessandri, que tenía 22 años, fue desmontado a último momento, lo que les salvó la vida a ambos.

En tiempo pasado, luego de la llegada de los españoles, tanto la tierra como el agua pertenecían a unas pocas familias, que, en virtud de Mercedes y Encomiendas, les eran otorgadas para su explotación. En virtud del crecimiento demográfico, relaciones contractuales, tráfico mercantil, agitaciones sociopolíticas, la titularidad de dichos bienes ha sufrido una serie de modificaciones. El caso del "Fundo Las Casas de San José" no se exceptúa de lo anterior.

Don Joaquín Zamudio Astorga, en el año 1903, se adjudica el Fundo denominado Las Casas de San José con sus usos y costumbres, herencia de doña Celia Flórez viuda de Zamudio. Don Joaquín viejo era mayor y se sentaba en su sillón ubicado en el corredor a leer al sol, mientras que su señora, María Ester Mourgues de Zamudio, recorría, mandaba y montaba a caballo cual amazona en sus tierras. En general, las mujeres de la familia estaban en igualdad con los hombres, montaban a caballo, dirigían y participaban de todo. Aún en el pueblo las familias en los alrededores se recuerdan de doña María Ester.

Don Joaquín y doña Ester tuvieron tres hijos: María Ester, Joaquín Ismael y Ana Luisa. Sus tres hijos heredaron el gusto por montar a caballo. Se cuenta la anécdota de que al señor cura párroco de San José no le parecía bien que Ester y Ana Luisa llegaran a la Santa Misa con pantalones de montar, y simplemente no las dejaba quedarse a la celebración. Pero como su familia era muy caritativa con las religiosas del pueblo, estas les tenían un gran aprecio y las convidaban a tomar asiento a su lado y las cubrían con sus largos hábitos, ante lo cual el señor cura no tenía más remedio que seguir celebrando el Sacramento. Al concluir, las jóvenes Zamudio montaban sus caballos y ya con el precepto dominical cumplido emprendían a todo galope rumbo a Lagunillas.

Paseos a las termas y a la Laguna Negra

El control del ganado durante las veranadas, arreado principalmente al Valle del Rio Yeso, constituía un pretexto muy esperado para los primos Zamudio y sus amigos Enrique Donoso y Jorge Ureta, ya que solían hacer paseos a las termas de Colina, El Plomo, o a la Laguna Negra. Desde allí se aventuraban a subir a los pasos fronterizos de Piuquenes o Nieves Negras con el solo objeto de obtener una foto del grupo en esos lejanos e históricos lugares.

Realizar esos viajes tomaba varios días. Iban a caballo, naturalmente, con mulares que acarreaban todos los enseres; no podían faltar los cabritos para asar. El personal del fundo (mozos) acudía también para el arreo y la preparación de todo lo necesario para el agrado de sus patrones. Juntos hacían el pan, recogían leña por el camino, turnándose para cubrir la harina del viento con sus ponchos mientras otros amasaban. En esos lugares se divisaba el cóndor. Solían cazar patos y guanaco para hacerlo charqui posteriormente, destinado a las comidas de invierno.

Las historias que la abuela María Ester relataba a sus nietos sobre esos viajes eran tan estupendas como entretenidas. Este verano tuve la oportunidad de visitar tales lugares. El impacto fue grande al recordar a la abuela y la descripción tan precisa del entorno. El lugar donde iba la huella y el límite es como si ya hubiera estado allí en otro tiempo.

Las descripciones de su padre don Joaquín y los fértiles potreros del fundo nos indican que como buen hombre de campo manifestaba un enorme amor a su familia y respeto por las tradiciones chilenas. Vivían junto a él sus tías y hermanas. Era un buen hombre de fe de su tiempo. Don Joaquín procuraba vivir la fe católica hasta en los más mínimos detalles. De hecho, luego de la jornada de trabajo, se llamaba a la oración y el Santo Rosario. Las tías organizaban anualmente la promoción de algunas devociones, entre las que se cuentan el Mes de María, la Novena al Niño Jesús para preparar la Navidad, la tradicional Novena a San Cayetano o a San Isidro Labrador. Todos los veranos se intensificaba la catequesis de los sacramentos, para lo cual se invitaba a un sacerdote para que permaneciera en el campo por al menos una semana.

A los niños se les enseñaba a persignarse y algunas oraciones sencillas, mientras… en la cocina de la tía abuela "Ñí" se horneaban por docenas los mejores alfajores, empolvados o príncipes, manjares que les eran entregados a esos golosos e inquietos asistentes. En tiempos difíciles, un trozo de pan con dulce de membrillo o manjar blanco era igualmente bien recibido, porque eran entregados con amor. Creo que algo de la dulzura de la Fe iba quedando en su espíritu inocente.

Don Joaquín sentía gran aprecio por las tradiciones propias del lugar e intentaba cuidar los detalles de prudencia y respeto. No le faltaban oportunidades para mantener permanente contacto con las familias de los inquilinos y trabajadores. Quienes acudían a él retornaban siempre con algún presente. La imagen más recordaba de él es la de un hombre serio, sereno, delgado, montado a caballo.

Su señora, doña María Ester Mourgues, se preocupaba de la vestimenta de los niños y se encargaba personalmente de que en cada casa de los inquilinos del fundo hubiera un parrón para que las familias tuvieran sombra y fruta fresca en el verano, así como plantas de mimbre para que confeccionaran canastos destinados a recoger fruta, papas, choclos.

Entre sus cercanos se decía un poco en broma y un poco en serio que don Joaquín administraba el fundo tal como si se tratara de la Hacienda Pública, haciendo así referencia a un importante cargo que ostentaba en el Tribunal de Cuentas –hoy, Ministerio de Haciendadonde trabajó por muchos años. De hecho, hasta hace poco, en la casa de los Zamudio se conservaban los libros con el registro de asistencia de los trabajadores, control diario de la ordeña, incluso la indicación precisa del nombre de cada trabajador dedicado a tareas específicas, como por ejemplo, quienes se ocuparon en la construcción del "Canal del Norte" y las herramientas a ellos asignadas, tales como palas, picotas y otros elementos.

Según figura en los registros y relatan nuestros vecinos, buena parte de los potreros del fundo (hoy "la chacra", Sucesión Guitlitz, Estadio Municipal) estuvieron destinados al cultivo de alfalfa, trigo, porotos, zapallos, con los cuales se abastecía de alimento el pueblo y los sanatorios. Algunos de esos potreros eran utilizados para la engorda del ganado, la lechería, o para la estadía de los animales arreados desde La Argentina rumbo a Puente Alto y la zona central con el objeto de comercializar la carne, sebo y cueros obtenidos.

Un acontecimiento importante en el sector -que causó sensación entre los vecinos- implicó la llegada del primer tractor oruga, que importó por catálogo don Joaquín, y la trilladora estacionaria que tanto facilitaría la labranza.

Tendrían que transcurrir varias décadas para que, en el año 1940, doña María Ester Zamudio Mourgues, junto a su hermano Joaquín, luego del fallecimiento de su padre, recibieran en herencia el fundo Las Casas de San José, con sus usos y costumbres. Este paso implicó un importante hito en la explotación del fundo, ya que se modernizó la actividad agrícola experimentando con la incorporación de nuevos cultivos.

Se establecieron los deslindes y se registraron los datos de la propiedad, de bienes raíces, aguas y planos. Además, se estipularon las porciones expropiadas por el fisco para la construcción del camino público de Santiago a El Volcán, y una porción para rectificar el trazado frente al Estadio Municipal y para la construcción de la "Casa de Máquinas", recinto ubicado en la Cañada Sur y que ha sido usado por Vialidad hasta el día de hoy. Asimismo, se contempla una transferencia a la Empresa de Agua Potable de Santiago, junto con algunas servidumbres, tales como la postación para la línea de teléfonos y el importante acueducto Laguna Negra.

En 1949, los hermanos deciden liquidar la sociedad hereditaria, determinándose entre otras cosas que la porción norte del fundo se la adjudicaba doña María Ester Zamudio Mourgues y la parte Sur se la adjudicaba el tío abuelo Joaquín, tierras dedicadas actualmente al cultivo de almendros y nogales.

Hubo en las tierras del tío Joaquín crianza de corderos y gansos "policiales" que forrajeaban en los potreros. Los gansos correteaban a casi todo aquel que merodeaba el entorno, claro que nunca a los más astutos. Como gansos muy gansos que eran, tenían la ocurrencia de emprender el vuelo al Maipo. Así lo hacían ocasionalmente, y para sorpresa de algunos "desaparecían" entre recodos y playitas de la ribera opuesta del río… o, en verdad, asados en algún horno de barro aguas abajo.

La medialuna

Aún es recordada entre los antiguos del pueblo la medialuna ubicada en un lugar próximo a la línea del Ferrocarril Militar que administraba el exalcalde don Alfredo Luna, arrendatario del predio en aquellos años, en la que se oiría -en vivo y en directo- la voz del afamado compositor chileno don Nicanor Molinare.

En 1951 se realiza un estudio detallado de la totalidad de los bienes del fundo. Se establecen, por ejemplo, las superficies según categoría de suelos, construcciones, los derechos proporcionales sobre las aguas de los distintos canales, etc. En 1956 culmina el proceso de liquidación. En esta se confirman los datos respecto a los derechos recaídos sobre los distintos bienes.

En 1965, doña María Ester Zamudio Mourgues, tras el loteo de la superficie ubicada al poniente del camino a El Volcán, vende la hijuela N° 1 (hoy sector de El Campito). Y en 1967 se venden los lotes N° 2 y N° 3 (hoy parte de la propiedad de don Carlos Tapia con sus usos y costumbres).

Pero dejemos de lado lo relativo a la historia registral de la propiedad y retomemos los aspectos más importantes de la explotación de los recursos existentes en el antiguo fundo.

La importancia del agua

No cabe duda de que para el fundo y todo San José de Maipo el agua surtida por los canales de regadío era (y es) fundamental, si no vital. No sólo desde el punto de vista económico o productivo (hortalizas, siembras), sino también desde el punto de vista humano y social (asentamiento de la población y explotación de otros recursos, como la minería). De hecho, en los registros históricos -que nuestros vecinos pertenecientes a las familias más antiguas conocen a cabalidad- aparecen datos bastante relevantes, como que uno de los más importantes canales de regadío de nuestra comuna se denominaba "Canal del Norte o del Pueblo", que captaba sus aguas desde el Estero San José para surtir de este vital elemento las casas, chacras y otros sitios del pueblo.

El molino

Descubrir el funcionamiento del antiguo molino resulta toda una aventura. Pocas personas saben de su existencia y ubicación. La abuela algo nos contó sobre el molino que quedaba junto al patio de las casas. Claro, el molino también perteneció a los Zamudio, el cual funcionaba con la fuerza del agua que bajaba (y baja) por el canal para moler los trozos de yeso transportados a lomo de las mulas, cargadas desde los yacimientos de EL Volcán hasta llegar a la "Casa de Molino". Lugar donde vive actualmente el profesor Mario Gómez. El canal continúa regando los potreros aguas abajo. En los planos antiguos figuraba ese retazo a nombre de don Guillermo Zamudio. Cuando acabó la molienda del yeso, se ocupó como granero del fundo.

Algunos de los Zamudio conservan actualmente ciertas "piezas de museo" del molino. Se trata de las piedras usadas en la molienda, cada una de ellas con un peso aproximado de 700 kilos. Las piedras en desuso estaban colocadas en el parque y varias permanecen aún en el lugar. Era el sitio preferido de los niños Zamudio para el juego con barro y otros artificios.

La lechería

La antigua lechería, contigua al patio de las casas del fundo, tenía, en los recuerdos de doña Ester Zamudio, un espacio peculiar. Se ubicaba al lado de las actuales dependencias del restaurant "El Campito". La infraestructura de los establos sobresalía en su época dada su avanzada tecnología. Contaba con modernos sistemas de alimentación para los animales y con canales hábilmente instalados para la exclusión de elementos excedentes.

Las señoras de las casas ponían un especial esmero en la producción de queso y mantequilla de sabores inigualables. Las carretas cargadas con los tarros lecheros que bajaban al pueblo tenían, entre otros destinos, el comedor parroquial y los sanatorios.

El abastecimiento de agua para los "corrales de los terneros" era de suma importancia. Esos corrales estaban emplazados donde se ubica en la actualidad el balneario "Los Guillaves", de los funcionarios del Banco Estado.

Las casas y patios

La casa patronal –dicen- era sensacional; su entorno, los patios de las casas, eran lugares privilegiados donde doña "Ester vieja" paseaba junto a sus nietos y amistades. Fragantes lirios y azucenas eran visitados por las abejas de doña Ester. Esta tradición apícola ha sido conservada ya por cuatro generaciones.

Se contaba que en una ocasión uno de los tantos sobrinos Zamudio, que los visitaba, se había metido en una tinaja al final de uno de los corredores cazando una lagartija, y que se había quedado dormido allí, provocando sin intención que todo el mundo le buscara y se pasara la peor de las películas.

Durante el verano, los sauces cercanos a las casas cobraban para los Zamudio y amistades un significado especial, ya que, cual tesoro enterrado bajo sus sombríos pies, custodiaban celosamente desde el invierno el hielo y nieve allí guardados, que, en los días de calor, les servían para elaborar ese helado artesanal que tanto gustaba, receta que sólo la Ñí conocía. Los paseos a la playita del Maipo eran toda una aventura para la familia, sobre todo para los más niños. Llevaban canastas con la merienda y unos peculiares trajes de baño. Allí no podía faltar la sombra del sauce.

"La casa del bajo" o despacho

Por el Camino a El Volcán, junto al puente que cruza el Estero San José, un poco más arriba de las casas, existe una construcción bastante antigua, añosa casona de más de 150 años de antigüedad. Sus muros son de adobe, cuenta con un corredor y galería. Esta instalación era el antiguo despacho del fundo. Sus bodegas fueron demolidas tras el terremoto de 1985. Estas dependencias estaban destinadas a servir para la administración, almacenar y distribuir alimento, grano y parte de la producción anual. Allí concurrían trabajadores y transeúntes.

Como es propio de la época, los trabajadores recibían parte de su remuneración en fichas que canjeaban por mercaderías como azúcar, hierba mate, aceite y abarrotes en general. Los antiguos del lugar la denominan "la casa del bajo", dado que se encuentra en la porción inferior, próxima al estero, entre dos lomas o pequeños cerros, en "to'a" la curva… "allá pa'l bajo".

En ese lugar aún se conservan algunos chuicos, cajoneras, balanzas y morteros de la época. Realizar una excavación en el lugar puede implicar sorpresas como encontrar "tesoros de familia": un estribo de amazona oculto u olvidado en la pirca vieja, espuelas enterradas, monedas españolas. Un marcador de ganado fue encontrado hace pocos meses.

Allí habitan actualmente algunos descendientes de los Zamudio. La casa del bajo fue arrendada años atrás a la familia Calderón. Es seguro que ellos tendrán más de alguna anécdota sabrosa que contarnos.

La Cruz Roja

Los vecinos recuerdan sonrientes la presencia de las colonias de niños de la Cruz Roja chilena en el Cajón del Maipo. Ellos venían por razones de salud, para intentar mitigar sus enfermedades respiratorias o mejorar su situación nutricional. La Familia Zamudio colaboró activamente con el Dr. Ostornol en la instalación de la infraestructura existente y posterior mantención. Asimismo, la abuela Ester Zamudio asistía voluntariamente a las colonias de niños enfermos colocando vacunas, suturando heridas y prestando diversos otros servicios de enfermería.

Muchos de los niños y jóvenes de las colonias de la Cruz Roja que llegaban al Cajón del Maipo lo hacían en los vagones del Ferrocarril Militar. Los Zamudio habilitaron un espacio de su propiedad para que pudieran descender con seguridad, e implementaron un camino por el cual se dirigían rumbo a las dependencias de la institución. Los mayores de la familia recuerdan el paso de los niños por el lugar particularmente por sus cantos y consignas alegres.

Puente del ferrocarril

Sin duda, la llegada del Ferrocarril Militar trajo consigo cambios importantes en los hábitos y costumbres de los habitantes del Cajón del Maipo. Las personas dejaron de lado los coches privados tirados por caballos y las diligencias para cambiarlos progresivamente por los vagones del tren.

Algo similar ocurrió con la vida y labores del fundo. De manera que si antes el desplazamiento y transporte entre Santiago y San José eran efectuado por los Zamudio y sus invitados en coches y carretas o montados a caballo, con la llegada del ferrocarril los miembros de la familia organizaron sus viajes de otra manera. Así, el traslado, carga de baúles, cajas, encomiendas y la producción anual del campo se efectuó en adelante y mayoritariamente en los carros del ferrocarril. De hecho dejó de usarse el molino y el yeso fue transportado directamente en el tren a Puente Alto, y ya no por las carretas tiradas por yuntas de bueyes.

La línea del ferrocarril atravesaba el fundo de norte a sur por toda su extensión, inicialmente en línea recta por los potreros próximos al pueblo. La subida se hacía un poco más lenta al llegar a la loma. Luego se orientaba un poco al este para atravesar el Estero San José.

La estructura del antiguo puente del Ferrocarril Militar sobre el Estero San José ha sufrido los estragos de la naturaleza. Hoy sólo se conserva el machón de la ribera sur. Las avenidas de 1987 lo dejaron en pésimas condiciones. Uno de sus extremos se precipitó al suelo. Las crecidas de 1993 destruyeron el machón del lado norte y borraron el punto de captación de un canal que regaba varios de los potreros del antiguo fundo.

Afortunadamente, los Zamudio conservan documentos y fotografías de la época de construcción de dicho puente. Momento inmortalizado: Trabajadores posan para la foto sobre un carro, una vez terminado el puente. Se ven durmientes y otros elementos de construcción (ver tapa). ¿Está pendiente rendir un homenaje a los trabajadores del ferrocarril? Casi al centro-izquierdo de la fotografía, en la parte alta de la meseta o "puntilla", donde la línea de ferrocarril comienza a dar la cara al Río, se divisan árboles centenarios –quillayes por supuesto-, algunos de los cuales se mantienen frondosos hasta el día de hoy. Esa propiedad la heredó mi tío abuelo Joaquín Zamudio. Aún es común ver en ese lugar al sagaz culpeo que, bajando del monte, se dirige atento entre las tunas tras los rastros del conejo. Allí existen potreros en los que se vio hasta hace poco unos mansos corderos pastando entre los almendros, o al gato montés que, solapado entre las ramas de un escuálido maqui, se disponía a caer sobre las inocentes crías de las gansas. Más delante, pasando el Potrero de los Quillayes, el ferrocarril continuaba su rumbo en línea recta junto al Maipo, y abandonando el fundo, pretendía entrometerse en la Pata del Diablo.

Algo personal

Confieso que cada encuentro con un vecino perteneciente a las familias más antiguas de San José de Maipo en que hemos abordado el tema me ha llenado de emoción. Así ocurrió durante el encuentro que sostuvimos el viernes pasado con la señora María Francisca Catalán, madre de la "Pancha Barrera".

La señora María cuidó a "la Marianita" –mi madre, y nieta de don Joaquín- desde pequeña. Ella me contó que mi abuela María Ester Zamudio Mourgues le había enseñado muchísimas cosas de cocina. Uno de los principales recuerdos que la señora María tiene de "doña Ester nueva" -mi abuela- se refiere a los menesteres domésticos del hogar. Por ejemplo, contaba que mi abuela le enseñó a hacer la manteca de chancho al punto de dejarla "blanquita", lista para para freír o amasar. De hecho, quedamos en compartir la mesa y disfrutar de unas ricas sopaipillas durante el próximo otoño, acompañado de la pasta de ají verde, tal como se hacía en esos años.

En San José de Maipo,
marzo de 2013.

Año 1903 (foto concedida por Mariana Díaz Zamudio).
AÑO 1903 (FOTO CONCEDIDA POR MARIANA DÍAZ ZAMUDIO.)
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