Revista Dedal de Oro N° 60
Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 60 - Año X, Otoño 2012
HISTORIAS DE UN HUASO ARRIERO
LA PATA DEL DIABLO
HUMBERTO CALDERÓN FLORES

Son muchas las leyendas que se han escrito y traspasado de boca en boca apelando a la buena memoria, muchas veces agregando detalles o fantasías de los muchos que las han escuchado, arregladas a la mejor forma de cada relator. Sin embargo, las comunicaciones, la tecnología, las iluminaciones excesivas y las entretenciones de ahora, han hecho desaparecer la vieja costumbre de reunirse alrededor de una fogata en el patio abierto o junto a un brasero en las noches invernales. Y, cuántas veces en la cálidas noches de verano nos juntábamos sentados en ruedo, sólo alumbrados por la luna, con la música de fondo de las torrentosas aguas del río golpeando las enormes piedras de su cauce, el ladrido de los perros, el maullar de un gato, el cantar de un chuncho que asustaba por ser malagüero. (Se decía que si el chuncho cantaba en el árbol de una casa una o varias noches, alguien de allí moriría.) En esas alegres tertulias con cánticos, versos y chistes, siempre se veía pasar alguna estrella fugaz… y hoy escudriñamos en el firmamento tratando de ubicar el paso de un satélite. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Y también, en esas ocasiones, aparecían las leyendas locales, como La Calchona, La Llorona, La Cuca, La gallina con pollos, Los entierros y La pata del Diablo. De esta última escuché varias versiones, y la que mejor recuerdo es la de los hacheros, que paso a relatar…

Se dice que venían los hacheros (leñadores, hombres con hachas) en un verano, por el lado sur del río Maipo, El Tollo, a cortar leña y a hacer carbón para venderlo en la ciudad para calefaccionar en invierno. Ellos traían a sus mujeres, niños, animales de carga, etc. Habían pasado varios días en esta ardua y pesada tarea talando en los verdaderos bosques que existían al otro lado del río, los que no les permitían tener mayor visibilidad. Un día comenzaron a subir por las faldas del cerro La Isidora, lo que les permitió mirar hacia el otro lado del río, quedando admirados del poblado que existía al frente. Comentando lo que veían, uno de ellos, tentado por tantos días de encierro, dijo:

-En este pueblo deben vender trago, deben haber mujeres con quienes bailar un rato… Podríamos hacer un puente, porque este río no lo podemos pasar a caballo.

Se pusieron a buscar dónde hacer el puente. Lo más apropiado que encontraron fue la parte en que hoy existe el puente de cimbra, pero igual era muy ancho el río y no tenían palos que les dieran el largo. Entonces, uno dijo:

-Llamemos a don Sata para que nos haga un puente.

Estaban en eso cuando escucharon una voz que decía:

PIEDRA DE LA PATA DEL DIABLO, EL TOYO, CAJÓN DEL MAIPO. DÉCADA DEL 30. FOTO GENTILEZA SERGIO CAMPODÓNICO.
-¿Me llamaban?

Todos quedaron estupefactos, pero uno dijo:

-Sí, queremos un puente aquí.

Y Lucifer respondió:

-Yo lo hago, pero ¿qué me dan?

Y los leñadores dijeron:

-Toda la leña y carbón que tenemos.

-Eso a mí no me sirve, tengo puro fuego en el Infierno. Se los cambio por el alma cuando mueran.

Todos se miraron y acordaron el trato. El puente debía estar listo al amanecer. Al llegar allí al otro día se encontraron con que el puente estaba listo y el Cachudo esperándolos. Y uno de los leñadores le dijo:

-Saque el puente, pues no nos sirve de nada. No tenemos dinero y en el pueblo no nos van a comprar el carbón y la leña.

El Diablo respondió:

-Eso es lo de menos, aquí tienen esta barra de oro- y la pasó.

El hombre respondió:

-Pero esto no es oro, se… -iba a decir "señor"- …mejante cosa.

El Diablo tomó la barra de oro, la lanzó al suelo y dijo:

-¡Compruébalo!

El hombre tomó su hacha y dio un corte a lo largo de la barra, diciendo:

-Ve, don Sata, esto no es oro.

Y el Diablo insistió:

-¡Es oro!

Entonces el hombre dio otro golpe en la barra, pero esta vez atravesado, formando una cruz. Al verla, el Diablo arrancó dándole un tremendo golpe a la piedra del frente, dejando estampada su pata. Y huyó por el cerro gritando:

-¡Desgraciados, me engañaron!

Así pasábamos largos ratos escuchando cuentos de aparecidos y otros, tanto que nos asustaba volver a la cama en una noche oscura.

Artículo Anterior Ver Artículo Siguiente
Volver a Inicio
Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas. Ponga su aviso aquí, será visto por más de 13.000 personas.