Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 55 - Año IX, Verano 2011
MÚSICA Y VERSO
MÚSICA Y POESÍA DE JUGLARES,
TROVADORES Y TROVEROS
JUAN AGUSTÍN CASTELLÓN MUNITA

Por definición, las utopías, igual que las estrellas, nunca se alcanzan. Al menos, entre nosotros los mortales es así. Sin embargo, las utopías son el pan de cada día, son las estrellas guías que nos llevan por el camino de la vida. No es necesario tocar una estrella para que alumbre, basta con verla.

Dice Gérard Le Vot: «Las líricas de trovadores y troveros son las poesías destinadas al Canto más antiguas que se conservan en todo Occidente. Estas canciones, obras complejas a la vez literarias y musicales, todavía hoy nos fascinan: son el precioso recuerdo del amor cortés, aquella invención del siglo XII»(1).

Los conceptos trovador (del occitano trovar: hallar, componer versos), trovero y juglar, confundidos por el público corriente, significan cosas distintas: el canto de los trovadores se extiende entre los siglos XII y XIII por el Sur de Francia y Cataluña, y se encuentra escrito en una lengua común de esa época, la lengua de Oc, a medio camino entre el Latín y la lengua Vulgar. El canto de los troveros, más simple que el de los trovadores, es posterior en unos sesenta años al de aquellos, se extiende por el norte de Francia y se encuentra expresado en lengua de Oïl, que era la lengua de uso corriente durante la Edad Media en Europa, al norte del Río Loira. Los juglares, en tanto, fueron una especie de cantores-acróbatas y saltimbanquis, que hacían comercio de sus cantos, vulgarizando danzas y canciones y ejecutando lo que los trovadores y troveros habían compuesto.

Hay testimonios de haberse producido serios conflictos entre los trovadores y troveros, nobles inventores de las canciones -algunos de categoría real- y esos juglares pícaros y desvergonzados, pero acaso demasiado diestros...

Musicalmente, el Canto de trovadores y troveros es a la vez música y poesía. En cuanto música, sus formularios melódicos brotan de la cantilena gregoriana, que les antecede y también contemporiza con ellos, y se expresa ya a capella, o bien con un acompañamiento de viola, de arpa o laúd. En cuanto poesía, para Robert Guiette: «ninguna poesía fue nunca más rigurosa, más absoluta y conscientemente cálculo, matemática y armonía»(2).

El gran tema fue el amor cortés: aquél que encontraba su manifestación más sublime en la no consumación. Con el tiempo, el anatema a las relaciones que debían casi necesariamente fundar un amor de esa especie, a saber, con una dama casada, o notoriamente distinta del trovador por estirpe o fortuna, llevó a una mayor sublimación temática: la destinataria de los loores pasó a ser la mismísima Virgen María.

 


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Los grandes nombres de esta época son, entre los trovadores, Guillaume IX de Poitiers (1071-1127), Marcabrú (1130-1149), Bernardo de Ventadorn (1147- 1170), Peire Vidal (1183-1204), Raimbaut de Vaqueiras (1180-1205), Guiraud Riquier (+/- 1298) y las trovarices Condesa Beatriz de Día (+/- 1200) y Azalais de Porcairages (+/-1170). Entre los troveros, sobresalieron Chretien de Troyes (+/-1180), Ricardo Corazón de León (+/-1199), Colin Muset (+/-1250), Teobaldo IV de Champagne (+/-) y Adam de la Halle (+/-1287).

Mención especial merecen las más de cuatrocientas «Cantigas de Santa María», escritas por el rey Trovador Alfonso X El Sabio (1221-1284), en idioma gallego. Esas cantigas corresponden a la última etapa de la música de esa época.

(1) En Historia de la Música. La música occidental desde la Edad Media hasta nuestros días. Dirección Marie Claire Beltrando Patier. Espasa Calpe, Edición 1996. Pág. 87.

(2) En Historia de la Música. La música occidental desde la Edad Media hasta nuestros días. Dirección Marie Claire Beltrando Patier. Espasa Calpe, Edición 1996. Pág. 114.

Cantos de trovadores
«Lancan Vei La Folha» - (Cuando se ven las hojas (*))
Por Bernardo de Ventadorn

Lancan vei la folha
Jos dels aibres chazer,
Cui que pes ni dolha,
A me deu bo saber.
No crezatz qu’eu volha
Flor ni folha vezer,
Car vas me s’orgolha
So qu’eu plus volh aver.
Cor ai que m’en tolha
Mas no·n ai ges
C’ades cuit m’acolha,
On plus m’en dezesper.

Estranha novela
Podetz de me auzir,
Que, can vei la bela
Que·m soli’ acolhir
Ara no m’apela
Ni·m fai vas se venir.
Lo cor sotz l’aissela
M’en vol de dol partir.
Deus que·l mon chapdela,
Si·lh platz, m’en lais jauzir
Que s’aissi·m revela,

Non ai mais fiansa
En agur ni en sort,
Que bon’ esperansa
M’a confondut e mort,
Que tan lonh me lansa
La bela cui am fort,
Can li quer s’amansa,
Com s’eu l’agues gran tort.
Tan n’ai de pezansa
Que totz m’en desconort;
Mas no·n fatz semblansa,
C’ades chant e deport...

 

 

Cuando se ven las hojas
caer de los árboles,
a muchos les pesa y duele,
mas yo debo alegrarme.
No creáis que yo deseo
ver sólo flores y hojas,
pues aquello que más quiero
se vuelve siempre en mi contra.
Yo tengo el coraje para resistir ese sino
poder, pero no tengo el poder,
y cuando más me siento seguro
más me desespero.

Extrañas opiniones
podéis tener de mí,
pues la bella que otrora
me solía recibir
ahora ya no me llama
ni me invita a venir.
Mi corazón, dentro del pecho,
quiere partirse de dolor.
¡Que Dios, que gobierna el mundo
permita que goce de ella!
Pues si me sigue siendo rebelde,
no me quedará más que morir.

Yo ya no tengo confianza
en los augurios ni en la suerte,
pues mi buena esperanza
me ha traído confusión y muerte,
la bella, que yo amo tanto,
la bella, que yo amo tanto,
cuando yo imploro su amor
¡me arroja lejos de su lado
como si le hubiera hecho un gran daño!
Yo he sentido tanto dolor
que nada basta a consolarme,
que nada basta a consolarme,
mas conservo mi buen semblante,
y no dejo de cantar y de divertirme.

 

(*) Traducción libre del francés, inglés y occitano, en el Compact Disc y documento anexo
«Lo Gai Saber. Troubadours et Jongleurs». Erato, registro No. 2292-45647-2.
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