Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 54 - Año IX, Primavera 2010
DEDALITOS
 

DEL PREMIO NOBEL
DE LITERATURA 2010

Fragmento de Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa:

Sí, pues, antes de entrar a Pantilandia estuve de «lavandera», como dijiste, y después donde Moquitos. Hay quienes se creen que las «lavanderas» ganan horrores y se pasan la gran vida. Una mentira de este tamaño, Sinchi. Es un trabajo jodidí, fregadísimo, caminar todo el día, se le ponen a una los pies así de hinchados y muchas veces por las puras, para regresar a la casa con los crespos hechos, sin haber levantado un cliente. Y encima tu cafiche te muele porque no has traído cigarrillos. Tú dirás para qué un cachife, entonces. Porque si no tienes, nadie te respeta, te asaltan, te roban, te sientes desamparada, y, además, Sinchi, ¿a quién le gusta vivir sola, sin hombre? Sí, me desvié otra vez, ahora hablo de eso. Era para que sepas por qué, cuando de repente se corrió la voz que en Pantilandia daban contratos con sueldos fijos, domingos libres y hasta
 
viajes, bueno, fue la locura de las «lavanderas». Era la lotería, Sinchi, ¿no te has cuenta? Un trabajo seguro, sin tener que buscar clientes porque había para regalar, y encima tratadas con toda consideración. Nos parecía un sueño, pues. Fue la atropellada hacia el río Itaya. Pero aunque todas volamos, sólo había contratos para unas pocas y nosotras éramos un chuchonal, ay perdona. Y, además, con la Chuchupe de jefaza ahí, no había manera de entrar. El señor Pantoja le hacía caso a todos sus consejos y ella siempre prefería a las que habían trabajado en casa de Nanay. Por ejemplo, a las que venían de la competencia, los bulines de Moquitos, las aguantaba y les ponía toda clase de peros y les cobraba unas comisiones bárbaras. Y a las «lavanderas» todavía peor, nos desmoralizaba diciendo al señor Pantoja que no le gustan las que vienen de la calle, como las perritas, sino las que han trabajado en domicilio conocido. Quería decir casa Chuchupe, claro. Desgraciada, me estuvo cerrando el paso lo menos cuatro meses.

DEL PREMIO NACIONAL
DE LITERATURA 2010

Fragmento de Eva Luna,
de Isabel Allende:

El placer me erizó la piel y me endureció los senos. Caí en cuenta que nunca había estado tan cerca de nadie y que llevaba siglos sin recibir una caricia. Tomé su cara, me aproximé con lentitud y lo besé en los labios largamente, aprendiendo la forma extraña de su boca, mientras un calor brutal me encendía los huesos, me estremecía el vientre. Tal vez por un instante él luchó contra sus propios deseos, pero de inmediato se abandonó para seguirme en el juego y explorarme también, hasta que la tensión fue insoportable y nos apartamos para tomar
 
aire. -Nadie me había besado en la boca - murmuró él. Tampoco a mí. Y lo tomé de la mano para conducirlo al dormitorio.

LIBRE ALBEDRÍO

De un libro de Neale Donald Walsch:

Cualquier acción emprendida por los seres humanos se basa en el amor o en el temor, y no simplemente las que afectan a las relaciones. Las decisiones relativas a los negocios, la industria, la política, la religión, la educación de los jóvenes, la política social de las naciones, los objetivos económicos de la sociedad, las decisiones que implicas guerra, paz, ataque, defensa, agresión, sometimiento; las determinaciones de codiciar o regalar, de ahorrar o compartir, de unir o dividir: cualquier decisión libre que tú tomes se deriva de uno de los dos únicos pensamientos posibles que existen: un pensamiento de amor o un pensamiento de temor.

El temor es la energía que contrae, cierra, capta, huye, oculta, acumula y daña.

El amor es la energía que expande, abre, emite, permanece, revela, comparte y sana.

El temor cubre nuestros cuerpos de ropa; el
 
amor nos permite permanecer desnudos. El temor se aferra a todo lo que tenemos; el amor lo regala. El temor prohíbe; el amor quiere. El temor retiene; el amor deja ir. El temor duele; el amor alivia. El temor ataca; el amor repara.

Cualquier pensamiento, palabra o acto humano se basa en una emoción o la otra. No hay más elección al respecto, puesto que no existe nada más entre lo que elegir. Tenéis libre albedrío respecto a cuál de las dos escoger.

PRIMERO DE NOVIEMBRE

Juan Pablo Yáñez Barrios

Anocheciendo, se vio la figura de Abdón que se alejaba por el camino semi oscuro cerro arriba. Se deshizo en la penumbra. No se lo vio más. Algún observador despierto habría pensado que él seguía su camino cerro arriba, y, ciertamente, así era. Había estado trabajando en el pueblo y ahora volvía a su casa, en la que lo esperaban sus seres más cercanos.

Abdón, caminando cerro arriba, se iba sintiendo cada vez más él mismo. Era como si estuviera descubriendo que había olvidado quién era y ahora lo estuviese recordando. Una liebre salió al camino, un perro la persiguió, el mundo seguía ahí. Abdón se paró y miró a lo lejos, hacia el pueblo, y vio gente comiendo, bebiendo, conversando, durmiendo, orinando, masturbándose, apareándose, amándose, traicionándose, apuñalándose, riendo, llorando, cantando, pensando, sintiendo.

 

El observador despierto puede imaginárselo así, arriba del cerro mirando y recordando, como si hubiese llegado la hora cero, la hora de la verdad, la hora en que el tiempo se para hasta que el reloj vuelva a caminar. El tiempo se detiene una vez, dos, tres, trescientas, cuatrocientas cuarenta y cuatro mil cuatrocientas cuarenta y cuatro veces. Y quinientas sesenta y siete mil ochocientas noventa y una veces vuelve a caminar.

Así es la muerte. Abdón sube la montaña. Hay montañas cuyas cumbres no se ven, pero las tienen.

La vida, aunque nos dé lata (sobre todo a los suicidas), es por siempre jamás. Los que saben (pregúntele a un mono) dicen que incluso jamás nos falta ninguno de los elementos más elementales que nos constituyen: cuerpo, mente y alma. Estas dos últimas son siempre las mismas, el cuerpo es más sutil, más volátil, etéreo, cuando uno está muerto. Pero es un cuerpo, al fin y al cabo. No hay cómo deshacerse de él. La piedra en el zapato del suicida.

EL FRENESÍ DE LOS GENIOS

Pablo Astorga

Escucha el canto de los pájaros y dime si no tienen absoluta razón sobre el mundo… Observa los árboles, sus formas, sus cantos y sus bailes y dime si no tienen absoluta razón sobre el mundo… Mira los festines de moscas en los muertos bajo el sol radiante o cuando paranoicas entran a tu alcoba y dime si no tienen absoluta razón sobre este mundo… Mira lo que tu quieras y verás la expresión de la existencia…

 

Escucha los sonidos del mundo que explota allá afuera, que la existencia se expresa en la eternidad, cuántos árboles, insectos, aves y guerreros se unen a este festín cósmico en nuestras pálidas primaveras y sus escenarios nocturnos como un secreto que perdimos de vista dejándonos sin los nutrientes de nuestro seno materno. Observa que están pasando muchas cosas en nuestro microcosmos, los torbellinos sexuales invaden todas las ventanas y arde un caótico frenesí que rinde homenaje al universo como el amor incondicional de las flores al sol radiante… Hay una nueva y omnipotente percepción que está aquí, fuera de la cultura y de las palabras y que nuestros hermanos supieron montar como alados artistas que responden al solemne llamado de la naturaleza…

Ha llegado hoy en este año. ¡La caravana ha emprendido nuevamente…! ¡Disolvámonos en esta primavera, oh, gran espíritu, y construyamos el nuevo mundo…!

Los ríos están muy grandes y esto enloquece a los peces. Ya las enormes distancias se escuchan placenteras y con la tarde ha llegado nuevamente la cordura en nuestros verdes valles. Se está abriendo la rebelión nocturna…

(NOVIEMBRE DE 2009)

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