Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 51 - Año VIII, Verano 2010
LINTERNA-TURA
IMÁGEN: RAFAL OLBINSKI

Destrucción
Rolando Naveas Leiton

Mayakequ’u quiso un día matar a su enemigo Gural. Primeramente, lo siguió a hurtadillas cuando Gural se dirigía a la floresta para practicar su deporte favorito: atrapar mariposas de té con cucharas de marfil. Sorprendiolo Mayakequ’u a Gural en cuclillas lamiendo el rocío de la chépica y con su maza de estrella le reventó el hueso frontal de su cráneo. Trabajando con su cuchillo de hierro le dejó las órbitas desiertas. Los ojos de Gural sangraban en el barro. Mayakequ’u, con su puñal de hierro Hallstatt, desgarró músculos y el rostro de Gural, quien ya moría. Mayakequ’u se ensañó: primero los orbiculares de los párpados y los zigomáticos mayores. Y con su espada árabe trinchó ligamentos y cortó tendones. Cayó el angular del omóplato, se abrió el glúteo superior y también el extensor común de los dedos de ambos brazos. Más tarde púsolo a distancia de sí, cargó su mosquete de serpentín fabricado en el año 1630 e hizo blanco neto en medio del esternón, haciendo saltar por los aires el mango, el cuerpo del hueso. Tal fue el desparramo, que hasta la primera vértebra dorsal se pulverizó en un santiamén.

| Inertes, los restos de Gural se encontraban apoyados en la base del tronco de un nogal. Con su cuchillo, Mayakequ’u hurgueteó el tórax del cadáver. Deslenguó arterias y venas, acuchilló nervios, arrancó el corazón, los pulmones, a lonjas el estómago y el tripal y trozos de hígado, páncreas e intestino delgado. Finalmente, extasiado, partió a hachazos en varios pequeños segmentos rótula, tibia, peroné y maléolos. Su ritual final fue cortar el pene y las gónadas, y tomándolos entre sus manos callosas se los llevó a su casa e hizo que su mujer adúltera se comiese aquellos miembros crudos, muy crudos y sangrantes. Acto seguido la mató de un pistoletazo en la sien izquierda utilizando un revólver Cádiz de bolsillo. Desnudó a la mujer y le introdujo una granada de mano percutada en la vagina y, parapetado tras un muro, esperó con deleite la grandiosa detonación.



Mi Pasado
Juan Carlos Feris Cumsille

El último tiempo he estado en una constante búsqueda… no se de qué, lo único que sé es que tengo que encontrar algo que me ayude a solucionar este problema. No tengo idea por dónde comenzar. Los lugares que visito frecuentemente no me ayudan en nada más que para distraerme un poco. Me preparé un pisco sour para tratar de ordenar un poco este caos intelectual. Fumé un poco de tabaco, el cual me regaló un amigo. Pasé largas horas fumando, mientras no podía elaborar nada útil. Con esa actitud no se puede conseguir nada más que problemas. No sé para qué me preocupo tanto, si no puedo hacer nada más por ella. A estas alturas su muerte es inminente y no me queda nada más que resignarme. Tengo que olvidarme de aquello como sea. Pero eso es lo que tanto me cuesta, quizás porque no quiero olvidarla. De una persona tan trascendente no me puedo deshacer tan fácilmente. De aquí en adelante trataré de construir un futuro un poco más grato. Después de todo, de lo que viví con ella no se puede construir algo próspero. Su enfermedad me dejó sin recursos y sin más que un viejo baúl con herramientas, unos cuantos textos que no valen nada y algunas botellas de ron. Todo el resto se utilizó para pagar sus costosos tratamientos. Vendimos la casa, los muebles, absolutamente todo. Con todo este pasado tomaré lo poco que tengo para comenzar el viaje, el cual me llevará en busca de una mejor vida. Pero yo no sabía lo que el destino me tenía guardado. Lo único que sé es que me salvé para contarlo. Pero aún no es tiempo de hacerlo. Algún día lo será.

Volver a Inicio