Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 51 - Año VIII, Verano 2010
CANTO Y POESÍA
El Canto a lo Poeta
GASTÓN SOUBLETTE

Acaba de publicarse un libro de gran importancia sobre la poesía popular chilena, «El Canto a lo Poeta», del finado profesor Fidel Sepúlveda. Su publicación resultó de una coedición del Departamento Editorial de la Universidad Católica y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM). El prólogo del libro lo hizo el suscrito, a quien el profesor Sepúlveda además designó como su sucesor en la cátedra que dejó vacante en la universidad.

Mi relación con el Canto a lo Poeta comenzó cuando conocí a Violeta Parra. Los antropólogos chilenos del pasado habían investigado, recopilado y comentado esta forma de expresión de la sabiduría popular, pero fue Violeta Parra quien se encargó de sacar el tema del dominio de los especialistas y entregarlo en vivo y en directo a la nación chilena. Hasta ese momento yo pensaba, como la mayoría de los chilenos, que nuestro folklore eran cuatro huasos que se presentaban cada diez años con distintos nombres en la radio y la TV, o en ramadas, rodeos y otras fiestas propias de la chilenidad. Jamás me imaginé que existía algo semejante al Canto a lo Poeta, el Romancero, ni nada sabía de las inmensas dimensiones de nuestro Cancionero, ni menos aún de toda una escuela diferente de baladas y tonadas de la región de Chiloé. Violeta Parra me enseñó todas las entonaciones que había recogido en diversas regiones del país donde el Canto a lo Poeta subsiste aún, y también me entregó un repertorio amplísimo de décimas a lo divino y a lo humano que les había oído cantar a los cultores de este género poético musical.
 


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Por aquellos tiempos yo estudiaba e incursionaba en la música medieval y en el folklore poético musical de Francia y pude percibir que algunas melodías o entonaciones del Canto a lo Poeta tenían un antecedente en la música europea de los siglos XVI y XVII. Eso me impulsó a aprender a cantar estas entonaciones y sus respectivas décimas, como asimismo a ejecutar los toquíos de guitarra que los acompañaban. Así fue como de hecho me fui transformando en un cantor a lo poeta, capaz de componer sus propias décimas sobre algunos de los temas o fundamentos que son característicos del género.

Recuerdo haber participado en dos ruedas de cantores organizadas por el Instituto de Investigaciones musicales de la Universidad de Chile en Pirque. En esas ocasiones canté décimas de mi propia invención, lo cual fue acogido con benevolencia y simpatía por los cantores de fama de la región. Era la época en que aún vivía don Isaías Angulo, apodado «el Profeta»; también estaba un cantor de apellido Gerias y don Emilio Lobos. Había muchos otros, entre los cuales se hallaba Santitos Rubio, quien en aquel entonces era un joven que prometía futuro esplendor y que llegaría a ser uno de los más destacados trovadores de la zona.

A continuación incluyo en esta reseña las décimas que compuse para narrar en su totalidad el episodio bíblico del diluvio universal -uno de los fundamentos del canto a lo divino «por Sagrada Escritura»-, décimas que canté ante los grandes cantores de los años sesenta.

 

VERSOS POR EL DILUVIO

Entre todos los vivientes
de este mundo pecador
a Noé nuestro Señor
distinguió entre las gentes.
Sólo a él le dio a saber
el designio y el secreto
que maduro estaba el tiempo
de ejecutar el castigo
y dejar sólo un testigo
pa’ que nos contara el cuento.


Desde Adán la descendencia
por engañosa hermosura
el diablo con sus diabluras
daba poder y opulencia.
Por la serpiente y la ciencia
el mundo estaba manchado
con la sangre y el pecado
que a Dios clamaba venganza
con la espada y con la lanza
se mataban los humanos.

Desde Adán la descendencia
por engañosa hermosura
el diablo con sus diabluras
daba poder y opulencia.
Por la serpiente y la ciencia
el mundo estaba manchado
con la sangre y el pecado
que a Dios clamaba venganza
con la espada y con la lanza
se mataban los humanos.
Perdiendo Dios la paciencia
quiso al mundo dar castigo
y arrancar todo este trigo
malas siembras y malezas.
Dijo a Noé con prudencia
voy a mandar un diluvio
pa’ matar al hombre rubio
al negro y al amarillo,
no dejaré ni un chiquillo
en este perverso mundo.

El santo padre Noé
desvaneció sin aliento
y perdió el conocimiento
al ver el mundo al revés.
No te aflijas tú Noé
la voz del cielo le dijo
con tu mujer y tus hijos
en el arca te pondré
y a buen fin te llevaré
el Padre Eterno le dijo.

El día de Jehová
Noé comenzó su arca
que muchos codos alcanza
de altura y profundidad.
En el arca llevará
porque Dios lo ordena y quiere
junto a hombres y mujeres
hartos piños de animales
pa’ librarlos de los males
que vendrán sobre la Tierra.

Ya Noé junta las bestias
los pájaros y reptiles,
ya forman el gran desfile
cada macho y su pareja.
Por fin este mundo deja
y el Señor cierra su puerta
es ya la última alerta
de tan sensible momento
se detiene el pensamiento
y se alborotan las fieras.

Cuando el diluvio empezó
toda el agua de los cielos
se vino de un golpe al suelo
y todo el orbe cubrió.
En la lluvia feneció
la población de la Tierra.
Quien no vio no lo creyera
que a Noé y toda su gente
Dios lo libra de la muerte
en un arca de madera.

A la memoria de Violeta Parra,
Gastón Soublette, alias
José Mercedes Retamales.

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