Versión electrónica de la Revista Dedal de Oro. Nº 45 - Año VII, Ocubre y Noviembre 2008
Dr. Alejandro carmona bello, obstetra-ginecólogo,
poliana.patricio@gmail.com

En este último tiempo hemos visto con asombro y profunda consternación el doloroso episodio de aquellas madres que se suicidan junto con sus hijos. Los lanzan al río, al ferrocarril, al metro, a la muerte por degüello o por asfixia. Tras la muerte de ellos, la madre los acompaña suicidándose. Aquellas madres que sobreviven confiesan que el motivo principal de su crimen ha sido la infidelidad o abandono del progenitor, el padre de sus hijos.

Eurípides, en su tragedia Medea, relata que ésta, al saber que su esposo Jasón la abandonaría para desposar a Creusa, mata a la princesa y a su padre, el Rey de Corinto. No siendo eso suficiente, degolló a sus dos hijos por venganza y celos. Aparece entonces tan cierta y conmovedora la tragedia de Medea, que representa en la vida real un engendro del infierno en el ser humano.

Don Osvaldo Quijada Cerda (Q.E.P.D.), médico ginecólogo y profesor de sexología, describió, como el mismo expresa, un doloroso “síndrome sociológico Medea-Fresia (S.S.M.F.)”. La relación con Fresia corresponde al mismo aspecto del problema, ya que, como relata Ercilla: Fresia, al ver prisionero a su esposo Caupolicán, equivocadamente cree que por cobarde se había dejado apresar sin morir luchando. No pudiendo, entonces, soportar esa actitud ignominiosa, lo zahiere y tira al suelo al hijo de ambos de quince meses y lo abandona en su lugar de detención y tortura. Lo interesante del caso es que ambos episodios relacionados están distantes en dos mil años. El problema, por lo demás, aún se mantiene trágicamente vigente al observar los dolorosos hechos aludidos al principio.

La naturaleza del ser humano es tan compleja como misteriosa, pero, a pesar de su complejidad, debemos aceptar el hecho que la raigambre común de los seres humanos es biológica. El instinto básico de la mujer es tener hijos de padres triunfadores
 

Eurípides.




Medea, De Juan Pablo Rubens.
que ella misma, natural e instintivamente, selecciona. Eso le otorga su carácter ético-social. Por otro lado, el padre seleccionado, deseoso de que sus hijos sean educados con y en el amor, debe seguir cortejando a su mujer para que, como vencedor y amante privilegiado, merezca continuarse en su descendencia. De ahí que Medea y Fresia se sintieran fracasadas en la trascendente misión con que ellas nacieron, cual es la de tener hijos en el amor y estar orgullosas de ellos por el futuro mejor que prometen.

La inmensa mayoría de las mujeres no son suicidas ni parricidas, pero es un dato de la vida real que existen “las malas madres” (como se relata en el mito de Hera), fenómeno que motiva profunda y reflexivas meditaciones de Freud, Jung y otros tantos estudiosos a quienes el Dr. Quijada hace mención. El comportamiento de estas madres siempre será motivo de estudio y mucha compasión.

Diferentes matices de este trágico asunto motiva con cierta ocurrencia la visita de algunas madres a nuestros consultorios médicos. Nunca estará demás insistir en que la mujer debería desarrollar sus aptitudes de acuerdo a su propia naturaleza, sin tratar de imitar a los hombres. Su papel en el progreso de la civilización es más elevado que el del hombre. Para terminar, citamos a Alexis Carrel: La mujer debería recibir una educación más elevada no para ser doctoras, abogadas o ingenieras, sino para criar a sus hijos de modo que lleguen a ser seres humanos valiosos. DdO