Para el terremoto del `58 evacuaron a toda la gente. Yo,
como tenía un negocio a continuación del policlínico,
no me quería ir. Nos llevaron a San José de
Maipo, nos daban la comida arriba, en la Casa de Salud, y
abajo, en la Casa de Socorro, nos dieron para dormir. Nos
tuvieron una semana, y de ahí nos llevaron a Puente
Alto, a la escuela que hay ahí en Santa Elena. Ahí
estuvimos como tres meses y cuando volví se habían
llevado todo, hasta el servicio se lo habían llevado.
Todo se lo robaron: las gallinas, patos, pavos, de todo. El
día 4 fue el terremoto, andaban todos en las elecciones,
así que por eso no hubo desgracias personales. Andábamos
todos en San José de Maipo y después cuando
llegamos no se veía nada, puro polvo. Acá seguía
temblando y los carabineros no dejaban pasar de San José
para arriba, porque se cuidaban las cosas. Vino la Defensa
Civil, los militares, carabineros, todos, todos se iban con
los jeeps cargaditos. Se llevaban todo. Yo tenía un
servicio de plata que me había dado mi tía Irene,
de los abuelos. Claro, como vieron que era buena, se la llevaron.
Tras el terremoto fueron cuantiosos los daños provocados
en la planta, mina y poblado, así que con el propósito
de reconstruir el pueblo, desenterrar las minas y poner en
funcionamiento la planta, en febrero de 1959, la Compañía
Minera Merceditas solicitó un préstamo a la
actual ENAMI. Tras la reordenación en 1961 comenzaron
nuevamente la producción, con 120 trabajadores.
El trabajo y la actividad también pararon, entonces
los niños del colegio necesitaban alimentarse. Y hubo
harta falta, como una crisis. Siguieron trabajando sí
en la compañía, pero
para reponer todo
lo que tenían, no les alcanzaba. Esto fue el 4 de septiembre.
A los tres meses subí para acá y me instalé
bajo una ramada, cerrada así con latas paradas, bien
firme, amarradas con alambre, porque no se podían clavar,
por los temblores. Me instalé ahí y recibí
a toda la gente de la compañía minera, que eran
como sesenta los que trabajaban ahí, a esos les daba
la pensión. Y la señora Rosario, allá
en el sindicato en la Volcanita, ella tenía toda la
gente de Volcanita. Y ahí empecé a trabajar,
de todo acá les tenía, porque la señora
Rosa me dejó las patentes, porque ella tenía
restaurante, me dejó las patentes y con esas patentes
yo empecé a trabajar. Empecé a armar de nuevo
mi vida, ¡si no había nada! De nuevo, de nuevo.
No obstante, la producción de la mina no volvió
a ser como antes, pues las ganancias no alcanzaron para mantener
la producción y pagar la deuda obtenida con ENAMI:
Conforme a las cláusulas del préstamo, el
mineral extraído no se ofrecía en el mercado,
sino que se canjeaba a la propia ENAMI contra las cuotas del
préstamo, enviándolo a alguna de sus refinerías,
lo que en la práctica significaba una disminución
de un 11% en la tarifa de la compra de minerales. La obligatoriedad
de canje del producto, más las difíciles condiciones
de producción con las que tuvo que operar la empresa,
la mantuvieron en una cada vez mayor difícil situación
de caja.
Toda esta pérdida sumada en 1967 a la huelga de los
obreros de la compañía minera con el fin de
mejorar los salarios y el posterior reajuste de sus sueldos,
lleva a que en 1968 se solicite la paralización de
las faenas. Sin embargo, dicha autorización no llegó,
hasta que en 1971 se decidió buscar alternativas para
continuar con las faenas. Con el empeño de mantener
en funcionamiento la producción minera, el gobierno
de la Unidad Popular, a través de ENAMI, interviene
las minas que, posteriormente, caen en manos del régimen
militar.
Aquí la actividad minera, hasta 1973, en este pueblo
tenía hasta cine, había una gran actividad.
El problema es que después de 1973 esto decayó
porque se intervino la mina y les duró dos años
quebrar, porque no saben de minería. Hicieron puras
leseras, no sé si se han fijado, allá arriba
hay hoyos inmensos, trajeron a un criminal de la minería,
porque lo único que hacían era sacar el mineral
rápido. En el próximo invierno o sismo todo
eso se vendrá abajo.
El ferrocarril funcionó hasta el año `76,
porque Pinochet hizo parar el ferrocarril, hizo sacar la línea
y se lo llevó todo, y vendió los fierros y todas
las cuestiones. Él mandaba, él tenía
el mando de los milicos. Y era el Ferrocarril Militar. Después
de la intervención se seguía utilizando, pero
ya menos, después hubo toque de queda y todas esas
cosas. Acá me sacaban a la gente del negocio, y los
sacaban afuera, cuando recién venían llegando
los viejos, todos sucios, a comer y a tomar once altiro. Como
era el toque de queda llegaban y después se iban a
los camarotes a bañarse y a acostarse no más.
Y los sacaban afuera de la calle, los hacían hacer
tiburones, les pegaban. Esas cosas las vi mucho. Muchas cosas
pasaron. Se llevaban caminando a gente de la mina, los castigaban
por allá en el espacio de las Melosas. Yo veía,
y eso vino a parar hasta el día que llegó un
caballero que tenía mucha amistad con el
no me
puedo acordar, pero tenía un cargo grande, después
de Pinocho
él.
La intervención de la mina, el derrumbe de un andarivel
y los costos que significaba contratar camiones para trasladar
el material, la paralización del Ferrocarril Militar
Puente Alto-El Volcán, la poca producción y
el gran endeudamiento, provocaron la paralización de
la Compañía Minera Merceditas tras varios años
de endeudamiento. Dicha situación generó el
desempleo de los obreros que hasta ahora trabajaban en la
Compañía, quienes en su gran mayoría
abandonaron el poblado en busca de nuevas ofertas de trabajo.
Ya no se contaba entonces con escuela, teatro, pulpería,
pensiones, ferrocarril, y en general con todos los servicios
creados y ofrecidos a los trabajadores de las minas con sus
familias. No obstante, al contrario de lo que se pensaría,
no toda la gente emigró, y aunque la actividad minera
continuó en la zona a nivel de pirquén, llegó
nueva población a la localidad, la cual todavía
habita El Volcán, eso sí, de una manera completamente
distinta a la de antaño. DdO