El Director de Dedal de Oro realizó la sexta entrevista a Moisés Gómez, sanador de las más temidas enfermedades mediante imposición de manos y ya conocido y solicitado por los lectores de Dedal de Oro. Esta vez Moisés se explaya sobre sus conceptos sobre la conciencia y la ciencia desarrollada por el hombre. Las entrevistas anteriores han aparecido en las revistas números 38, 41, 42 y 43 y se encuentran en www.dedaldeoro.cl, sitio web que recibe alrededor de 14.000 visitas mensuales.

El teléfono de contacto con Moisés es el 7917628.

-¿Qué es la conciencia?

-Es la capacidad de estar presente frente al espejo de la vida, identificándose en las acciones propias. Es el yo pienso, el yo soy, cogito ergo sum. La conciencia permite enfrentar a los instintos en un acto supremo, recurriendo a los valores morales en la escala de la memoria para sacar de allí los verdaderos nutrientes que hacen que el individuo se ponga al cobijo y al servicio de la red de la vida.

-Hay tantos y tan diversos valores morales en las diferentes sociedades humanas. ¿Cuál es la moral válida?

-La moral del lugar en que naces. Los pueblos tuvieron que caminar mucho para lograr un entendimiento de moral a nivel internacional. Eso sucede en Ginebra, cuando se hace un convenio en que se acuerda piedad con los prisioneros de guerra. Son los bajos instintos los que ponen a prueba la calidad de la conciencia, porque evidentemente al hombre que ha matado a mi amigo yo lo quiero matar. Mi instinto me dice mátalo, pero mi conciencia me dice otra cosa. El hombre se ha puesto de acuerdo en una pequeña valoración internacional de la moral, y en eso veo la primera unificación del ser humano.

-Por lo menos un acuerdo en los grandes temas, como el matar, pero la moral toca también terrenos menos trascendentes, y entonces parece más moralina y la cosa se complica...

-Lo que se complica, a mi juicio, es que mientras el hombre ha ido adentrándose en el infierno de la pesquisa intelectual a través de los laboratorios de la ciencia, ha ido encontrando pequeños demonios en el cerebro humano, grupos neuronales que estimulan el placer, por ejemplo el placer de la recompensa. Cuando queremos escoger algo aparecen estos grupos neuronales diciéndonos todo lo que tenemos que hacer, y somos nosotros los que determinamos, con la conciencia, si inhibimos a los grupos más feroces, más instintivos, y dejamos paso a los más sublimes, como haría un hombre con más desarrollo espiritual. Estos arquetipos enraizados en lo profundo de las neuronas se transforman, así, en el semáforo de la calle de la vida. Si tú pasas con luz roja, eres un infractor: esa es la moral.

 




-La moral, en definitiva, es una herramienta para aprender a convivir...

-Tocas un tema complejo. Esta organización de capas sociales altas y bajas... No creo que Dios haya dicho "sepárense en clases sociales de este o este otro tipo". El grupo de hombres que tiene el poder se erige en nobleza..., y siempre me he preguntado, por ejemplo en el caso de occidente, si esta nobleza cristiana viene de ordeñadores de vacas o de cortadores de lechugas... Porque todos son hijos de Adán y Eva, cuyos hijos eran Caín, el hombre de las lechugas, y Abel, el hombre que cuidaba el ganado. ¿De cuál de las dos ramas vendrán los nobles? ¿Sus ancestros tendrán olor a lechuga o a guano de caballo? No. Fue la fuerza de la espada la que organizó estas clases sociales. No hay mensaje divino en ello, sólo hay un atroz mensaje humano. Por eso le tengo mucho cariño a Gandhi, que se niega a entrar a cualquier iglesia de la India mientras exista gente descastada y no sea aceptada en el seno de la comunidad. O sea, él está parado frente a la naturaleza y frente a Dios...

-Gandhi es Gandhi, pero el hombre corriente no lo es. ¿Cómo actuar acertadamente, entonces, asumiendo que el hombre es como es?

-Haciendo conciencia. Tenemos tres líneas fundamentales. El cuerpo, que hace conciencia rapidito, pues a las tres de la tarde hace toc toc toc y te dice quiero comer. Si no le haces caso, se pone débil..., y el hambre hace humilde al más feroz. Sabemos muy bien cómo funciona el cuerpo. También hace conciencia la mente, a la que mal que mal también conocemos un poco... ¿Pero el alma? ¿Quién sabe algo del alma? ¿Cómo alimentar el alma? ¿Dónde está el alma? Agazapémonos para poder saltar sobre la mente y llegar allá, donde nace el arcoiris, donde pasan los dioses, donde están los cofres de los conocimientos esenciales y sagrados... Para dar ese salto hay que dominar el cuerpo, los instintos. Se puede controlar la respiración, respirar ni muy profundo ni muy largo, pero sí un poco largo y profundo, sentado derecho, mirando un regalo diario del universo, como es una puesta del sol... Es en ese momento que nosotros podemos hacer conciencia, porque entonces no estamos traficando con plata ni estamos luciéndonos ante otros por lo inteligentes o poderosos que somos. Es en ese momento cuando humildemente tomamos nuestro lugar en el planeta y nos damos cuenta de que no somos nada comparados con el sol, con las estrellas, con el cielo. Hay quienes creen que vinieron a adueñarse del sol y a metérselo en el bolsillo. No, vinimos a hacer cosas pequeñas, a no agarrar a garabatos a la vuelta de la esquina a otras personas. Hay gente que cree tener grandes misiones porque cree en las grandes misiones, pero esas no son tales... Simplemente respirando frente a una puesta de sol, sin asombrarse de la belleza desconocida de esa puesta de sol, sin juzgarla, sin poner etiquetas, sin tildarla de hermosa... así fluye la conciencia.

-¿La conciencia del alma?

-Para nosotros el cuerpo es real, la mente también, pero sólo creemos tener derecho a un alma. Queremos ser inmortales, libres, y la conciencia de ese querer fluye sentándonos todos los días mirando al poniente, respirando un poquito más profundo y más largo que de costumbre, reconociendo nuestro lugar en el universo. No es necesario exclamar ¡oh, pero qué arrobador! Simplemente mirar, y eso que está ahí va a ir metiéndose dentro de nosotros, dándonos un rayito de sol de conciencia para que en la noche de los tiempos de la humanidad podamos mirar con un pequeño grado de discriminación... Aprender a discriminar lo bueno de lo malo.

-La moral, lo bueno y lo malo, los valores... Tantas diferentes sociedades con tantos credos, tantas políticas, tantas filosofías, incluso tantas formas de sentir el sentido común... Por ejemplo, ¿hasta qué puntos son atendibles y válidos los valores morales de la Iglesia Católica?

-Hablemos mejor de Cristianismo. Encontramos tres puntos que han influido más que ningún otro sistema filosófico o religioso en la conducta del hombre occidental. Primero: después de la Creación hay una serpiente en el Jardín; o sea, junto con la llegada de Dios al Jardín de la Vida aparece la cola, el malo, de modo que apenas aparece la vida tenemos la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, a través de la conciencia, del discernimiento. El mal aparece como un misterio mágico. Segundo: la caída de los ángeles, esos ángeles que engendran héroes al hombre, que enseñan la ciencia... Son ellos los que van apartando al hombre de la santidad y lo van echando en brazos de una ciencia fría, impersonal y egoísta. Y tercero: Dios se hace hombre, Dios se hace humano y tiene que pasar por todas sus vicisitudes. El hombre, por primera vez, tiene derecho a sentir que él puede ir más allá de la colina donde nace el arcoiris y meter la mano en el cofre sagrado de los dioses, sacar las virtudes que no tiene y llegar a ser un dios. Jesús dice: Haced como yo y seréis tanto o más grandes que yo. Estas son las tres cosas más sagradas del Cristianismo cuando nos ayuda a hacer conciencia. Y sin embargo, ¿qué tenemos hoy? Que el hombre, primero, va tras el dinero, segundo, tras el dinero, y tercero, tras el dinero. Hay alguno por allí que anda detrás de cosas trascendentes... sí, pero mientras más ciencia haya esto se pondrá más difícil.

-Conciencia y ciencia. Ciencia como enemiga del hombre, como algo pernicioso para el ser humano...

-La ciencia es una gran ramera, está al servicio de la industria que paga la investigación para finalmente decir lo que esa industria quiere que diga. Ya se acabaron los tiempos de Galileo, de Copérnico, de los grandes investigadores por la belleza extrema de sumergirse en un contacto con una hebra de la gran tela, es decir, el individuo tratando de sentir su alma en el todo, como sentado frente a esa puesta de sol. La ciencia tiene un método único, el método lógico racional inductivo, con observación, experimentación, hipótesis, demostración y ley. De cuerpo, mente y alma, aquí vemos que la ciencia sólo se preocupa del cuerpo, sólo de lo material, lo que se puede reproducir en el laboratorio. El resto no vale. Y la ciencia es cruel, sacrifica a dos mil seres humanos para saber, por ejemplo, hasta qué temperatura resiste el cuerpo humano con una cierta cantidad de alimentos, y sacrifica quinientos mil pollos en cualquier experimento, y mata caballos, perros, gatos... La ciencia puede cortar las aspiraciones de toda la humanidad a ser mejor, porque nos ha quitado la capacidad de interiorizarnos imponiendo televisores, computadores, celulares, tecnologías que nos hacen la vida más en la materia. Cada día estamos más robotizados.

-El panorama se pinta de negro. ¿Hacia dónde vamos?

-Estamos en los tiempos finales de una cultura. Las bases de la cultura son negadas por una nueva cultura emergente, una cultura sin alma debido al poderoso paso de la ciencia. Los pueblos no pueden escapar a sus raíces históricas, y cuando esas raíces son cercenadas por la modernidad, entonces el pueblo se queda sin los grandes mitos, sin los grandes actos... Antes, cuando el hombre todavía estaba regido por la Madre Naturaleza, se acomodaba al lado de un brasero... Yo era pobre, de niño llegaba a mi casa, lloviendo en invierno, y me encontraba con que en pleno living había un braserito. Mi mamá tenía un mate, y yo, con los zapatos mojados, me ponía en una puntita del brasero y me tomaba un mate mirando por la ventana cómo llovía. Un mate y una sopaipilla, el rito de la lluvia, el placer de recogerse en una casita con un braserito. Hoy día hay loza radiante, estufas japonesas, no hay frío... Si llueve, la gente arranca. Se está acabando el respeto por lo natural, ya no vale nada. Cuando el hombre termina su relación con las raíces, su civilización sufre un cambio. Ya no tenemos raíces, y esta nueva religión que ha nacido, la ciencia al servicio del dinero, va a atraer grandes tragedias sobre la humanidad.

-Pero individualmente, obedeciendo a la propia conciencia, ¿podríamos esquivar esta corriente destructora que socialmente se hace imparable?

-Dentro de cada ser humano hay un camino de luz y gloria que está impreso en los genes. Quizás por eso, la noche más profunda tiene en su seno el rayo de luz primigenio de la claridad del mañana. Cuando la conciencia social del ser humano se activa de una cierta manera, se activa también, en muchos individuos, algo que puede lograr levantar una conciencia de respeto a la red total de la vida.

-¿Podríamos tal vez suponer la presencia de un grupo de personas, de cierta altura espiritual, que utilizara la ciencia, la tecnología, en un sentido positivo, al servicio cierto de la humanidad?

-Bunbark, el científico indio. Amaba las flores y creó la rosa Bunbark, sin espinas. Les hablaba a las rosas con espinas diciéndoles que las iba a proteger y que, por eso, no necesitaban espinas. Las rosas escucharon el lenguaje de este protector y comenzaron a crecer sin espinas. Eso es ciencia. DdO

 

 
ORIGINAL DE LA PIETÀ DE MIGUEL ANGEL, SEGUIDA DE UNA VERSIÓN IRAKÍ Y OTRA AFRICANA
(fotos enviadas por Alejandro Carmona Bello)