la palabra hombre suena así: Huentru. Este vocablo incluye la palabra cielo, esto es Huenu, al que sigue el monosílabo Tru, procedente de la voz Trung, que significa contracción. El hombre es un ser espiritual, porque procede del cielo. Pero es un cielo que se ha contraído en una forma corporal y consistente. Esta concepción del hombre coincide con la de los antiguos hebreos. El hombre es un espíritu encarnado y no un "animal racional", como dice en su mezquina visión el filósofo griego. El hombre procede del cielo y al cielo ha de retornar. Los grandes hombres, esto es, los Fütahuentru, ascienden al firmamento para integrar las constelaciones de estrella y hasta se los puede ver brillar en la noche. De ahí deriva la palabra compuesta Reküpillanhuentru, que corresponde al nombre divino de la Vía Láctea; literalmente: "el espíritu divinizado de un hombre recostado en el cielo". La primera persona del singular, esto es, la referencia a sí mismo, en mapudungun suena Inche. Este vocablo incluye la palabra Chen, que significa desde dentro o desde abajo. El monosílabo In significa comer, en el sentido de asimilar o identificarse sustancialmente con algo. Así el Inche o "Yo" designa la identidad de la persona por el fundamento interior que lo hace ser.
La instancia suprema de la conciencia, o el ser profundo del hombre, es el espíritu, en mapudungun, Püllü o Pellü. Entidad consciente que trasciende las exigencias de los instintos, apetitos e impulsos. Esta palabra deriva de la voz Püllüdün que significa comprimir algo hasta hacerlo desaparecer. Con eso se quiere significar que el espíritu, Püllü, es una entidad inextensa. Esta concepción coincide con el símbolo con que los antiguos sufíes islámicos representaban al hombre, esto es, un círculo con un punto en el centro. La circunferencia representaba el cuerpo, el área del círculo representaba a la psique y el punto al espíritu.
La psique, o el cuerpo que es soporte de la psique (el yo psicológico), en mapudungun se dice Am. Al momento de la muerte la energía inestable del Am se disgrega si el hombre no adquirió sabiduría en su experiencia de la vida. Sabiduría en mapudungun se dice Kümün. Deriva de la palabra Küme, que se traduce por bondad, virtud, humanidad. También se disgrega la energía del Am si el hombre no fortaleció su voluntad, no adquirió libertad de decisión. La palabra para designar esa idea en mapudungun es Yafüduam, la cual resulta de la conjunción del vocablo Yufü, que significa firmeza, y el vocablo Duam, que significa voluntad.
El sustantivo "mujer" en mapudungun se dice Domo. Deriva de la conjunción de dos monosílabos, esto es, Do y Mo. Do deriva de Doin, que significa exceder, y de Doi, esto es, el adverbio "más". El segundo monosíbalo, Mo, significa "a causa de". La mitología mapuche arroja luz sobre la polisemia de esta palabra. Traducida literalmente resulta significar: "Aquella por quien (o a causa de la cual) se es más". La polisemia reside en la función real que desempeña la mujer como madre y compañera. El primer significado es obvio, esto es, aquella por medio de la cual nuestra especie se multiplica. El segundo se refiere a la mujer como espejo del alma de su pareja. El mito del origen nos dice que el hombre fue lanzado desde el cielo sobre la tierra y quedó inconciente, y que la mujer, puesta por Nguenechen (el dueño de las gentes) sobre la tierra, caminó largo tiempo en su búsqueda y lo despertó. De ahí deriva el alto concepto que los mapuches antiguos tenían de la relación de amor entre el hombre y la mujer. La presencia de lo femenino cumple para el varón la función de despertar su conciencia y completar su ser. A la hora del alba, la madre le dice a su hijo varón: Trepelaitungue küme koná, vale decir: «Despierta buen guerrero». La disciplina psíquica del mapuche antiguo giraba en torno al verbo despertar. Hay catorce formas verbales relacionadas con el despertar. Hay un vocablo sobre el despertar similar a lo que en el budismo zen se designa con la palabra japonesa "Satori". Se trata del verbo darse cuenta, que suena así: Trepen, el cual incluye el estado de bienestar espiritual y el de abrupta comprensión. El prefijo Tre deriva de la palabra Trekman, que sugiere la idea del estallido de chispas en dirección a una persona. El sufijo Pen significa encontrar y ver de un modo sorpresivo.
Desde muy antiguo los mapuches empleaban el sustantivo Ülmen o Gülmen para designar a los hombres superiores de sus comunidades. Esa palabra incluye el vocablo Üi, que significa "nombre", y a la vez, "encender", "arder", con lo cual se sugiere que el hombre superior de algún modo es un trasunto del ancestro mítico que tiene la misión de instituir los nombres. De esto parece resultar que el hecho de nombrar una cosa equivale a encenderla, alumbrarla para la conciencia. La alusión al fuego en las palabras mapuche antes mencionadas aproxima el espíritu al simbolismo del cuarto elemento, como ocurre en el Antiguo Testamento de la Biblia hebrea. La palabra Ülmen contiene también el sufijo men, que alude al penacho de plumas de ciertas aves, símbolo de señorío y nobleza.
Gran hombre, en mapudungun, también se dice Fütahuentru, como antes se dijo, palabra compuesta, de la cual la primera, sin la segunda, puede usarse en el mismo sentido, como en el caso del vocablo Fütapura aplicado a la doncella, la que aún no ha conocido varón. Con esta designación se alude a una situación ideal de una muchacha digna y sabia que merece ser "teñida" por un gran hombre. El verbo teñir, impregnar, está presente en las sílabas tercera y cuarta, esto es Pura. En el supuesto de que la primera relación amorosa marca para siempre el carácter de una mujer.
Este breve recorrido por los secretos del mapudungun procede de los trabajos de investigación lingüística realizados por el profesor Ziley Mora, el único investigador que ha sabido hacer manifiesta la sabiduría del habla original de la tierra de Chile. DdO