:: PALABREANDO.
   ...fornicar, nepotismo, mechera: palabras con historia...

Por Vania Ríos Molina.

Odio salir de casa. Y si tengo que ir al centro… ni hablar. Nada que hacer; ayer, inevitablemente tuve que ir a la Plaza de Armas a encontrarme con mi amiga, la Negra.

Salí temprano a tomar la micro y, a medida que me acercaba al paradero, el murmullo de una solitaria voz se transformó en un apasionado discurso que me sacó de mis pensamientos. Llegando a la esquina, una robusta mujer vociferaba a los cuatro vientos los Diez Mandamientos, agitando de un lado a otro un pequeño libro de cubierta negra. Una vez en el paradero no tuve más opción que escuchar resignada lo que con tanta vehemencia pregonaba la hermana: -¡No matarás!- gritaba poseída, al tiempo que levantaba firme, su largo y amenazante dedo índice. -¡No fornicarás!- prosiguió, dirigiéndome una mirada acusadora que me hizo sonrojar y voltear la cabeza. Afortunadamente apareció la 213, y partí a juntarme con la Negra.

Más tarde, en pleno Paseo Ahumada, una densa marea humana me llevó justo al centro de una ruidosa manifestación que, a juzgar por su escuálida convocatoria, no estaba dando el resultado esperado. Una que otra bandera, silbatos y un par de deslavadas pancartas exigían al Gobierno terminar con la corrupción. Un viejito de impecable terno azul llevaba la batuta y, megáfono en boca, repetía incansable: ¡No más corrupción! ¡Basta ya de nepotismo! «Cada loco con su tema», pensé, y retomé mi rumbo.

Unas cuadras más allá el alboroto afuera de una tienda despertó mi curiosidad. Dos carabineros sacaban esposada del l o c a l a u n a m u c h a c h a q u e , aparentemente, había sido sorprendida robando. Me acomodé al lado de un kiosco para apreciar mejor la escena y, sorprendida, vi que por una manga de su polerón asomaba una cajita roja que había sustraido de la tienda. «¡Pescaron a la Negra, la mechera más famosa del Paseo», me comentó un lustrabotas al ver cómo estiraba mi cuello luchando por no perder detalle de lo sucedido. Cuando se llevaron a la mujer la multitud se dispersó rápidamente como si nada hubiera ocurrido.

Llegué a la plaza… Esperé casi una hora, pero mi amiga no llegó. Aún no se comunica para darme una buena explicación. Y mientras espero su llamada los invito a leer un nuevo capítulo del “Palabreando”.

Hoy conoceremos el origen de tres vocablos que, por lo simpático de sus historias, vale la pena compartir con ustedes. Como sabemos, puede haber más de una explicación para cada palabra; las que les ofrezco fueron extraídas del libro “Palabras con historia” del periodista y estudioso del tema Héctor Velis- Meza.

FORNICAR
Este vocablo, según la RAE, alude a la cópula carnal fuera del matrimonio. Nace de la voz latina fornix, que en la Antigüedad identificaba a los arcos y bóvedas que sustentaban los muros externos de los edificios públicos como circos, acueductos y baños. Velis-Meza nos cuenta que en el siglo I a.C., bajo estos arcos, usualmente las prostitutas cerraban sus tratos de carácter sexual con los clientes. Y a veces, cuando las finanzas eran escasas y no era posible concurrir a la intimidad del burdel, el apareamiento se consumaba bajo algún fornix, a vista y paciencia de los transeúntes que pasaban por ahí. Así nació la voz fornicar, identificándose con el lugar donde antiguamente se mantenían relaciones sexuales fuera del matrimonio. Con el tiempo el término latino fornix se convirtió en sinónimo de prostíbulo y con los siglos, en castellano, derivó a coito extramatrimonial.

NEPOTISMO
Es la preferencia desmedida que ciertas personas otorgan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos. Su origen se remonta a la costumbre de algunos prelados y papas del siglo XVI, que se inclinaban sin disimulo por sus s o b r i n o s d e s i g n á n d o l o s e n importantes cargos. En latín la voz nepotismo significaba “preferencia dada a un sobrino”, pues en italiano antiguo, la expresión “nepote” aludía tanto a sobrinos como a nietos.

MECHERA
Se les llama así a las ladronas de las tiendas, las que por medio de artimañas roban prendas de vestir y otros artículos introduciéndolos dentro de su propia ropa o que se prueban varias de ellas, llevándose algunas disimuladamente puestas encima de las otras. La denominación proviene del verbo castellano “mechar”, esto es, introducir lonjas de tocino en la carne que se va empanar (encerrar algo dentro de una masa). La misma explicación es válida para la carne mechada; en este caso las mecheras hacen lo mismo, porque camuflan prendas de vestir dentro de su ropa.

DdO