brillante,
caminaría tan seguro? Tuve numerosas vidas como mendigo,
sin acceso al pan ni al amor de padre y madre. ¿Esto
es justo? ¿El universo se mueve por leyes injustas o
justas? Cada cual tiene acceso a lo que se merece.
-El asunto, entonces, no es quién puede pagar o quién
no, sino la historia de cada cual. De aquí derivo otra
pregunta. Voy caminando y veo, por ejemplo, a algunos policías
que están pateando a un niño piojoso en la calle.
Puedo pensar: "ese ser está pagando porque cometió
crímenes, se lo merece", y me voy con mi conciencia
tranquila. ¿Es adecuada esta actitud pasiva?
-A mí,
el largo y certero brazo del karma me acompaña hasta
ahora. Puedo decir que en esta vida
-ya tengo
60 años- nunca recibí una caricia de mis padres.
En estos niveles la maldad no existe, simplemente me cambian
de curso, porque reprobé un curso más blando.
Es el sagrado camino del dolor, que no es bueno evadir. Sólo
el que ha tenido dolor puede compadecerse del que no lo ha
tenido. Pero en lo que planteas se abren tres líneas
de pensamiento: la de los merecimientos del que es golpeado,
la de las causales de los golpeadores y la del observador.
Cada cual debe responder según su conciencia. Si la
conciencia te dice que hay que exigir el cese del castigo,
adelante, incluso si esa persona liberada después te
pega una cuchillada. El problema no es supervivir, sino acercarnos
hacia la sabiduría aun cuando sea a costa de nuestra
propia sangre en el cuchillo del que ayer defendimos.
-Has hablado
recién sobre numerosas reencarnaciones, como general,
como mendigo... ¿Tienes recuerdos del paso por la muerte?
-El primer recuerdo de muerte es la de un individuo de 1,35
metros, de unos 30 kilos, colorín, que se ha separado
de su grupo y que es cuasi-pensante, casi un animal. Tiene
fiebre, pero no sabe que eso lo puede matar. Camina por una
tierra roja, gredosa, y cae. Se apaga la vida. Son los primeros
recuerdos que tengo de la muerte, un tránsito que es
liberador, pero también brutal. A posteriori, haciendo
ausentismo de muchos recuerdos... estamos en el siglo trece,
voy por los extramuros de la ciudad de Padua, en Italia, hay
un bosque, es de noche, soy un mendigo, pero me tengo una
alta autoestima, me siento inteligente, soy muy observador...
Me doy vuelta y veo dos ojitos pequeños, y veo dos
más, y dos más... Me dio la impresión
de que les faltaba el postre y que me habían elegido
a mí... Supe que iba a morir, y lo que más me
maravilla es que mis últimos pensamientos no son de
terror, sino que pienso: ¿Cómo es posible que
estos seres tan bajos, tan abyectos, puedan matarme a mí,
que soy tan inteligente? La soberbia del hombre que existió
antes, como general, todavía no había terminado.
Aún me quedaba seguir siendo mendigo por muchísimas
reencarnaciones... El conocimiento se adquiere a través
del dolor en un proceso muy lento.
-Entonces,
la muerte es un tránsito hacia una nueva posibilidad
de evolución...
-Morimos
cada día, nos vamos a acostar y no tenemos conciencia
de lo que nos ocurre durante el sueño. Para mí,
morir es como ir a acostarme. Mañana voy a continuar
con la misma labor. Yo, al analizar mis vidas pasadas, me
doy cuenta que mi personalidad no ha cambiado, sigo siendo
el mismo... Practico artes marciales, a mis años. Me
refiero a que soy un hombre de confrontación. Creo
que el alma, cuando encarna, ya trae una personalidad, que
tiene tres fases. En la fase baja estamos en el infierno,
y es cuando nos enojamos y arrasamos con cualquiera. En la
media somos medios malos medios buenos, y en la alta la persona
se ilumina y alcanza niveles de santidad. Pero eso no ocurre
aún, habrá que esperar otro millón de
años. Suelo moverme en estas partes mediocres, en que
el ego a veces se enseñorea de mí y la parte
sana trata de expresarse. Pero es tan fácil hacerla
callar, basta con que alguien te diga que eres inteligente
para que uno vuele, se crea globo y mire el mundo tan chiquitito,
o que te digan tonto para que te pinchen el ego y... ¿qué
se cree este? Entonces, ese tipo que muere allá en
Padua, sigue vivo, y no ha cambiado mucho.
-¿Por
qué crees tú que, en nuestra cultura, existe
ese horror ante la muerte?
-Porque
la sociedad occidental ha vivido mirando hacia el lujo, el
lucro, todo ese desarrollo moderno de la revolución
industrial que le hace las cosas más fáciles,
que pone negocios, luces... Parecemos polillas detrás
de todo lo que es el lujo. A los que más les duele
irse de este mundo es a los ricos, y los que abrazan la muerte
con algo de agrado son los más pobres. Lo material
se acaba, pero uno sigue consciente, con la misma cultura
que tiene.
-Moisés,
cuando expones tus ideas, ¿de qué hablas? ¿De
filosofía, de religión, de ciencia...?
-(Ríe).
Buena pregunta. Me creo bastante ignorante. Me gustaría
determinar tantas cosas que no puedo... La preocupación
del hombre es vivir y gozar. Lo que guía al ser humano
es el placer. El hombre rehúye el dolor y persigue
el placer. Desde ese punto de vista, yo siento placer de pensar
como pienso, y dejémosle a otros meter en la gaveta
que quiera lo que digo.
-A través
de todo lo que hemos conversado, en esta y otras oportunidades,
noto, sin embargo, que tienes un enorme interés por
la ciencia.
-Nuestra
inteligencia está en los demás. Cuando llegamos
las neuronas están en blanco, estamos dormidos. Después
nos van escribiendo, en esta relatividad absoluta. Las cosas
empiezan a despertar, porque potencialmente el conocimiento
está en nosotros. Esta cara graciosa de la materia,
que se nos aparece con su aspecto horroroso cuando tenemos
tragedias y con su aspecto benigno cuando recogemos los frutos
de los árboles... El amor y el horror van de la mano
en este mundo. Si lo miramos de otro lado, si sólo
tuviéramos ojos para ver neutrones y electrones, no
podríamos ver amor, sólo veríamos estados
moleculares, y el hombre como tal desaparecería por
completo. Eso es ciencia, que nos ha dado un conocimiento
que viene de la micro observación de la certera disección
de lo observado. Pero además el hombre tiene un pensamiento
filosófico general, englobador del todo. La filosofía
y la ciencia chocan, pero hoy tenemos indicios de un pensamiento
relativamente nuevo, cuántico -la física cuántica-,
que nos viene diciendo lo que nos dijeron los primeros filósofos,
por ejemplo en la India, con los puranas, los shastras, los
vedas... El universo es de consenso.
-Es de
consenso...
-Al parecer,
este reloj no tiene más autoridad para existir que
el gracioso consenso que tenemos entre todas las mentes de
la humanidad. Tenemos elementos que hemos ido criando, protegiendo,
mimando... Te lo podría graficar: en las meditaciones
de los recuerdos más antiguos, yo veía una chispa,
que era yo mismo. Y antes del tiempo, antes de los espacios,
sólo en la mente, había otra chispa. El diálogo
entre estas chispas fue dejando un camino... Aparecieron muchas
chispas y se armó una pelota, y las chispas quedaron
adentro y se siguieron sintiendo entre sí... Cada camino
era como ir tejiendo un hilito, hasta que alguna chispa tuvo
la inteligencia para salir y pararse en la superficie... Y
empezaron a analizar qué era eso tan desconocido, tan
diferente a "mí", y tuvieron consenso en
que era el camino de la humanidad, el camino de la chispas,
el camino de la vida... Todo se había separado, apareció
"lo otro". Y lo otro no era más que yo mismo,
las otras chispas. La ciencia no se da cuenta que el hombre
es el todo y usa la inteligencia para diseccionar, separar.
Por esta separación es que la vida nos es tan fatigosa.
La inteligencia no es otra cosa que el sumergirse en estos
caminos de la humanidad, pero no es la humanidad misma. La
inteligencia ayuda a separar al hombre de su esencia. Cuando
la inteligencia se ponga al servicio de lo más sagrado
del alma -que no sabemos qué es entonces habrá
recuperado la senda correcta.
-De acuerdo
a lo que dices, lo "sobrenatural", lo mágico,
no existe, o son hechos vistos como esotéricos debido
a la ignorancia. La ciencia podría penetrar en los
misterios y despojarlos del apelativo "esotérico".
La ciencia, por tanto, podría entender tu forma de
sanar imponiendo las manos...
-El problema
es que la ciencia, como es sistemática, inductiva,
experimentadora, teorizadora, termina forzosamente determinando
leyes absolutas. Pero no existe ninguna ley científica
que no haya sido violada, por tanto, tenemos un mundo relativo
en que las leyes no son tan leyes. La soberbia del hombre,
que se esconde detrás de la ciencia, es el problema.
Este Premio Nóbel que descubre el ADN dijo que la raza
negra era menos inteligente que la blanca, pero en un acto
de nobleza regaló su genoma para que lo decodificaran.
Y... resulta que tiene genes negros. Le preguntaron qué
opinaba y guardó silencio. Ahí tenemos al típico
científico que ha llegado a lo máximo y dice
barbaridades inmensas. Uno de los mayores traumas que tuve
en mi vida fue cuando me di cuenta que la ciencia es sólo
un lenguaje más. Todos los lenguajes son tangenciales,
ninguno es esencial. La ciencia es tan certera como puede
serlo el inglés, el romané, la conversación
que mantenemos en este momento... Son productos de la actividad
humana.
-¿Y
tú mismo, ¿cómo ves, científicamente,
la capacidad de sanar con sólo imponer tus manos?
-Yo puedo
sanar también sin tocar con las manos, a distancia...
y eso sí que parece un acto esotérico, demasiado
extraño. El ser humano tiene mucha energía en
su columna vertebral y si es capaz de concentrarse en ella
puede cambiar procesos patológicos en otros cuerpos.
Esta energía aniquila las distancias y el tiempo. Yo
puedo hacer lo que no se ha hecho nunca, que es rehacer un
disco de la columna. Eso me abrió las puertas del Laboratorio
de Investigaciones Neurofisiológicas y Geofísicas
de la Universidad de Chile, cuando le llevé a la Doctora
Santibáñez una radiografía con un disco
de la columna vertebral rehecho en el cuerpo de un paciente.
La ciencia saca sus conclusiones de ese hecho, pero yo pienso
que la energía fundamental está en la columna
vertebral a la altura del corazón. Yo la siento, fluye,
y puedo llevarla al lugar dañado de otro cuerpo. Mientras
más viejo, más energía. Por ejemplo,
en curar una hernia de columna, cuando tenía 40 años,
demoraba 25 sesiones, y hoy puedo hacerlo en menos de 12.
-¿Es
igual para todo paciente?
-No,
cada individuo tiene su propia historia y la energía
entra de acuerdo a ella. Una vez un paciente sanó de
una hernia en una sesión. Cuando llegó me dijo
"mire, vengo por no defraudar a mi mujer, pero yo no
creo en lo que usted hace." Le bastó un segundo
para comenzar a creer. Los absolutistas necesitan ver para
creer, ellos no quieren modificar lo que tienen en su memoria.
Comparo la ciencia con los pavos reales, mientras más
crecen se ven más hermosos. Lo que primero entra en
la memoria adquiere una fidelidad absoluta. El primer impacto
es a través de la medicina oficial: "Tiene que
ir al médico", y cuando viene lo segundo, el ego
se resiste.
-¿Por
qué no hay más personas que puedan curar como
tú los haces...?
-Muy
buena pregunta. Después de pensar muchos años
en esto tratando de encontrar explicaciones, puedo decirte
que una razón es el gracioso capricho de la divinidad,
y lo acepto, y otra razón es que todos los que tienen
estas capacidades fueron grandes hacedores de mal. Después
de un aprendizaje en el sufrimiento personal -para tener la
base de tratar con respeto al otro- te dan la posibilidad
de curar a los que recurren ti. Entonces empiezan a desfilar
por tu consulta los mismos que... te doy un ejemplo. Hace
años atendí a una señora que había
perdido la visión, y la recuperó. Cuando ella
me tomó las manos para besarlas, yo me aterré.
Ella me creyó entonces un hombre muy modesto, pero
no sabía del por qué de mi terror, y es porque
en el momento me vi en un caballo, a "él"
en otro, y mi espada le pasa por sus ojos. Es una visión
fugaz que me dice que eso ocurrió alguna vez y que
ahora se me da la oportunidad de rehacer lo que deshice. Entonces,
las personas con este tipo de facultades serían individuos
que ya dejaron de hacer daño y están tratando
de reponerse.
-Ahora
un poco de ecología, del calentamiento global... ¿Hacia
dónde vamos, hacia dónde va la civilización
humana? ¿Hacia dónde va el planeta?
-No he
visto ninguna vida que se organice y sea eterna. Toda vida
es entrópica y en algún momento termina. En
la India hay una representación de la divinidad bajo
el nombre de Nataraya -es una encarnación de Shiva-,
y se la ve con un pie arriba y las manos graciosamente desbaratadas,
como si estuviera bailando. Cuando danza, cada vez que posa
un pie, hunde un continente. Los indios, en su conocimiento
antiguo, tienen claro que los continentes aparecen y desaparecen.
El hombre moderno, que se cree poderoso e inmortal, no acepta
que todo lo que nace tenga que morir. Creo que las condiciones
climáticas que en este momento tenemos son peligrosas,
y creo que seguirán incentivándose, no tanto
por el abuso que el hombre hace de los hidrocarburos, sino
por el abuso que el hombre hace del hombre. Me da la impresión
que la trama de la vida está tejida en los gusanos,
pero también en las estrellas y, por tanto, las leyes
verdaderas también existen fuera de este planeta. Las
estrellas no son otra cosa que una trama de un tejido vivo
que obedece a situaciones, a impulsos de la conciencia. Aquí,
por razones que se me escapan, se ha dado una época
terrorífica: hoy día el hombre sólo se
dedica a producir riqueza. Si me da plata, puedo meter a mi
papá, a mi hermano o a mi abuela en una moledora de
carne. Hay una falta de respeto impresionante por la creación
divina, por el individuo. Se pagan sueldos de $ 120.000, no
dan almuerzos, algunos temporeros comen parados si es que
comen. Eso va a ocasionar el cataclismo. La..., iba a decir
la maldad, pero creo que no existe, por eso es mejor hablar
de un cataclismo ocasionado por la ignorancia. Hay una ecología
del alma que no está clara. Se quiere salvar los bosques,
pero no se hace nada por salvar la dignidad humana.
(Teléfono
contacto de Don Moisés:7917628)