:: EVOCACIONES.
   La higuera de la Calchona...

Por Gino Palma, desde Quebec, ohigginspalma@hotmail.com

 

A Yvonne

El año 1944 pasábamos las vacaciones en Melocotón, a orillas del estero La Calchona. Yo era amigo de la Lola, una mujer enamorada que perdió a su marido, al que trata de encontrar en cada jinete que se aventura solo por la cordillera.

La Calchona es definitivamente mala. Se transforma en oveja, negra además, para salir de parranda, y habiendo perdido el sortilegio que la hace volver a su estado humano, vaga por los campos aportando males a los que encuentra. Pero el nombre no es más que una apelación que se le puso a este hermoso estero cordillerano, y no tiene relación con el personaje.

 


Me encantaba meterme al arroyo y subir, pasando de piedra en piedra, lo más arriba que pudiera. Gozaba la sensual sensación de arrancar a puñados la hierba del platero que crece a sus orillas. Decían que la infusión era buena para el hígado... o los riñones. En realidad, poco importaba. Era la disculpa para recoger gruesos atados y llevárselos de regalo a mamá, que no padecía ni de los riñones ni del hígado. Naturalmente, iban a parar a la basura y nunca pude ver el benéfico efecto médico de la hierba del platero.

El padre nos compró una higuera. Para quienes no están habituados a esta práctica, les diré que por una temporada se tiene derecho a los frutos que el árbol produce. Cuando no estaba metido en el estero estaba encaramado en la higuera comiendo los deliciosos higos (o brevas, nunca he tenido claro cuál es cuál), siempre oyendo las advertencias de los adultos sobre lo traicioneras que son sus ramas, que se quiebran insospechadamente.

Estaba en mi culinaria actividad tarzanesca cuando encontré un insospechado fruto, de hermoso pelaje amarillo. Sesenta años después, aún recuerdo su deliciosa textura. Lo deposité con cuidado en mi chupalla. Grité a mi familia para que viniera a ver mi hermoso encuentro, pero mi delicado fruto amarillo desplegó grandes alas negras de murciélago y se arrancó volando. Por un período no volví a subir a la higuera... ¡Las ramas son muy traicioneras!


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