cualquiera
de igual a igual. Entonces, algo está fallando. Ineptitud
del técnico de turno sostienen algunos, escaso profesionalismo
de los deportistas, señalan otros. En mi opinión
el asunto va por lo último: no existe un verdadero
compromiso con la camiseta por parte de los miembros de la
Roja. La molestia surge al comprobar que estos muchachos reciben
millonarios sueldos por representar a nuestro país,
viajan por el mundo vistiendo los colores patrios, y en lugar
de entregarse por entero a la práctica del “deporte
rey” derrochan su tiempo armando escándalos y
festejando pequeños e inservibles triunfos. El resultado
de la juerga: masacre en el marcador, eliminación y
temprano regreso a casa con el rabo entre las piernas.
Con
la llegada del sobreexpuesto Marcelo Bielsa la cuestión
nuevamente parece tomar buen camino, la población
futbolera vuelve a emocionarse y a jurar que ahora sí
estamos para grandes cosas, porque - sea como sea- este
argentino viene de la tierra de Maradona, para muchos el
mejor futbolista de todos los tiempos. Pero a no confiarse.
Mientras “la Roja de todos” siga creyendo que
jugar fútbol consiste únicamente en pegarle
bien a la pelota, y no atienda al desarrollo emocional e
intelectual de los jugadores, de muy poco servirán
la disciplina y estrategias de juego impulsadas por el advenedizo
técnico trasandino.
El
escaso cultivo del intelecto, reflejado sobre todo en las últimas presentaciones del equipo
adulto en el extranjero, me ha llevado a pensar que tal
vez, si los torneos y trofeos en el fútbol no tuvieran
nombre de recipiente para licores, a nuestra querida selección
le iría mucho mejor. Copa Libertadores, Copa América,
Copa del Mundo… En medio de tanta copa, y considerando
la limitada instrucción de muchos de nuestros seleccionados,
es probable que más de alguno haya confundido estas
importantes citas deportivas con tentadores cócteles
etílicos, y en lugar de salir a jugar por Chile y
ganar la Copa, haya creído que el asunto consistía
en que el que tomaba más copas de ron, piscolas o
whiskys ganaba el campeonato.
¿No
sería bueno –digo yo- desvincular al fútbol
de tanta alusión copera y empezar a denominar de
otro modo a justas y galardones? En tenis se premia a los
campeones con Ensaladeras, en fútbol americano se
juega el “Súper Tazón”…utensilios
que ante una posible confusión sólo podrían
inducir a los atletas a alguna sobredosis de verduras o,
a lo más, a una intoxicación por chocolate
caliente. ¿Irá por ahí la cosa?