:: PALABREANDO.
   El ojo de la papa y la papa de la guagua.
Por Vania Ríos Molina.

Que monótona sería nuestra existencia si para comunicarnos tuviéramos que utilizar una y otra vez las mismas palabras. Por fortuna, y para deleite de los amantes de la lengua, el ser humano permanentemente ha sentido la necesidad de encontrar variantes lingüísticas que le permitan transmitir de un modo distinto sus ideas recurriendo a elementos que interpreten de manera más gráfica lo que quiere expresar. La anatomía humana, animales y vegetales son sólo una parte del surtidísimo stock de ingredientes que la naturaleza y la cultura ofrecen para dinamizar el lenguaje, y de paso poner a
El Ojo de la papa
prueba la inagotable inventiva del hombre. Algunas de las expresiones que veremos a continuación corresponden a chilenismos, y otras –en ocasiones con pequeños matices- son utilizadas por una gran mayoría de la población hispanohablante.

Si hablamos del cuerpo, son múltiples los dichos que usamos aludiendo a alguna de sus partes. Por ejemplo, cuando una persona es locuaz y no para de batir la lengua, suele decirse que habla hasta por los codos; si alguno se arrepiente a última hora de hacer algo quiere decir que tiró el poto pa’ las moras; aquéllos que dicen las cosas por su nombre no tienen pelos en la lengua y el que divulga un secreto a todo el mundo se ha ido de lenguas. No falta el que anda con la oreja pará’ oyendo conversaciones ajenas. El compañero de colegio que no entiende nada en clases es duro de mollera, pero si se queda toda la noche estudiando se dice que se quemó las pestañas preparando el examen. Los amigos inseparables, ésos que van juntos por todos lados andan uña y mugre; agudizar el dolor del que ya sufre es poner el dedo en la llaga y no poder más con una situación es estar con el agua hasta el cuello.

Los reinos animal y vegetal también aportan con lo suyo: aquél que no tiene un peso en los bolsillos anda pato y no le queda otra que esperar a que salte la liebre, o sea, una oportunidad de mejorar su situación. Quien se va a la cama demasiado temprano es conocido por acostarse con las gallinas, y el que altera la tranquilidad en un lugar donde hay gente reunida llega a alborotar el gallinero... Matar la gallina es otra cosa. Hacer las cosas más complicadas de lo que son es buscarle la quinta pata al gato. Una práctica frecuente, sobre todo en etapas adolescentes es hacer la chancha, es decir, salir de casa rumbo al colegio y faltar a clases. Recurrimos a la vaca cuando pretendemos juntar dinero para diversos fines, generalmente recreativos. Hacemos perro muerto cuando abandonamos un restaurante sin pagar la cuenta y pateamos la perra cuando las cosas no van como queremos.

Los vegetales por su parte, generalmente son asociados a una característica humana; así, quien tiene vergüenza se pone colorado como tomate; el que goza escuchando música romántica y en español es cebolla, el canoso es conocido como cabeza de ajo y al que fracasó en algún cometido le fue como el ajo. Aquél que es cargante y molestoso es camote, y papaya es una tarea fácil de comprender o de realizar. También se mencionan vegetales para subrayar una misma idea, por ejemplo la indiferencia: me importa un pepino, un comino, un rábano, un cuesco.

Mención especial merece la papa. Este preciado tubérculo, además de resultar imprescindible en nuestra dieta -a veces como protagonista, a veces relegado a un segundo plano- también ha sido llamado a incorporarse a nuestro léxico adoptando las más diversas connotaciones. Expresiones como verle el ojo a la papa, para referirse a la primera relación sexual, o agarrar papa como sinónimo de entusiasmarse o mostrarse crédulo (ej.: éste agarra papa al tiro) resultan habituales dentro del lenguaje popular chileno. Es usual afirmar también que hablan con una papa caliente en la boca los que viven de plaza Italia para arriba, o sea, los del barrio alto (debido al tan desagradable sonsonete que acompaña a sus palabras). Pero no frivolicemos que hay situaciones más importantes, como aquel caso de las papas en los calcetines (un par de insolentes agujeros en la mencionada prenda de vestir) que el ex presidente del Banco Mundial exhibió con ocasión de algún encuentro internacional y que se transformó en uno de los más bullados atentados en contra del protocolo de los últimos tiempos.

Más alusiones al sabroso carbohidrato son: ir donde las papas queman, que corresponde a dirigirse al centro de la noticia; rallar la papa, supone algún síntoma de locura; tener una papa, esto es, descubrir una primicia (ej.: ¡ni se imaginan la tremenda papita que les tengo!); caer como saco de papas (generalmente por cansancio), y por último, la leche con que se alimenta al retoño, que no es otra cosa que la papa de la guagua.

La lista de expresiones daría para unas cuantas hojas más del Palabreando, pero así como en televisión el tiempo es oro, en estas páginas el espacio también apremia. ¡Hasta la próxima!