prueba la
inagotable inventiva del hombre. Algunas de las expresiones
que veremos
a continuación corresponden a chilenismos, y otras –en
ocasiones con pequeños matices- son utilizadas por
una gran mayoría de la población hispanohablante.
Si hablamos
del cuerpo, son múltiples los dichos que usamos
aludiendo a alguna de sus partes. Por ejemplo, cuando una
persona es locuaz y no para de batir la lengua, suele decirse
que habla hasta por los codos; si alguno se arrepiente
a última hora de hacer algo quiere decir que tiró el
poto pa’ las moras; aquéllos que dicen las
cosas por su nombre no tienen pelos en la lengua y el que
divulga un secreto a todo el mundo se ha ido de lenguas.
No falta el que anda con la oreja pará’ oyendo
conversaciones ajenas. El compañero de colegio que
no entiende nada en clases es duro de mollera, pero si
se queda toda la noche estudiando se dice que se quemó las
pestañas preparando el examen. Los amigos inseparables, ésos
que van juntos por todos lados andan uña y mugre;
agudizar el dolor del que ya sufre es poner el dedo en
la llaga y no poder más con una situación
es estar con el agua hasta el cuello.
Los reinos
animal y vegetal también aportan con lo suyo: aquél
que no tiene un peso en los bolsillos anda pato y no le
queda otra que esperar a que salte la liebre, o sea, una
oportunidad de mejorar su situación. Quien se va
a la cama demasiado temprano es conocido por acostarse
con las gallinas, y el que altera la tranquilidad en un
lugar donde hay gente reunida llega a alborotar el gallinero...
Matar la gallina es otra cosa. Hacer las cosas más
complicadas de lo que son es buscarle la quinta pata al
gato. Una práctica frecuente, sobre todo en etapas
adolescentes es hacer la chancha, es decir, salir de casa
rumbo al colegio y faltar a clases. Recurrimos a la vaca
cuando pretendemos juntar dinero para diversos fines, generalmente
recreativos. Hacemos perro muerto cuando abandonamos un
restaurante sin pagar la cuenta y pateamos la perra cuando
las cosas no van como queremos.
Los vegetales
por su parte, generalmente son asociados a una característica
humana; así, quien tiene vergüenza se pone
colorado como tomate; el que goza escuchando música
romántica y en español es cebolla, el canoso
es conocido como cabeza de ajo y al que fracasó en
algún cometido le fue como el ajo. Aquél
que es cargante y molestoso es camote, y papaya es una
tarea fácil de comprender o de realizar. También
se mencionan vegetales para subrayar una misma idea, por
ejemplo la indiferencia: me importa un pepino, un comino,
un rábano, un cuesco.
Mención
especial merece la papa. Este preciado tubérculo,
además de resultar imprescindible en nuestra dieta
-a veces como protagonista, a veces relegado a un segundo
plano- también ha sido llamado a incorporarse a
nuestro léxico adoptando las más diversas
connotaciones. Expresiones como verle el ojo a la papa,
para referirse a la primera relación sexual, o agarrar
papa como sinónimo de entusiasmarse o mostrarse
crédulo (ej.: éste agarra papa al tiro) resultan
habituales dentro del lenguaje popular chileno. Es usual
afirmar también que hablan con una papa caliente
en la boca los que viven de plaza Italia para arriba, o
sea, los del barrio alto (debido al tan desagradable sonsonete
que acompaña a sus palabras). Pero no frivolicemos
que hay situaciones más importantes, como aquel
caso de las papas en los calcetines (un par de insolentes
agujeros en la mencionada prenda de vestir) que el ex presidente
del Banco Mundial exhibió con ocasión de
algún encuentro internacional y que se transformó en
uno de los más bullados atentados en contra del
protocolo de los últimos tiempos.
Más
alusiones al sabroso carbohidrato son: ir donde las papas
queman, que corresponde a dirigirse al centro de la noticia;
rallar la papa, supone algún síntoma de locura;
tener una papa, esto es, descubrir una primicia (ej.: ¡ni
se imaginan la tremenda papita que les tengo!); caer como
saco de papas (generalmente por cansancio), y por último,
la leche con que se alimenta al retoño, que no es
otra cosa que la papa de la guagua.
La lista
de expresiones daría para unas cuantas hojas más
del Palabreando, pero así como en televisión
el tiempo es oro, en estas páginas el espacio también
apremia. ¡Hasta la próxima!