puente,
que quedó convertido en una pasarela que, aunque
angosta, daba más seguridad. Esto permitió que
numerosos andinistas llegaran con sus familias para instalarse
a los pies del cerro Fiscal (hoy cerro Morales), junto
a una vertiente de aguas puras. Poco a poco fue naciendo
entre ellos la idea de construir una villa. Fue don José del
Valle, apoyado por don Raúl Santiago Veas, quien
concretó la formación de la “Villa
del Valle”. Así, los andinistas se transformaron
en colonos.
Hoy,
los que fuimos los primeros colonos recordamos con nostalgia
el espíritu solidario que existió en esa
empresa. Jamás he vuelto a ver esa sincera y servicial
amistad entre vecinos como en esos largos años de
trabajo. Los niños se formaron amando la montaña
y respetando la naturaleza. Eran otros tiempos. Cada colono-vecino,
al terminar su tarea al anochecer, guiado por ese característico
ruido de los martillos, visitaba al que aún estaba
trabajando. La pregunta de rigor era ¿vecino, necesita
algo? Era de este modo que clavos, tornillos, madera, cemento,
hasta herramientas, se compartían fraternalmente.
Uno de
los problemas más serios era la llegada a Lo Valdés,
para desde ahí atravesar hacia Baños Morales.
Por lo general se hacía en camiones. El gran andinista
Salvador Manssur inauguró un servicio de pasajeros
y carga usando este medio. Era un viaje sacrificado por
los caminos de tierra, con mucho polvo en verano y con
peligro de rodados en invierno. Otro medio de transporte
que sirvió a todo el Cajón, incluido Baños
Morales, fue el tren militar, el que llegaba a la estación
de El Volcán a las nueve de la noche. De ahí los
colonos y andinistas continuaban a pie, en alegre caravana,
a veces con lluvia o nieve, pero los 13 kilómetros
hasta Lo Valdés se hacían nada cuando se
pensaba en disfrutar plenamente el fin de semana, ya fuera
trabajando en las obras o descansando.
Nuestra
Villa ocupa un lugar de importancia en lo turístico
debido a sus aguas termales de gran poder curativo. Sin
embargo, hay quienes consideran que se han generado diferentes
problemas, como un comercio sin mayor control, o algunos
robos con destrucción de propiedades. Hay un proyecto
para conservar el lugar como un enclave del patrimonio
paleontológico y como reserva de fauna y flora,
incluso con la construcción de un museo geológico
para legar a las generaciones futuras. No estaría
mal oír algo de las autoridades al respecto... La
indebida extracción de fósiles ha sido otro
problema. Personas sin preparación alguna se han
dedicado a extraerlos, y para obtener uno destruyen cien.
Algo parecido pasa con la flora, de modo que ya no se encuentran
algunas hierbas medicinales que hace años abundaban.
Los rebaños sin control y los hierbateros foráneos
arrancan estas irreemplazables especies medicinales. Ya
no hay conciencia ecológica, pero aún quedamos
algunos colonos empeñados en proteger lo poco que
va quedando...
Hay
personas esforzadas y desinteresadas cuyos nombres quedarán
por siempre ligados al nacimiento y al desarrollo de nuestra
Villa por la ayuda prestada en diferentes aspectos, como
por ejemplo Julio Obregón, Virginia Contardo, Enrique
Terrero, Orlando Lama, Aurelio González, Julio Cabrera,
Francisco Calvo, Gerardo Arenas y el noble arriero Jorge
Gárate, quien, con sus mulas, por años prestó servicios
a los colonos transportándolos desde Lo Valdés.