El
director de esta revista -Juan Pablo Yáñez
Barrios- llegó a la consulta de Moisés Gómez,
en pleno Santiago, por indicaciones de un amigo de San
José de Maipo que había sido sanado de cáncer
por Moisés a través de una sencilla imposición
de manos. En la sala de espera, nuestro director tuvo
la oportunidad de hablar con algunos de los pacientes,
entre ellos un médico que también había
sido curado de cáncer, y ya no le cupo duda de
la efectividad del tratamiento. Entonces, le propuso una
entrevista a Moisés, a lo que él accedió.
¿Cuáles son los misterios de la vida? Pareciera
que el intelecto -la ciencia, la lógica formal-
no está hecho para captar la verdadera naturaleza
de las cosas. A quien se interese en percibir algo más
que lo ordinario de la vida, las palabras de Moisés,
en esta conversación, probablemente le abra otras
puertas.
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Por
: Juan Pablo Yáñez Barrios.
-Moisés, ¿cómo
defines tu actividad?
-Soy un irradiador de energía a través de
la concentración de mi mente. La energía
que emite mi cerebro es asimilada por el organismo enfermo
de la persona que estoy sanando. No se trata de milagros,
es un tratamiento.
-¿Conoces a otras personas
con una capacidad así?
-Conozco a tres. Uno en Brasil, Ugolino Back. Yo vi una
radiografía de la eliminación de un tumor
de cáncer. Era un cura franciscano brasilero que
tenía 82 años en esos momentos. Otro es
Mathius Manning, inglés avecindado en Estados Unidos.
Y el otro es A. Krivorotov, en Rusia. Era un coronel del
ejército comunista de la época. Y por supuesto,
también tenemos a S. Aleluf, en Francia. El Ministerio
de Salud de Francia hizo un estudio y concluyó
que cada 70 millones de personas se da un individuo de
este tipo en el mundo.
-¿Es un don adquirido
o de nacimiento?
-La vida es un proceso gigante que se va dando en una
continuidad. El hombre nace y muere y se lleva lo que
le pertenece de una vida a otra. Siempre llevamos este
bagaje, legando nuestro propio mensaje. En la India hay
muchos maestros que tienen poderes muy superiores a los
míos. Yo soy grado dos y cuarto, y quizás
lo seguiré siendo por muchas vidas, pero hay maestros
que son grado 6 y 7. Quien puede restaurar células,
es grado uno; el que puede hacer tejidos, es grado dos;
el que puede rehacer un órgano, un corazón
o una vértebra o un hígado, es grado tres;
el que puede restaurar un sistema, por ejemplo corazón-pulmón,
con todos sus tubos, válvulas, es grado cuatro;
y el que puede resucitar a un muerto, es grado cinco.
Pero hay más
maestros grado siete y otros
que, con seguridad, yo ignoro. Pasar de un grado a otro
no es hacer un curso de cinco años, es un curso
que imparte la vida y que puede durar cien encarnaciones.
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JUNG
CUENTA QUE EN UN SUEÑO ÉL VA A TRAVÉS
DE UNA TEMPESTAD, CON MUCHO VIENTO, MUCHA AGUA,
ES DE NOCHE Y HACE FRÍO. Y ÉL LLEVA
UNA LUCECITA CHIQUITITA QUE LE SIRVE PARA ALUMBRARSE
EL CAMINO. ESE ES EL SUEÑO, NADA MÁS.
ES LA CONCIENCIA. EN MEDIO DE LA TEMPESTAD DE LA
VIDA TÚ TIENES UNA LAMPARITA CHIQUITITA QUE
TE PUEDE AYUDAR A NO CAERTE.
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EN
LA NOCHE MÁS OSCURA, MÁS NEGRA, SIN
LUNA, ESTÁ EL GERMEN DE LA LUZ DE MAÑANA.
SE DICE QUE EN UNA DE SUS ENCARNACIONES, BRAHMA
FUE ASESINO. LOS EXTREMOS SE TOCAN. UN HOMBRE MALVADO
PUEDE ESTAR MUY CERCA DE HACER EL BIEN, PORQUE PARA
SER MALO DE VERDAD TIENE QUE HABER APRENDIDO MUCHO,
SABER MUCHO SOBRE EL DOLOR.
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-O
sea, algo que se aprende y se ejerce durante muchas vidas.
-Yo tengo recuerdos muy antiguos en que me veo como un chamán
cuya capacidad era sólo poner las manos encima de la
hierba o de los alimentos para determinar si eran adecuados
para curar a alguien, capacidad que he mantenido. Una señora
que acudió a mí estaba enferma de amebas, sin
solución. Preparé un cultivo en un laboratorio,
me lo comí, adquirí la ameba y tuve varios síntomas.
Me puse a buscar entre productos hortícolas y finalmente
llegué al choclo. Algo en mi interior me dijo que consumiera
dos humitas diarias durante quince días, y luego me
hice exámenes y ya no estaba la ameba. Le entregué
la receta a la señora y ella sanó. Esa capacidad
viene de recuerdos de una vida pasada.
-Sin
embargo, creo haberte oído decir que, aquí y
ahora, desarrollaste tus capacidades a través del yoga.
-Es el desarrollo de algo que ya está. Ciertas prácticas
de yoga llegaron a mí cuando tenía 17 años.
Me consagré impulsivamente
, algo contrario a
mi naturaleza, de ser reflexivo. Me lancé a esas prácticas
porque me producían placer
Como el hombre no
sabe otra cosa que ir tras el placer, cumplí la orden
eterna. Para mí el placer, en este caso, fue una comunión
espiritual. Abandoné todo, sólo quería
estar en mi habitación, en mis prácticas de
yoga. Un día le dije a mi madre que iba a meditar por
quince minutos, y al abrir los ojos me dijeron que habían
transcurrido 24 horas. Fue entonces cuando sentí que
de los dedos me salía agua, algo que nadie veía,
pero yo sí que lo sentía. Esta agua me permitía
atrapar cualquier cosa y moverla. Le dije a un amigo mira
lo que me acaba de pasar, y él se dobló debido
a un dolor muy grande y exclamó ¡bruto, me quemaste!
Me reí, y cuando se levantó la ropa vi una quemadura
de segundo grado. Me di cuenta que había tenido contacto
con algo que iba más allá de mis capacidades,
y entonces tuve que seguir meditando para ir produciendo un
encaje, una armonía, un ritmo entre esa energía
que me regalaban y yo.
-Era algo nuevo que debías
aprender a usar
-Algo que debía ser usado para el beneficio de otros.
Cuando uno comprende esto, se ciñe.
-¿Lo comprendiste entonces,
con 17 años?
-No, mucho después. Yo creo que siempre fui un hombre
tonto -ahora soy semi tonto- y que la vida me dio la posibilidad
de almacenar. Durante una larga etapa de mi vida fui un almacenador.
Leía sin comprender, conversaba sin entender, vivía
sin sentir, pero ya en la década de los 30 años
de edad, toda esa cantidad de experiencias se fue plasmando
con mi experiencia del yoga. Hoy tengo 60 años.
-¿De dónde eres? ¿Dónde
has vivido todas estas experiencias?
-En Santiago. Nunca he salido del país, y creo que
es difícil que salga, no creo tener el mandato. Una
vez llegó a una consulta popular, donde atiendo a gente
con menos recursos, una pareja en un Mercedes Benz nuevo
-Perdón, ¿y los atendiste
ahí? ¿No les dijiste que fueran a tu consulta?
-No, no me corresponde. Al que llega lo atiendo con mucho
cariño, y punto. Y bueno, una vez sanos, al cabo de
un tiempo volvió la señora para invitarme a
Alemania con mi familia -éramos siete- y le dije que
éramos muchos. Insistió. Le dije que yo tenía
una consulta que, de dejarla, me costaría caro por
el lado económico. Me dijo que su esposo me había
buscado pacientes, pero que pagaban otros valores, muy altos.
Finalmente, le dije la verdad: no tengo ninguna inquietud
en ir a otro lugar, donde el pasto es tan verde como el que
ya conozco
.
-Hablas de gente con menos recursos.
Pienso que la gente que tiene acceso a los llamados maestros
tiene dinero. Si viene un gran personaje con un gran desarrollo
espiritual, suele quedarse en el Sheraton. Tú me dices,
sin embargo, que atiendes en una consulta para personas sin
recursos
-Sí. Pienso que el sol nace por allá y da la
vida mientras corre y corre, hasta que se va a acostar por
este otro lado. Hay un día y una noche, un momento
para cosechar y otro para reposar. Recuerdo a ese rey griego
al que le iba tan bien en su vida, que le dio miedo. Decidió
así tirar al mar el anillo de oro que más amaba.
Al otro día le sirvieron pescado y ahí venía
el anillo. Yo también tiro el anillo, y una vez a la
semana voy a atender a esa gente. Es cierto que en invierno
es bien helada la consulta, pero es el precio que pago para
ejecutar mi yin yang y tener mi equilibrio. No soy partidario
del lujo excesivo. Hace años vino un maestro, Thilak,
traído por nosotros, y él alojaba en casa de
un amigo de clase media baja, pero salía a dormir en
los bosques. Iba a poblaciones a enseñarle a gente
que yo sabía que no iba a entender nada. Buda era Buda,
se fue y el budismo terminó. Vino Jesús, tuvo
su doctrina en acción, se fue y se acabó el
cristianismo. El budismo muere con Buda, el cristianismo con
Jesús.
-Volviendo a lo tuyo, ¿por
qué se enferma la gente?
-Son los llamados pecados los que enferman. El sistema nervioso
está unido a los órganos, se conecta a través
de la sinapsis neuronal, lo que está movido por las
emociones, que están regidas, a su vez, por leyes superiores
que sobrepasan las épocas, las reglas de oro. El origen
de la enfermedad es espiritual, las enfermedades son proporcionales
a los errores. ¿Por qué sufre el ser humano?
Por ignorancia, por falta de riqueza interior. Puede que se
porte bien, pero no entiende por qué. Por ejemplo:
hay muchos pacientes que tienen reflujo esofágico,
una acidez terrible. Siempre vamos a encontrar que esa persona
censura al resto. Juzga, y se siente satisfecho con su juzgamiento.
Cuando yo ingiero alimentos, acepto el trabajo del sol, del
aire, el agua, las nubes, la tierra, el proceso de las semillas,
el proceso de la gente que sembró, los caminos que
se hicieron, los camiones del transporte, el señor
que vende en la esquina, todo el proceso de felonías,
maledicencias, del deseo a llevárselo todo
Eso
es lo que estoy comiendo. Y si lo como, lo acepto. Hay una
reunión, en mí, de todo lo que está fuera
de mí. Pero yo vivo hablando mal de todos esos procesos.
Eso va a exacerbar el jugo gástrico y hará que
las células secretoras secreten más, y entonces
aparece la acidez. Aquí hay hipocresía: por
un lado disfruto lo que como y por otro me importa poco todo
lo que está detrás.
-En este caso, aceptación
sería la palabra clave.
-Sí. Cada cual se da cuenta que la acidez aumenta cuando
se ha tenido un choque violento con algo o con alguien. El
ser humano se quiere a sí mismo más que a nada,
es narcisista.
-Cuando tú impones las manos
a alguien, estás sanando físicamente. ¿Esperas
también que eso haga crecer espiritualmente al paciente?
-Creo que, en el fondo, esa es mi función. Pienso que
esta semilla que se deposita en alguna persona algún
día va a florecer, y ese entendimiento interior será
agradable.
-Hay enfermedades que tú puedes tratar mejor que otras
-Nunca he fallado con hernias de columna, cáncer de
próstata, cáncer gastroesofágico y otras.
Pero hay enfermedades que no puedo curar, por ejemplo la sordera,
y quizás sea porque, sin ser un hombre inteligente,
me he interesado por descubrir cómo funciona la mente,
me ha obsesionado eso. Y para eso trato de comunicarme mucho
con los demás, escucharlos. Entonces, no entiendo a
los que no quieren escuchar. Cataratas tampoco atiendo, a
los que no quieren ver. Es como que me molestan los que no
caminan por mi mismo sendero. Pienso que las estructuras de
observación de la conciencia están lineadas
de tal forma que hacen posible que nosotros orientemos nuestra
vida de una forma u otra.
-Así como relacionas la acidez con una actitud que
la causa, se pueden hacer relaciones enfermedad-conducta con
otras enfermedades.
-El cáncer se produce por una gran depresión,
la diabetes por una desconexión del sistema nervioso
autónomo, y así. El Buda dijo: así como
la rueda, sigue la pezuña del buey. Esa frase me dejó
pensando muchos meses. Me dice que el hombre tiene un destino,
un trabajo que cumplir. Si no lo cumple, enfermará.
Tendemos a deprimirnos por lo que dejamos de hacer o hacemos
mal. Esa depresión, entre otras enfermedades, genera
por ejemplo el parkinson.
-¿Aprender a manejar tus poderes
fue un proceso largo?
-Muy largo, casi de veinte años. Por ejemplo, me costó
mucho aprender a no enojarme cuando alguien pasaba por el
camino que yo iba a cubrir. La sublimación de la energía
no es hacer asanas, sino hacer posturas frente a la vida misma,
que realmente te dan la posibilidad de controlar la energía.
-¿Tuviste que dominar muchos
rasgos de carácter?
-La bestia, sí. Hoy en día las cosas que me
enojan son pocas. Puedo dolerme, pero no enojarme. Tengo una
capacidad de tolerancia que me deja satisfecho.
-Durante esos años, ¿tuviste
algún incidente desagradable por no poder manejar tus
energías?
-El 85 atendí pacientes en Viña y me decían
qué raro, llegué a mi casa, encendí las
luces y se quemó todo el sistema eléctrico.
Atendí a sordos y se quemaban sus audífonos.
Recién después de unos tres años de haber
empezado ya no produje efectos secundarios.
-¿Siempre puedes producir esa energía o sólo
cuando te concentras para imponer las manos?
-Cuando quiero. Una vez estaba con el Dr. Aldo Francia y otros
amigos en Viña y me preguntó si podía
hacer algo que no fuera curar. Había un reloj en el
muro que tenía pilas y
quedé solo cuando
hice que el reloj se detuviera. Dicen que les provocó
una situación de temor y me dejaron solo. Miedo a lo
desconocido.
-Yo, en una situación así,
no me iría
-Es que tienes otra formación, otra visión del
mundo, relacionada con el budismo
es como el yoga. En
cambio, ellos eran un médico, un ingeniero, un contador
auditor
gente occidentalizada. Ese tipo de cosas como
mover objetos, aprendí que tenían su lugar,
es un poco circense. Tengo otras capacidades, como mirar a
una persona y decirle el quid de su vida, el punto de encuentro
entre las desavenencias y los amores, pecados y virtudes
Cosas que suceden de forma inconsciente, porque no están
dentro de lo que yo quiero hacer. A veces ocurren casos tipo
milagro, como una señora que no podía caminar
sin un burrito, de esos que se empujan, y a la
segunda sesión ya pudo caminar. ¿Por qué
ocurren estos casos, y hay otros que necesitan muchas sesiones?
Creo que está relacionado con la estructura genética
de cada cual, la estructura de su vida
-¿Las sesiones tienen que
ser cada siete días?
-La idea es que haya un ritmo. El corazón tiene un
ritmo, la vida tiene un ritmo, si no las cosas andan mal.
Lo máximo son dos sesiones a la semana. Pero pienso
que al hombre que tiene un actuar adecuado le es difícil
enfermarse.
-Una persona puede tener la tendencia a hacer el mal, matar,
violar
¿Qué puede hacer para superarse?
Porque se supone que esas tendencias lo van a enfermar.
-En la noche más oscura, más negra, sin luna,
está el germen de la luz de mañana. Se dice
que en una de sus encarnaciones, Brahma fue asesino. Los extremos
se tocan. Un hombre malvado puede estar muy cerca de hacer
el bien, porque para ser malo de verdad tiene que haber aprendido
mucho, saber mucho sobre el dolor. El malo verdadero te puede
aparecer como el mejor de los amigos y te lleva al despeñadero.
El que te agarra a palos, ese sólo es un bruto que
no tiene idea, un ignorante. El verdaderamente malo es el
que sabe.
-Pero ese malo ignorante se enferma
a través de sus ímpetus incontenibles
Vive como condenado. ¿Es eso justo?
-Algún día pensará que el sol ilumina
a todos por igual, que el río cede el agua a todos,
y él va a querer imitar a estas grandes potencias,
va querer sentirse generoso, fuerte, no pequeño. Se
cansará de vivir de migajas. El corazón se abre
cuando el hombre trasciende la individualidad y llega a lo
universal, a imitar las grandes cumbres. La vida es una sola
a través de muchas reencarnaciones, y así se
aprende.
-¿Tú recuerdas otras
vidas?
-Sí, en meditaciones. He recordado tantas experiencias
pasadas, y con tanto dolor, que llegó un momento en
que dije no quiero más. Pero los recuerdos continuaban,
atroces, porque uno tiende a recordar los momentos traumáticos.
No tuve el conocimiento para poder parar los recuerdos, y
fue muy lastimero
-¿Y los sueños? Un
sueño absurdo que no se entiende, ¿qué
sentido tiene?
-Son mensajes del inconsciente. Al menos, siempre nos dice
que aún no estamos a la altura, entiendo que
no entiendo, soy ignorante. Somos una poderosa fuerza
inconsciente con muy poca conciencia. El trabajo en la vida
es hacer más consciente al inconsciente. Hablamos un
lenguaje que no es el de los indios hopis, que hablan el lenguaje
de los sueños, o el de los indios australianos, que
viven en el tiempo de los sueños. Ellos viven de acuerdo
a sus sueños y saben mucho más que nosotros.
Jung cuenta que en un sueño él va a través
de una tempestad, con mucho viento, mucha agua, es de noche
y hace frío. Y él lleva una lucecita chiquitita
que le sirve para alumbrarse el camino. Ese es el sueño,
nada más. Es la conciencia. En medio de la tempestad
de la vida tú tienes una lamparita chiquitita que te
puede ayudar a no caerte. Un poco el resumen de todo lo que
hemos hablado es: nos enfermamos por ignorantes.
-¿Algo que agregar?
-Pienso que la gente debiera comer más acciones y menos
comida. Hay actos que ennoblecen el alma y alimentan el espíritu,
como no ser egoísta, no dañar a los otros, no
mentir
las virtudes que todas las religiones han profesado
durante tanto tiempo. Cuando veo a un Buda gordo, pienso que
está gordo de buenas acciones, pero nosotros somos
Budas flacos
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