La enorme
lista de palabras recuperadas por estos paladines de la lengua
incluye las siguientes expresiones -que seleccioné
aplicando un criterio eufónico (poseen sonido agradable)-:
gaznápiro (torpe, que se queda embobado con
cualquier cosa), bochinche (tumulto, barullo, alboroto),
damajuana (recipiente de vidrio o barro cocido, de
cuello corto que sirve para guardar líquidos), cachivache
(cosa rota o arrinconada por inútil), embeleco
(embuste, engaño), compota (dulce de fruta cocida
con agua y azúcar), trifulca (desorden y camorra
entre varias personas), zangoloteo (movimiento continuo
y un poco violento), vivaracho (muy vivo de genio;
travieso y alegre).
Nuestro
país, obviamente no estuvo ajeno a esta maratón
lingüística y de la mano de los senadores Nelson
Ávila y Juan Antonio Coloma, se lanzó la campaña
Adopte una palabra con el ya mencionado fin. Ambos
parlamentarios inauguraron públicamente la cruzada
invitando a la presidenta Michelle Bachelet y a los líderes
de opinión a adoptar una palabra, comprometiéndose
a repetirla al menos tres veces al año y a integrarla
en sus comunicados y discursos para que no se pierdan con
el paso del tiempo. De inmediato, nuestra Jefa de Estado incorporó
a su léxico el vocablo ñeque, que significa
fuerza, energía, vigor
atributos que ella misma
está necesitando por estos días.
Haciendo
memoria, existen varias palabras que yo solía pronunciar
en mi niñez o que muchas veces oí decir a mis
padres y abuelos. Cómo olvidar el par de soquetes
blancos con vuelitos léase calcetines cortos
con blondas- que con ocasión de alguna solemne celebración,
debí calzarme junto a unos rutilantes zapatitos de
charol. O cuando mi abuelo decía macanudo (bueno,
magnífico, extraordinario) cuando algo le parecía
bien. Otra palabra que escuché cientos de veces fue
desguañangado
jamás pensé
que existiera, es más, pensé que era un invento
de mi abuela, pero mirando el diccionario al fin he descubierto
su significado: descuidado en el vestir, desgalichado, desarreglado.
Recuerdo también haber oído la palabra paletó
(abrigo de paño grueso, largo y entallado), aunque
me parece que se usaba más en el campo. Personalmente
me gusta mucho el vocablo malacatoso, que caracteriza
a una persona con mala catadura, es decir, alguien con mal
gesto o semblante, lo que en buen chileno podría conocerse
como un chato malagestao.
Son miles
las voces que han ido quedando en el abandono, por eso hay
que celebrar la creación del sitio Reserva de
Palabras. Si quieres incorporar nuevas expresiones a
tu vocabulario, deseas volver por un momento a la infancia
o simplemente quieres recordar algunos dichos antiguos, te
invito a revisar la página en Internet www.reservadepalabras.org.
Y tú
¿qué palabra adoptarás?